Colaboración de Paco Pérez
Cuando
D. Adolfo Suárez González fue
nombrado PRESIDENTE del Gobierno, en sustitución de Arias Navarro, para dirigir el cambio
político en España yo, sinceramente,
ni había oído hablar de él.
Una
tarde transitaba por la calle José Mª Polo en compañía de mi gran amigo y primo
José Carretero López “Joselillo”, nos encaminábamos hacia el bar “Tropezón”
para jugar una partida de “tute subastado”, después de haber asistido en la
iglesia al funeral de un paisano. Me preguntó por mi parecer sobre el
nombramiento de Adolfo como nuevo Presidente del Gobierno, yo le contesté que
no le conocía y él me habló maravillas de este hombre. Tengo que reconocer que
con el paso de los años José acertó de pleno cuando ensalzó sus cualidades.
Nos
relacionábamos a diario con las partidas que entonces estaban muy arraigadas,
unas veces como participantes y otras como mirones. Donde no fallábamos los dos,
casi siempre solos, era en los paseos posteriores que dábamos por la carretera
de Mengíbar, en ellos hablábamos de todo y también, cómo no, de los cambios
políticos que se estaban operando en nuestra querida España. Nunca
discrepábamos en estos temas porque pensábamos igual… ¡¡¡Deseábamos paz y
tranquilidad!!!
Por
la razón anterior considerábamos que Adolfo y su propuesta de un partido de
CENTRO era la solución para el futuro de nuestra nación, tan clara teníamos esa
idea que los dos nos convertimos en seguidores de UCD como votantes y nunca
como militantes, lo mismo que otros muchos villargordeños que ahora levantan la
bandera de otros partidos muy radicalizados. Tal vez estos otros prefirieron
nadar entre dos aguas porque no tuvieron los arrestos necesarios para
manifestar su verdadera ideología, aunque estaban en su derecho, hasta que el
PSOE no estuviera en el poder… ¿Por qué
ese proceder?
Nosotros
nunca dimos la espalda al Sr. Adolfo, en las convocatorias
electorales nacionales y municipales siempre apoyamos sus candidaturas,
mientras ejerció él de político.
Al
desaparecer de la escena pública mi ilusión como votante se disolvió como
azucarillo en el café… ¿Qué opción me
quedaba ahora si el espacio de centro ya no existía?
Deambulé
por todos los colores, intentando con ello apoyar (siempre) a la candidatura que consideraba en
cada momento como la opción mejor para los intereses de España.
En
aquellos momentos tenía pocos años, creía en las propuestas democráticas de
este hombre y en las de todos los que me mostraban un proyecto renovador de lo
anterior y de cualquier otra faceta de la vida. Siempre fui, y lo soy todavía,
confiado y nunca me puse en guardia con quienes postulaban hacer algo diferente
porque siempre entendí que el aire fresco es bueno que entre en los hogares y,
cómo no, en nuestras mentes.
Unos
pocos años más tarde el modélico cambio que había dado el Sr. Suárez a la convivencia ciudadana fue deteriorándose poco a
poco, los ciudadanos normales no nos dábamos cuenta de ello porque nos
limitábamos a ir a diario a nuestros trabajos, a convivir como lo habíamos
hecho durante la dictadura y a tomar unas cervezas cuando la ocasión lo
requería. Mientras tanto, los ratones de
la democracia se habían acomodado en lugares de poder no soñados hace unos
pocos años y ya no se conformaban con ser actores secundarios, olían el queso
que había en las despensas de los nuevos lugares que visitaban y,
sigilosamente, habían comenzado a roerle al PRESIDENTE el sillón que ellos anhelaban para que tuviera que
abandonarlo, dejándoles libre el camino.
En
estos años se han publicado muchos libros sobre el 23 F y la verdad de los
hechos no ha quedado esclarecida a pesar de tantos volúmenes editados. Jordi Puyol, en el libro de sus
memorias, sí habla de que le anunciaron con antelación unos enviados de los partidos
de aquel momento, qué iba a ocurrir pronto. Lo más sorprendente del asunto es
que dé en él los nombres de quienes fueron esos mensajeros… ¿Por qué dimitió Adolfo el 29 de enero de
1981?
Parece
ser que en el ambiente político se olía a golpe, él preguntaba y le negaban la
veracidad de los rumores. Hay quienes apostillan la posibilidad de que fuera un
gesto honrado para intentar evitar un desastre, si él era la causa del mal pues
abandonaba el barco y que otro lo llevara felizmente a puerto seguro. Son ecos
de la rumorología que se generó después del 23F y no hechos probados.
Lo
cierto es que un gran hombre fue cuestionado por su gestión modélica del
momento difícil que vivíamos en aquel tiempo en España. Su partido, UCD, nació
como una gran idea para apagar los fuegos que se podrían ocasionar por los
partidos de ideologías encontradas y gracias a esa formación, teóricamente de
CENTRO, muchos españoles nos sentimos felices ahí al no comulgar con los
posicionamientos extremos de algunos. El partido de UCD ya era una formación
plural y de ahí el tira y afloja interno que originó la ruptura del invento.
Había muchas ideologías reunidas en él, demasiada gente muy válida en la
formación personal y, consecuentemente, demasiados “gallos” en el mismo corral para anunciar que había amanecido un
nuevo día.
Para
que funcione un partido sólo hace falta: un listillo, un montón de incultos haciéndole
palmas por donde pasa y un puñado grande de estómagos agradecidos diciendo
mentiras donde y cuando le interese a él.
Cuando
encontramos a una persona como él que venía de Falange, inteligente, preparado,
que sabía interpretar perfectamente qué necesitaba en ese momento España y qué
no, que logró convencer a todos sobre cómo realizar el proyecto, que triunfó al
aplicarlo con la ayuda de todos, que no tuvo conflictos significativos, que el
mundo se lo reconoció… ¿Qué nos ocurrió para
que lo trataran tan mal?
Muy
sencillo, los extremistas se
olvidaron pronto de lo logrado y no se adaptaron a vivir en un estado
democrático, añoraban el sistema dictatorial. Me explico mejor con unos ejemplos:
1º.-
Un día, en Jaén, entré con Mari en un comercio y nos encontramos con un
conocido, franquista confeso. Este señor iba, los 20-N de cada año, a la cripta
de la catedral con la gente de su ideología para asistir a una misa por Franco.
En la conversación le mostré mi sorpresa, le mostré mi admiración por Suárez y
él lo trató de traidor. La verdad,
no supo explicarme bien el fundamento de su acusación y yo me imaginé por qué
consideraban que este gran hombre era así para ellos.
Cuando
una cadena de TV emitió, hace unas noches, una cinta sobre su vida comprendí
que no era una opinión personal de aquel interlocutor de antaño y sí un
sentimiento generalizado entre los franquistas. Hay una escena muy elocuente en
ella cuando asiste a misa en compañía de su esposa, llega el momento de “dar la paz”, los que están a su
alrededor se la niegan y, además, le llaman traidor. Una vez en casa la escena que
se nos muestra es tremenda porque su esposa, derrotada por lo vivido en la
misa, lo acusa de ser el culpable de lo que les pasó y le argumenta que nunca
debió de consentir que se autorizara la separación de los matrimonios. Él, al
responderle, nos demuestra con sus argumentos que tenía una gran visión del
cambio político que se necesitaba en España y le comunica que no se podía
cortar las alas a quienes tuvieran dificultades para convivir con sus parejas.
Si ella que estaba al día de todo lo que se cocía en la cocina del Gobierno no
le entendió su mensaje… ¿Podían
entenderlo los dinosaurios del anterior régimen si en misa se comportaron de aquella manera tan burda y sectaria? ¿Si no entendieron que estaban en la iglesia
y se comportaron así ante Dios cómo iban a entender lo que estaba haciendo de
bueno por todos los españoles este gran hombre?
2.-
Legalizó el PCE, esta decisión fue otro golpe mortal para los de marras, pero
él sabía muy bien que la pacificación venía por la legalización y, a pesar de
ello, los hechos demostraban que todo no estaba conseguido.
¿Supieron reconocer, y agradecer, los
militantes de este partido lo que habían conseguido en el poco tiempo que
llevaba gobernando él?
Yo
creo que no porque cuando pasan los años, nos hemos alejado de las locuras que
se imputaban a la dictadura, se vive en un sistema querido por todos y cargado
de mucha libertad, de muchos derechos, de nulos deberes, con la corrupción a
tope, con poquísima justicia y entonces compruebo que estos señores siguen
aportando lo único que hicieron siempre, revolución callejera. No dudo de que
tengan gente preparada, porque a nivel local lo demuestran cuando gobiernan,
pero no aceptan que el sistema democrático que postulan con sus travesuras sea
el que les niega la opción de gobernar a los españoles y ellos, como respuesta,
la toman con quienes nos gobiernan con la etiqueta de “Centro-derecha”. Llegados hasta este punto yo me pregunto en la
línea de nuestro inolvidable D. Francisco Bautista Tirado… ¿Esto es democracia ni p_ _ _ _ _?
La
izquierda se quejaba de que con Franco no había libertad y ahora que la tenemos
protesta también, no de manera correcta y sí de forma violenta. Argumenta que hay que
destituir en la calle, por no ser legítimo, al gobierno actual del PP. Por lo
que se observa y se deduce de su comportamiento es que ellos deben de entender
que los españoles somos imbéciles, que lo que hacen es correcto y ajustado a
derecho y que nos hemos olvidado de que el PP gobierna de manera legítima
porque en unas elecciones democráticas obtuvo mayoría absoluta… ¿Cuándo es legítimo un gobierno para estos
personajes que son profesionales del alboroto callejero?
Esto
es lo que pretendía erradicar de nuestro sombrío recuerdo político el
inolvidable y querido, al menos para mí, D.
Adolfo Suárez González.
Por
qué no protestan estos profesionales del alboroto por la nefasta gestión económica
en que nos dejó el PSOE, por la prolongada dictadura cubana, por la lamentable
situación que atraviesa la inmadura dictadura venezolana, por la usurpadora Rusia…
¿Contra esas realidades no hay que
protestar o emprender alguna acción judicial internacional contra esos dictadores?
Esas
acciones se las reservan para otros dictadores, como si este comportamiento
político fuera exclusivo de las dictaduras de derechas.
Es
lamentable que un día antes de su muerte se hayan olvidado de que, 37 años
antes, Suárez comenzó su andadura para cambiar el modelo de gobierno y garantizar
nuestro futuro democrático. Por lo que se ve estos señores no descansarán hasta
que no vean a España a tiros, esa es su forma de entender la participación
política.
Señores
alborotadores, en España somos mayoría los que estamos cansados de vuestro
comportamiento porque sólo deseamos vivir en paz; usen ustedes las vías
democráticas de participación que contempla la Constitución que ustedes nos
redactaron y que nosotros refrendamos en referéndum, siendo Suárez Presidente y
gánense el respeto de los españoles con sus buenas intenciones y propuestas de
gobierno. Si proceden así entonces, tal vez, muchos votantes los veamos, en
algún momento, como una opción válida para gobernar nuestros destinos y si
siguen con sus acciones los enfocaremos como lo que nos muestran.
Tengan
en cuenta que el Sr. Suárez dejó el
listón muy alto y la mayoría de los políticos, sean del color que sean, han
adulterado la esencia de esa digna profesión, porque en eso la han convertido
ustedes para vivir del cuento y con solvencia económica.
Con
el SR. ADOLFO SUÁREZ GONZÁLEZ empezó
en España la DEMOCRACIA y, con su renuncia, ésta desapareció poco a poco hasta
llegar al estado actual de deterioro en que está por los políticos tan nefastos
que encumbramos.
Si
hay algo que me ha desagradado de la despedida que le ha dispensado España es
ver a los políticos vestidos de riguroso luto para la foto porque… ¿No sería posible que más de uno le pusiera,
en su momento, el zapato cuando pasara para que tropezara y que estas acciones
fueran las causantes de su dolor y que por él padeciera la fatal enfermedad?
¡¡¡Va por
usted, querido e inolvidable PRESIDENTE!!!
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