Colaboración de D. Ramiro Aguilera Vaquero
TRASPLANTE
DE MÉDULA ÓSEA
La
médula ósea es un tejido muy especial, situado en el interior de los huesos, en
el cual se elaboran constantemente las células de la sangre. En la infancia
existe médula ósea activa en casi todos los huesos; en los adultos, en cambio,
solo hay médula ósea activa en los huesos largos, la pelvis, el esternón, las
costillas y las vértebras.
En
el tejido de la médula ósea hay unas células muy especiales denominadas células
madre o progenitores hematopoyéticos, que son los precursores de todas las
células de la sangre: glóbulos rojos, glóbulos blancos y plaquetas. Su
principal característica es que pueden multiplicarse, dando origen a otras
células semejantes, a la par que algunas se modifican y se van transformando
progresivamente en las células sanguíneas maduras.
El
trasplante de médula ósea tiene como finalidad sustituir esas células
hematopoyéticas (cuando por diversas causas se encuentren inactivas o su
funcionamiento sea anormal), por otras que sean activas y sanas. Gracias a ello
es suficiente que se trasplanten una determinada cantidad de dichas células
para que, al integrarse a la médula ósea del enfermo, comiencen a producir
ininterrumpidamente todas las células sanguíneas. Es un procedimiento sencillo
que requiere una preparación previa y unos cuidados posteriores complejos.
El
trasplante más común es el alogénico, que es el que procede de otra persona que
ha de ser compatible, es decir, con unas características inmunológicas lo más
parecidas posibles al receptor, para evitar el rechazo. En general se trata de
un familiar cercano, por ejemplo, un hermano. También puede ser cualquier
persona que tenga unas características de histocompatibilidad que permitan utilizar
su médula ósea para ese receptor. Otra posibilidad es que los elementos a
trasplantar procedan del propio paciente, obteniéndose cuando ha respondido al
tratamiento; es el trasplante autogénico o autólogo.
Hoy
día también se pueden obtener los progenitores hematopoyéticos de la sangre
circulante así como de la sangre del cordón umbilical, procedentes de donantes
voluntarios que se identifican a través de registros nacionales e
internacionales. Las punciones para obtener la médula ósea se practican en las
crestas de los huesos iliacos, en la cadera, bajo anestesia general. Esto no
causa problemas al donante, ya que su propia médula ósea se regenera en un
corto periodo y al cabo de pocas semanas ya se puede efectuar otra donación si
hiciese falta.
Si
el trasplante se hace a partir de células de sangre periférica, el donante se
somete a un tratamiento previo especial (4 a 5 días antes del trasplante), con
factores de crecimiento hematopoyético, para que las células madre pasen a la sangre. El día del trasplante,
se extrae la sangre de una vena, y se conecta con una máquina que, por un
sistema similar a la diálisis, separa las células madre y el resto se devuelve
al donante. El procedimiento es más sencillo y menos molesto, por lo que cada
vez se usa con mayor frecuencia. Es fundamental deprimir el sistema inmunitario
del receptor para que no ataque a las células que se le van a trasplantar.
Para
prevenir infecciones es preciso que durante todo ese periodo el receptor se
encuentre ingresado en salas especiales para mantener una absoluta esterilidad.
Como la médula permanece inactiva, es necesario transfundir algunas células
como las plaquetas, para evitar hemorragias.
Después
del trasplante, el trasplantado sigue ingresado en ambiente estéril, en espera
de que el tejido injertado comience su actividad. Al cabo de unas dos semanas y
tras comprobar que el paciente ha recuperado una cifra suficiente de células
sanguíneas y su inmunidad, es dado de alta. Si al cabo de dos meses, el
trasplante tiene un nivel de actividad adecuado y las cifras de células
sanguíneas alcanzan sus niveles normales, se considera que el trasplante ha
sido un éxito.
El
trasplante está indicado en la aplasia medular, en algunas leucemias agudas, en
la leucemia mieloide crónica, en inmunodeficiencias congénitas, linfomas,
enfermedad de Hodgkin, mieloma múltiple, síndromes mielodisplásicos, etc.
Actualmente
existen en España más de 230.000 donantes de médula ósea, lo que ha permitido
aumentar el número de trasplantes de progenitores hematopoyéticos (TPH), donde
se engloban las células madre obtenidas de la médula ósea, de sangre del cordón
umbilical y de sangre periférica. Estas células reemplazan a la médula enferma
después de que haya sido destruida por la quimio y radioterapia.
El
año pasado se realizaron 3068 trasplantes: autólogos (del propio paciente) fueron 1880; alogénicos, de
algún familiar, 732; y alogénicos de un donante no familiar, 456.
La
leucemia, el linfoma y el mieloma son las principales enfermedades que se
benefician del trasplante de médula ósea. En España cada año se diagnostican
cerca de 5000 personas con leucemia, alrededor de 7000 padecen un linfoma, y
2000, un mieloma múltiple.
En
todo el mundo se almacenan 650.000 muestras de Sangre de Cordón Umbilical.
España cuenta con más de 60.000 cordones almacenados en bancos públicos, siendo
el Sistema Nacional de Salud el segundo del mundo, tras los Estados Unidos. En
cambio, en número de donantes de médula ósea, España ocupa el 15 lugar. Para
ser donante basta con un poco de sangre o saliva y rellenar un cuestionario en
un centro acreditado. Después se buscará al paciente compatible.
No hay comentarios:
Publicar un comentario