Colaboración de José Martínez Ramírez
IV
Nuestro
amor será eterno, Madrid.
Libre, como el
vuelo de las golondrinas;
entrañable, como lo que
no se ve pero fascina;
nostálgico, como el amor primero, y tan pueril.
Pero,
sobre todo, será bonito… ¿Adivinas?
Como
las flores del tilo, tan amarillas,
el
perfume de la dama de noche y el jazmín,
o
la templanza de la mar bravía.
Las
nubes de primavera de tus caricias,
una
guitarra en la noche, la música de violín
de
los besos que no dimos, sin espinas,
tantas
veces olvidados entre esquinas…
Como
la gente que nos mira por Chamberí,
el
viento que mece la arboleda novicia,
encendida
de tu pelo de patricia
y
el volcán de luz de tus ojos añil.
Los
aplausos que provoca tu mirada, tan
fija,
el
gemido tan elocuente cuando calla tu
boquita,
una
fiesta en Nueva Orleans con bombín
o
los tejados de Bohemia en la Praga más
sutil.
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