lunes, 2 de julio de 2018

MADRID


Colaboración de José Martínez Ramírez
IV
Nuestro amor será eterno, Madrid.
Libre, como el vuelo de las golondrinas;
entrañable, como lo que no se ve pero fascina;
nostálgico, como el amor primero, y tan pueril.

Pero, sobre todo, será bonito… ¿Adivinas?
Como las flores del tilo, tan amarillas,
el perfume de la dama de noche y el jazmín,
o la templanza de la mar bravía.

Las nubes de primavera de tus caricias,
una guitarra en la noche, la música de violín
de los besos que no dimos, sin espinas,
tantas veces olvidados entre esquinas…

Como la gente que nos mira por Chamberí,
el viento que mece la arboleda novicia,
encendida de tu pelo de patricia
y el volcán de luz de tus ojos añil.

Los aplausos que provoca tu mirada, tan fija,
el gemido tan elocuente cuando calla tu boquita,
una fiesta en Nueva Orleans con bombín
o los tejados de Bohemia en la Praga más sutil.



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