Colaboración de Paco Pérez
Desde
siempre, la “familia” estuvo
presente en el plan que Dios trazó
para las personas. En él todos somos importantes pero debemos actuar respetando
el esquema jerárquico que Él nos diseñó:
Padre, madre e hijos.
El
Señor recuerda a los hijos las
prestaciones que deben dar a los mayores y les establece con claridad qué
reconocimiento recibirán de Él
quienes cumplan con sus obligaciones filiales y, para favorecer la buena
armonía familiar, les recomienda que se muestren con sus padres obedientes, respetuosos y que estén
pendientes de sus necesidades.
Han
pasado muchos años desde que nos hizo estos planteamientos y, si analizamos la
situación real en que está ahora la FAMILIA,
recibiremos la impresión de que ya no están vigentes… ¿Por qué?
Porque
esas relaciones han evolucionado tan negativamente que en muchos hogares están
olvidadas o a punto de serlo.
Cuando
Pablo se dirigía a los miembros de las
comunidades que había evangelizado les ampliaba el concepto de FAMILIA, podríamos darnos por aludidos
en nuestra comunidad parroquial y aplicarnos los consejos que les daba: Ser entrañables, bondadosos, humildes, dulces, comprensivos… Si estaban enfadados entre sí les pedía que supieran aguantarse, perdonarse y, sobre todo, amarse porque si lo hacían siempre
permanecerían UNIDOS, la cualidad
fundamental de la FAMILIA.
Les
proponía que supieran aceptar las
correcciones que se hicieran los unos a los otros y les recordaba que si actuaban así Cristo
siempre actuaría de mediador en sus
conflictos.
También
les recomendaba que no olvidaran los favores que Dios siempre nos hace y que
deberíamos reconocérselo y mostrarle nuestro agradecimiento con palabras y
obras.
No
se olvidó de recordarles que esas relaciones debían practicarse siempre
respetando la jerarquía que Él
estableció. No obstante, Pablo dio
un consejo a los progenitores: [Padres, no exasperéis a vuestros hijos, no sea que
pierdan los ánimos.].
En
Israel, el judaísmo les obligaba “a
presentarse ante Dios” en el Templo
de Jerusalén en las tres fiestas
principales del año: La de Pascua,
las primicias (Pentecostés) y la cosecha
(las Tiendas). De ellas la que
gozaba de más popularidad era la de Pascua.
No
tenían la obligación de ir a Jerusalén
las personas que el judaísmo tenía marginadas: Los que tenían alguna
minusvalía, los niños, los esclavos, los ancianos…
La familia de José y María cumplía con
fidelidad los preceptos del judaísmo
y por esa razón Jesús comenzó a
subir a Jerusalén cuando cumplió los
doce años, aunque lo reglado era a
los trece. Ellos iban casi siempre y permanecían allí el mínimo establecido, dos días. La escena del regreso y el
retorno a Jerusalén nos muestra dos
formas diferentes de entender los cumplimientos religiosos. José y María participaban en la FIESTA empujados por el encorsetamiento
del precepto: [Estar el mínimo de tiempo pedido en Jerusalén, participar en el ritual
religioso del Templo y de nuevo
regresar a casa.].
Lo
ocurrido con Jesús los llevó a la
situación lógica de temor que sienten los padres por la pérdida de un hijo/a y
también al dolor que les causó el comprobar, después de encontrarlo, que su
hijo no había cumplido con el deber
de haber estado junto a sus padres a la hora del regreso.
Pero Jesús no les falló porque lo que hizo estuvo
empujado por otro cumplimiento diferente al de ellos, para Él lo más importante era escuchar las propuestas de los “doctores de la Ley”, debatirlas,
razonarlas y después aplicarlas. Si lo hizo fue para enseñarnos que estaba
cumpliendo con su obligación de Hijo
de Dios porque si subió por
imperativo legal de su religión fue por la edad reglada por la religión de sus
padres pero ellos debían entender que ya tenía edad para otras cosas, razón
suficiente para que ellos comprendieran que a los hijos hay que comenzar a
dejarlos volar poco a poco y también para mostrarles qué era lo más importante
para Él y qué no, en este caso los
actos del Templo no tenían la
importancia que Él dio al hecho de
leer, escuchar, preguntar, responder y comentar los textos bíblicos en aquella
reunión que lo encontraron. En Jerusalén
actuaban con la teoría de la religión en el Templo y los doctores de la
Ley pero Él les mostraba la versión práctica del cumplimiento con Dios.
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