jueves, 14 de febrero de 2019

NUESTRAS CALLES


EL DETERIORO DEL PAISAJE URBANO
A veces, una conversación en la barra de la cafetería con un conocido y dos tazas de café como testigas o relatoras silenciosas son suficientes en nuestro pueblo para que los reunidos hablen de temas cotidianos y después acaben haciéndolo de otros que no lo son. Ese día me ocurrió, nunca había oído hablar de ellos y, por mi edad, hasta es posible que hubiera tardado un tiempo en conocerlos.

Mi interlocutor fue un joven con el que suelo coincidir en ese lugar la hora del café y con el que tengo unas cordiales relaciones. Después de apurarlo me habló de algunos avances tecnológicos de los que yo no sabía ni papa porque pertenecían al campo de las nuevas tecnologías, ese que ellos dominan tan bien y que con tanta prudencia abordamos  los mayores. Él me demostró hace tiempo que está muy preparado para desenvolverse con soltura en estos tiempos digitalizados en que vivimos y me habló del tema para prevenirme de los peligros que nos están acechando a todos en las redes sociales. Según él, algunos de ellos aparecen con fines agresivos para todos y mucho más para quienes no son cautos, hacen un mal uso de ellas y, sobre todo, porque desconocen que éstos son manejados por los delincuentes para que reviertan beneficios en su provecho.
También comentamos la preocupación que hay actualmente en la sociedad por estas realidades y por el convencimiento generalizado de que lo actual, más tarde o más temprano, derivará en algo grave y de mucho calado en contra de todos.
Antes de despedirnos le pregunté por cómo iba con los estudios y me comentó que los jóvenes están descorazonados por culpa de la situación de impotencia en que viven cuando comprueban que no ven el final del túnel un campo de trabajo florecido en el que abundan los puestos de trabajo para que ellos puedan elegir, que por todo ello se sienten desilusionados y muy cansados de escuchar las promesas que hacen los políticos en periodo electoral y después, cuando pasan las elecciones, ninguno cumple lo que habían prometido. Esta es la realidad con la que chocan la mayoría año tras año y la culpable de que no vean claro el futuro que les espera mientras caminan a diario por este presente tan negado que les ha tocado patear. Todas estas circunstancias son las realidades que están afectando a su generación y por ellas, entre otras, saben que aunque acaben sus estudios no pueden aspirar a formar una familia mientras no tengan un trabajo que les dé un soporte económico garantizado.
Le expresé que esa realidad que había apuntado él estaba presente en todos los campos y para demostrarle lo que le afirmaba retomé el tema que apuntó sobre las promesas políticas incumplidas. Le hablé de un hecho casual que había encontrado en los archivos fotográficos del ordenador, unas fotos en las que se podía comprobar que pasan los años y los problemas vecinales siguen igual o en peor estado que antes, es decir, en ese campo también hay déficit de respuesta positiva oficial.
Quedó muy sorprendido con mis palabras y entonces le aclaré que se lo podía demostrar con un trabajo que realicé hace unos años sobre una foto, que lo hice movido por la sana preocupación de aprender con la ayuda de Photoshop y que una vez acabado no lo publiqué. Con él se puede comprobar qué fácil sería mejorar el deteriorado “paisaje urbano” de nuestro querido pueblo si la Corporación Municipal que nos gobierne o a quienes corresponda esta responsabilidad se tomaran algún día la preocupación de observar cómo están las calles y las fachadas de nuestras casas, si se hiciera eso es posible que mejoráramos mucho la imagen tan penosa que ofrecemos al visitante.
Los políticos locales, provinciales, regionales o nacionales están preparados para ejercer el derecho de ser “críticos” con quienes gobiernan cuando ellos están en la oposición pero cuando se sientan en el sillón de la gobernanza ya se apuntan al “club de la vulgaridad” y actúan intentando no fallarle al manual del buen político.
Cuando hice este comentario mi compañero de café fue el que se declaró ignorante y entonces su curiosidad le hizo preguntarme:
- Ahora soy yo el que no entiende lo que dices… ¿Podrías explicarte mejor?
Entonces le dije:
- Es lógico lo que dices porque este tema no es de actualidad y porque tampoco se aprende en los libros. Sólo hace falta lograr renovar el DNI muchas veces y, mientras lo haces, pasan los años y  te da tiempo a observar lo que ocurre con quienes nos gobiernan: Saludan risueños y dan buenas palmadas a los vecinos; siempre responden con un sí a todo y a todos pero luego dejan las cosas como estaban; se preocupan de “arreglar lo urgente” inmediatamente, cosa lógica, y, sobre todo, de contentar a sus votantes; resuelven las continuadas peticiones de los vecinos/as pelmas, si no son muy complicadas y costosas, para que los dejen en paz y, por último, si queda algo de presupuesto, entonces alguien del equipo se acuerda de que la “Asociación del bigote” o el “Club del esquinazo” son muy progresistas o buenos colaboradores y ahí encuentran el destino adecuado para emplear los últimos recursos, confiando en que después les darán sus miembros/as buenas respuestas electorales.
Con gestos me manifestaba su asombro, pero yo continué:
- Ellos tienen su manual y éste que acabas de escuchar es el que conocemos los votantes viejos y cabreados pues sabemos que lo vienen aplicando desde hace años todos, unos más y otros menos, no está muy alejado de la realidad pero como sé que todo es mejorable pues, por si sirve a quienes gobiernen Villatorres después de mayo y quieren comprobar mi observación, expongo mi trabajo como ayuda para que pueda servirles como futura propuesta de mejora… ¡Eliminar los cables y postes de las vías urbanas!
- ¡Es verdad, no había reparado yo en ese detalle! – me dijo.
Entonces le aclaré que un deseo de difícil solución:
- Sé que no es fácil dar solución legal al problema que voy a mostrar porque todos sabemos que las cadenas de TV, las compañías eléctricas, las del teléfono o las de telefonía móvil se regulan con normativas oficiales pero también es verdad que todo es mejorable, y revisable, cuando se gestiona partiendo de la legalidad vigente, intentado que pueda venir otra y, sobre todo, contando con la buena voluntad de todos. Si partimos de aquí, luchamos por fijar un “Plan Municipal” de mejora que frene ese deterioro evitando los nuevos cables que puedan colgarnos y se actúe en el futuro para conseguir que en los nuevos barrios no ocurra igual que en los viejos pues es posible que dentro de unos años, me gustaría poderlo ver, todo el cableado que ahora afea esté soterrado o embutido en las paredes de las casas.
¿No tienen ningunas obligaciones de esta clase los dueños de los solares que se vendieron en nuestro casco urbano para naves o viviendas? ¿No hay ninguna jurisprudencia sobre el tema?
Creo que hay algunas resoluciones sobre esta temática.
Esta escena es el origen de mi enfado, si la observan es posible que también se enfaden y saquen sus propias conclusiones después:
Tomé esa foto de la realidad urbana que en ella se mostraba el 21 de noviembre de 2011… ¡El deterioro tan tremendo que tenía por culpa de los palos y cables que servían de soporte para el servicio público eléctrico o telefónico me afectó mucho en negativo!
Algunos años después, como suelo pasar con frecuencia por ese lugar en mis caminatas diarias, pues un día decidí colgarme la cámara para grabar en ese lugar la misma escena y al regresar a casa, cuando las imágenes obtenidas estuvieran descargadas en el ordenador, pude ponerlas junto a las viejas y así fue como  comprobé si el paso de los años había mejorado o empeorado ese paisaje urbanizado.
¿Qué ocurrió?
Vean, comparen y saquen sus conclusiones después de observar la foto tomada el 12 de febrero de 2019.
La realidad que aparece nos demuestra que en OCHO años, DOS meses y VEINTIÚN días no se logró eliminar el deterioro sino que los servicios públicos aumentaron el problema del lugar pues pusieron más cables para su negocio sin importarles nada más que eso… ¡Su NEGOCIO!
¿Se preocupó alguien de valorar el “impacto medioambiental” que causaron a ese barrio, “El Rulo”?
No sé qué protocolo siguieron para poner más postes y cables pero les da igual, los ponen y si les das voces o reclamas te mandan a un gabinete jurídico que está a sueldo con ellos, tú tienes que bajar las orejas y retirarte al cuartel porque te podrías meter en un callejón sin salida que te llevaría a estrellarte contra la pared de enfrente.
Por esa razón lo más viable es trabajar con Photoshop y arreglar el deterior, se puede conseguir el cambio con facilidad y no costaría un euro. Aquí está la prueba:
¡Ánimo, arreglemos así las calles de nuestros barrios!

No hay comentarios:

Publicar un comentario