Colaboración de Paco Pérez
CAPÍTULO II
Un
pueblo de las características de Villargordo
(Jaén) tiene poco que ofrecer a la
vista del lugareño o del visitante pero si a esta realidad le añadimos que
cuando vienen, la mayoría, se limitan a caminar por el casco urbano o a salir
al campo para realizar sus trabajos pues entonces tenemos que aceptar que sólo vemos
cosas a nuestro alrededor pero no nos detenemos ante lo que se nos muestra para
realizar una valoración positiva o negativa de lo que tenemos delante.
Yo
también lo hacía así pero un día visité el Corte
Inglés para comprar ropa, pasé junto a una sección diferente y tuve la
feliz idea de acercarme para comprar una máquina pequeña de fotos. Esa compra
me regaló muchos momentos felices porque, al estar jubilado, me evitó el estar
ocioso y aburrido. Siempre la llevaba conmigo porque las fotografías diferentes
y especiales se presentan sin anunciarse, esa circunstancia las convierte en
únicas y hay que tomarlas de inmediato porque no se repetirán ya jamás… ¡¡¡Por eso hay que estar preparados cuando
salimos con la máquina!!!
Hubo
días en los que llegué a tomar casi trescientas fotografías, cuando llegaba a
casa las descargaba y después venía el proceso final: Observación, eliminación
y clasificación en carpetas.
Un
amigo que llevaba muchos años practicando este entretenimiento, y gran experto,
me dijo un día:
-
Paco, cuando hayas tomado cinco o seis
mil fotos entonces comenzarás a ver algo diferente.
Llevaba
razón porque, al principio, le disparaba a lo que se me ponía por delante y
después guardaba casi todo lo que grababa. Con el paso de los años ya no actúo
así, grabo lo que considero especial y después de un proceso selectivo exigente
archivo lo que realmente merece la pena.
Actuando
así he visitado, andando o en coche, lugares de nuestro entorno que ya conocía de antes pero, la verdad, nunca me detuve a
observarlos como cuando lo hacía con la cámara. También he realizado estos
paseos por nuestro casco urbano y siempre he encontrado rincones que me
ofrecían una grata visión.
En
el 2011, unas veces caminando solo y otras acompañado, comencé a visitar el
paraje conocido como “Cerro Mengíbar”
y, la verdad, lo que entonces me parecía maravilloso ahora lo considero de otra
manera diferente pero cuando se reconoce y se ofrece lo que se tiene ya no se
puede pedir más al que escribe.
Agustín Martínez
Saeta
“Picatoste”, ya fallecido, fue un
buen amigo que se ganaba la vida con un “bar”
que tenía pocas posibilidades de respuesta para las peticiones que le hacían
sus clientes, la mayoría eran jovenzuelos muy revoltosos, éstos sabían muy bien
lo que le ocurría y una noche decidieron estar bebiendo hasta que agotara sus
existencias.
-
¡¡¡Llénalos otra vez!!! – le pidió
uno de ellos.
Agustín les lleno de
vino los vasos y fue a la cocina por las tapas pero ya no quedaba nada.
Entonces tomo un plato de habichuelas, regresó con él, lo puso en el mostrador
y les dijo:
-
Señores, ya sólo puedo ponerles mi cena.
Yo
digo igual que él, ofrezco lo que tengo.
Hagamos
un recorrido por el entorno, para conocer algo del paraje popular conocido como “Cerro de Mengíbar”:
1.-
Subiendo por el camino que hay después del “Colegio de E. I. P.”:
2.-
También podemos hacerlo por “El Rulo”:
3.-
Desde el “Camino de las Huertas”:
4.-
Una vez que hemos coronado el “Cerro de
Mengíbar” podemos buscar diferentes puntos y, desde ellos:
-
Ver la casa cortijo de la finca “Villa
Conchita”, el pueblo de Mengíbar
y la “Casilla el Cura 1ª”, ésta se
encuentra ya en una fase de deterioro final.
–
Si damos un paseo podemos descubrir que un propietario se ha encargado de
enseñarnos que el nombre de ese paraje no es “Cerro de Mengíbar” sino “Cerro
las Viñas”.
–
También hay allí un monolito que sirve de referencia para fijar una posición
geográfica exacta, se conoce como “Vértice”
o “Punto Geodésico” nacional. En España hay unas 11
000 de éstos, todos forman parte de un
conjunto y ayudan a elaborar mapas
topográficos a escala, en categoría nacional
o regional.
Desde
1975 están protegidos por la Ley pero
somos tan respetuosos con lo oficial y lo particular que ni eso respetamos. Si
pusieran sanciones que afectaran al bolsillo se le quitarían a más de un
grafitero las ganas de ensuciar.
–
También la bonita “casilla” de Pedro Gómez Marfil “Pedrín”.
–
De regreso podremos tener, desde ese punto elevado, una vista diferente de
nuestro pueblo:
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