Colaboración de José Martínez Ramírez
Con
mi corazón cogido de la mano
viví
en Villargordo con la luna llena,
al
fondo el Guadalquivir muy ufano
la
reflejaba temblorosa e inquieta.
Fue
una noche de mi mejor verano
habitaban
en mí la mar y una estrella,
mucho
antes, lloré y reí como humano,
me
emocione, defraude y en la cuneta,
dejé
vivencias y seguí paso a paso…
Me
caí, me levanté y no tuve en cuenta
que
amé como nunca había amado.
Viajé
a ciudades y pueblos por carretera,
en
tren visité España de lado a lado,
conocí
a mucha gente, sentí pena,
cuando
prendí una rosa de su tallo
las
espinas lacerantes de una quimera,
nunca
cicatrizaron en mi mano.
Me
emocioné bajo una cascada fresca,
en
la mar bravía, y por un cerro nevado,
con
un vaso de vino y una cerveza.
Por
el canto de una perdiz bien temprano
con
su plumaje azul, negro y canela
con
la inquietud del verdecillo en un castaño
pero
todo es nada cuando te vi tan serena,
jamás
imaginé un cielo tan claro,
nunca
pensé que existía tanta belleza.
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