Colaboración de Paco Pérez
ESPERANDO
A JESÚS ESPERANZADOS
Jesús les recordó
que en tiempos de Noé el pueblo
estaba entregado a las juergas y que, cuando se presentó el diluvio, nadie
estaba preparado y perecieron.
Igual
nos ocurrirá cuando se produzca la venida
del Señor si no estamos vigilantes, es decir, alertas y esperando… ¿Cómo lo conseguiremos?
Manteniéndonos
activos y trabajando para que se cumpla la voluntad de Dios hasta que llegue la
venida.
Jesús les puso un
ejemplo muy sencillo para que entendieran su mensaje, lo encontramos en Mateo 24, 43:
[Comprended que si supiera el dueño de casa a qué
hora de la noche viene el ladrón, estaría en vela y no dejaría abrir un boquete
en su casa.].
Los cristianos, durante el Adviento, recordaremos que la venida del Señor está próxima,
aunque no sepamos ni el día ni la hora de su llegada.
¿Con que
actitud debemos vivir en estos días?
Cargados
de ESPERANZA pero sabiendo que si
nos limitamos a ESPERAR que ÉL actúe y no colaboramos para que el
mundo arregle sus rotos pues será difícil que logremos cambiar lo que no
funciona.
Estando
VIGILANDO de manera permanente
nuestro entorno social, político y religioso para que sus influencias en la familia
y en la población nos hagan mejorar
y no nos empobrezcan o deterioren.
Siendo
justos e inconformistas siempre, desarrollaremos una acción permanente de REVISIÓN sobre lo personal y, con lo público, DESCUBRIENDO
y DENUNCIANDO lo irregular, así podremos
MODIFICAR la actuación general,
incluida la nuestra.
Si
viajamos al pasado nos encontraremos que
el entorno social de entonces, con las variantes que nos regala el paso de
los años, también estuvo afectado por problemas. Por esas razones los profetas
intervenían para intentar solucionarlos.
Isaías lo hizo para anunciarles la venida del Mesías, les informó del papel que desempeñaría el templo de Jerusalén como centro espiritual del
pueblo y que a él acudirían los hombres para dar gloria al Señor y a recibir las enseñanzas que los orientara. También les
habló de Dios, de la necesidad que tenemos los hombres de cambiar nuestros comportamientos y de cómo sería la convivencia entre quienes
lo escucharan. Les aconsejó caminar siendo
justos, teniendo compasión de quienes sufren, siendo solidarios con los problemas ajenos y deponiendo las armas para que cesara
la violencia y hubiera PAZ.
En
nuestros días, para que esta última propuesta se haga realidad será necesario
que los políticos dejen de comerciar con
armas y ayuden a los países que
fueron empobrecidos por las naciones desarrolladas al venderles armas que
serían pagadas después con sus recursos naturales. Si les ayudaran ahora con proyectos que les permitieran desarrollarse es
posible que la PAZ fuera una
realidad en el mundo y con un coste más bajo que con las guerras.
Pablo les habló de
la cercanía del Reino, de lo próxima
que estaba la salvación y los instruyó para lograrla: Dejando a un lado las
acciones que nos condenan, luchando con las armas de la luz, comportándonos con
dignidad, no actuando con desenfreno y evitando las peleas.
Su mensaje era sincero pero estaba influenciado por la
creencia generalizada de que la venida
del Señor estaba próxima.
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