Colaboración de Paco
Pérez
¿CÓMO LA ENTENDEMOS?
Cuando hablamos del CIELO
lo hacemos guiados por la terminología que hemos interiorizado desde pequeños
sobre un LUGAR, tenemos esa idea porque a diario hablamos de nuestra casa,
el lugar donde vivimos; el templo parroquial, un lugar de oración; el
bar, un lugar de ocio… No sabemos cómo es el CIELO pero nos
imaginamos que será un LUGAR mejor que los que aquí tenemos. Se nos ha
grabado este mensaje con las enseñanzas recibidas desde pequeños y porque en
las escenas pintadas sobre la Ascensión de Jesús los personajes aparecen
mirando hacia arriba, donde lo hemos ubicado.
Con esta metodología el
concepto Cielo se coló entre nosotros como el lugar ideal al que queremos
ir algún día porque en él habitan el Padre, el Hijo, el Espíritu
Santo, los ángeles buenos y las personas que pasaron por la Tierra
haciendo el bien. Luego, como ellos están allí… ¿Es malo desear estar algún
día junto a ellos?
Pasan los años y se nos
explica de manera diferente el CIELO y así es cómo aprendemos ahora que
el formato usado por los evangelistas era la consecuencia de haber sido
educados en una cultura que utilizaba al hablar o escribir unas expresiones con
las que explicaban los temas de manera diferente pero más entendibles para la
cultura de las personas de aquel tiempo pero ahora la realidad es otra bien
distinta pues en el CIELO, afirman los entendidos, no existe el tiempo, la distancia o el espacio.
La
Ascensión, igual que la resurrección, debemos entenderlas como
hechos extraordinarios en los que Jesús no
retorna al modelo de vida humana que tuvo antes de morir aunque durante esos
cuarenta días también les hablara, comiera con ellos, se dejara tocar… Al resucitar
fue elevado junto al Padre y constituido Señor y juez universal.
¿Por qué se
narran las escenas tan detalladamente?
Para hacer más grande la figura de Jesús y enseñarles que en ese acto
retornaba al lugar de donde partió. También, para mostrarnos el hecho real de
que los discípulos nunca habían sido bendecidos
por Jesús y que tampoco lo habían adorado. La razón por la que
tal vez no lo hicieran antes fue porque no
habían comprendido quién era y ahora sí
se habían dado cuenta de su grandeza.
Jesús convocó a los discípulos en Galilea y una vez
allí, al verlo, se postraron ante Él
pero lo hicieron con dudas. Les hizo ir a la tierra de los gentiles, y no al Templo de Jerusalén, donde
estaba el centro religioso de Israel… ¿Por qué?
No lo explicó pero tendremos que guiarnos por sus
enseñanzas y entonces, tal vez, podamos deducir que como Él oraba en cualquier lugar, denunciaba
las prácticas del Templo, se mezclaba con los necesitados, no marginaba, predicaba y curaba a
todos, daba de comer al hambriento…
Por estos argumentos es posible que aquel lugar fuera el más indicado para
despedirse y darles el mensaje final.
Les habló de los poderes que le habían sido dados
para actuar en el Cielo y en la Tierra, les pidió que evangelizaran en todos los lugares y
que lo hicieran en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo;
que enseñaran todo lo que habían
aprendido a su lado y que estaría con
los hombres hasta el final de los tiempos.
La Ascensión
ocurrió delante de los discípulos
pero no como un hecho majestuoso sino rodeado de naturalidad y podría entenderse
como una despedida de familiares en una estación, en este caso Él se fue y ellos permanecieron allí observando
cómo se alejaba para regresar junto al Padre,
donde estaba antes de venir a visitarnos, y lo hizo después de enseñarles que
lo importante era la predicación de la
palabra y la puesta en práctica.
Así dejó trazado Jesús el camino a las personas de todos los tiempos y, después los
discípulos cargaron con la dura tarea de poner en marcha el proyecto que Él había empezado.
Los que presenciaron el hecho quedaron atontados y
dos hombres los sacaron de esa situación para aclararles lo ocurrido, confirmarles
dónde se encontraba ahora, anunciarles
que no los abandonaría y que regresaría
al final de los tiempos.
Un tiempo después Pablo les describió la grandeza del Padre y les habló de: Los dones
que necesitaban para asimilar su mensaje de esperanza, sabiduría y revelación; la gloria que, por herencia, tiene destinada para las personas y la grandeza de su poder. Todo esto
gracias a la fuerza que puso en acción para que Jesús fuera rescatado de
la muerte, resucitado y elevado al Cielo lleno de poder sobre lo que hay y haya, quedando la IGLESIA bajo su protección para que
continuara su obra.
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