Colaboración de “El Gran Serafín”
Andalucía
mía:
Que acurrucada en tu historia
duermes casi noche y día.
Andalucía mía:
Que noto, cuando estoy lejos,
el amor que te tenía.
Cavé
tus campos perdidos
para poderlos cultivar,
puse plantones de olivo
que empezaron a brotar
y, a los cuatro o cinco años,
fruto empezaron a dar.
Cuando ya estaban criados
me vinieron a confirmar
que no era rentable su fruto
y los tenía que arrancar.
Andalucía mía:
Que tus olivos te tapan del sol
que nos quema día a día
y te despiertan los trinos
de tus pájaros cantores
al amanecer de cada día.
La brisa te remoja y se respira
el aroma del tomillo y del romero
que en tus laderas se cría.
Pobre y rica Andalucía
que duermes y estás despierta
y, despierta, estás dormida.
Que nadie pueda arrancar
la raíz de tus olivos,
que la sombra que nos dan,
evita que el sol nos queme la piel
y hasta nos cure a la vez
las llagas que dejan ver
lo mucho que hemos sufrido
para retener los valores adquiridos.
Andalucía
mía:
Que alimentas a tus gentes
con el aceite y el pan
que por tus campos se crían
y remedian la pobreza
de tu riqueza perdida.
Sigue
durmiendo despierta,
sigue curando tu herida,
sigue siendo Andalucía
y te seguiré queriendo
con más ganas cada día.
Tierra
de Dios,
la lluvia moja tus campos,
te cierra las heridas
y el calor que te da el sol
hace que broten las plantas,
florezcan de esplendor
y el aroma que despiden
se perciba y se respire
como un milagro de Dios.
Andalucía mía:
Cuando amanezca un día
y tu claridad me dé
la visión que yo tenía,
volveré a pensar en ti
y soñando te escribiré
un verso lleno de amor
que pueda hacerte saber
lo mucho que te quería
y que no te olvidaré
en todo el tiempo que viva.
Andalucía
mía:
Reza por mí cada día,
porque no quiero perder
el amor que te tenía
pues, cuando vine a este mundo,
lo hice en Andalucía
y, cuando tenga que morir,
quisiera poderlo hacer
en esa tierra bendita…
¡Que también es mía!
Que acurrucada en tu historia
duermes casi noche y día.
Andalucía mía:
Que noto, cuando estoy lejos,
el amor que te tenía.
para poderlos cultivar,
puse plantones de olivo
que empezaron a brotar
y, a los cuatro o cinco años,
fruto empezaron a dar.
Cuando ya estaban criados
me vinieron a confirmar
que no era rentable su fruto
y los tenía que arrancar.
Andalucía mía:
Que tus olivos te tapan del sol
que nos quema día a día
y te despiertan los trinos
de tus pájaros cantores
al amanecer de cada día.
La brisa te remoja y se respira
el aroma del tomillo y del romero
que en tus laderas se cría.
Pobre y rica Andalucía
que duermes y estás despierta
y, despierta, estás dormida.
Que nadie pueda arrancar
la raíz de tus olivos,
que la sombra que nos dan,
evita que el sol nos queme la piel
y hasta nos cure a la vez
las llagas que dejan ver
lo mucho que hemos sufrido
para retener los valores adquiridos.
Que alimentas a tus gentes
con el aceite y el pan
que por tus campos se crían
y remedian la pobreza
de tu riqueza perdida.
sigue curando tu herida,
sigue siendo Andalucía
y te seguiré queriendo
con más ganas cada día.
la lluvia moja tus campos,
te cierra las heridas
y el calor que te da el sol
hace que broten las plantas,
florezcan de esplendor
y el aroma que despiden
se perciba y se respire
como un milagro de Dios.
Andalucía mía:
Cuando amanezca un día
y tu claridad me dé
la visión que yo tenía,
volveré a pensar en ti
y soñando te escribiré
un verso lleno de amor
que pueda hacerte saber
lo mucho que te quería
y que no te olvidaré
en todo el tiempo que viva.
Reza por mí cada día,
porque no quiero perder
el amor que te tenía
pues, cuando vine a este mundo,
lo hice en Andalucía
y, cuando tenga que morir,
quisiera poderlo hacer
en esa tierra bendita…
¡Que también es mía!
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