Colaboración de Paco Pérez
Capítulo I: Los hechos según la Biblia
Si nos detenemos un poco
comprenderemos que si los “pastores” y los “magos” no hubieran
protagonizado los hechos que se relatan en la Biblia entonces todo hubiera quedado oscurecido
y el Hijo de Dios no se hubiera manifestado,
es decir, dado a conocer al hombre.
Realmente lo
que debemos de celebrar es que el PLAN de Dios para el hombre
nunca se detiene y que en esa noche, valiéndose de los “pastores” y de
los “magos” Jesucristo pasó de ser desconocido
a conocido.
Con el paso de los años vas interiorizando estas contradicciones
y entonces interiorizas con fuerza que no aceptas estas ambigüedades y por eso
yo, hoy, voy a levantar mi voz, arriesgaré sobre si seré comprendido o no y,
para comprobar qué reacción puede haber, lo correcto es comenzar diciendo mi
pensamiento: [El acontecimiento
histórico real que ocurrió de manera sencilla en Belén hace 2012 años,
bajo la luz de una estrella esplendorosa, queda oscurecido por el costumbrismo bochornoso que el comercio ha implantado para vender, sin importarle que utiliza a Dios y pisotea la verdad de unos hechos. Todo esto ocurre porque
los que decimos que somos cristianos colaboramos y por eso el espectáculo del
circo siempre está lleno de público mientras que “El pesebre” cada vez está más solo y triste.]
Si el hombre no lee la
Biblia no puede conocer la realidad de la fiesta y
tampoco puede comprender lo que ha dicho el Papa sobre los animales del “Pesebre”.
A consecuencia de lo anterior lo que sí hace es criticar de
manera interesada, destruir y no edificar. Si todos hubiéramos
leído a ISAÍAS 60, 1-6 entonces comprenderíamos mejor que
los hechos ocurridos en Belén y en Jerusalén no fueron fruto de la
casualidad ni tampoco acontecimientos estancos. Ahora les propongo leer la profecía y después decidimos sobre si tenemos que creer
o si no:
[¡Levántate, brilla, Jerusalén,
que llega tu luz; la gloria del Señor amanece sobre ti! Mira: las tinieblas
cubren la tierra, y la oscuridad los pueblos, pero sobre ti amanecerá el Señor,
su gloria aparecerá sobre ti. Y caminarán los pueblos a tu luz, los reyes al
resplandor de tu aurora. Levanta la vista en torno, mira: todos ésos se han
reunido, vienen a ti; tus hijos llegan de lejos, a tus hijas las traen en
brazos.
Entonces lo verás, radiante de
alegría; tu corazón se asombrará, se ensanchará, cuando vuelquen sobre ti los
tesoros del mar y te traigan las riquezas de los pueblos. Te inundará una
multitud de camellos, de dromedarios de Madián y de Efá. Vienen todos de Saba,
trayendo incienso y oro, y proclamando las alabanzas del Señor.]
También leeremos a MATEO 2, 1-12 sobre el relato de los magos:
[Jesús nació en Belén de Judea en tiempos del rey Herodes. En esto, unos
magos de Oriente se presentaron en Jerusalén preguntando:
-¿Dónde está ese rey de los judíos que ha
nacido? Porque hemos visto salir su estrella y venimos a rendirle homenaje. Al enterarse el rey Herodes se
sobresaltó, y con él Jerusalén entera; convocó a todos los sumos sacerdotes y
letrados del pueblo, y les pidió información sobre dónde tenía que nacer el Mesías.
Ellos le contestaron:
-En Belén de Judea, así lo
escribió el profeta:
Y tú, Belén, tierra de Judá, no eres ni
mucho menos la última de las ciudades de Judá: pues de ti saldrá un jefe que será pastor de mi pueblo,
Israel (Miq 5,1).
Entonces Herodes llamó en secreto
a los magos, para que le precisaran cuándo había aparecido la estrella; luego
los mandó a Belén encargándoles:
-Averiguad exactamente qué hay de
ese niño y, cuando lo encontréis, avisadme para ir yo también a rendirle
homenaje.
Con este encargo del rey, se
pusieron en camino; de pronto, la estrella que habían visto salir comenzó a
guiarlos hasta pararse encima de donde estaba el niño. Ver la estrella les dio
muchísima alegría. Al entrar en la casa, vieron al niño con María, su madre, y
cayendo de rodillas le rindieron homenaje; luego abrieron sus cofres y como regalos le ofrecieron oro, incienso y mirra. Avisados en sueños de que no volvieran a Herodes, se marcharon a su
tierra por otro camino.]
Los PASTORES y los MAGOS son los primeros que acuden a la
llamada de Dios.
En aquellos tiempos la sociedad estaba regida por unas
leyes, igual que ahora, y dentro de ellas los pastores y los magos
estaban
proscritos. No eran considerados con los mismos derechos que el resto de los judíos.
Si reflexionamos
sobre esta realidad encontraremos algo
chocante que esclarece lo que es la
sociedad y lo que cada uno de sus integrantes representamos para Dios.
A Él se llega con más facilidad
desde la exclusión social que desde la opulencia…
¿Por qué será así?
Quienes no tienen nada no ambicionan porque saben que sobrevivir en
este perro mundo ya es un éxito, los magos y los pastores.
Los que sí tienen algo o mucho ambicionan tener más y laboran para
ello, razón que les impide ver lo que tienen delante, sólo tienen ojos para
encontrar los caminos que les permitan incrementar su bienestar. Aquí quedarán encuadrados los
habitantes de Jerusalén que
temieron perder con su llegada lo que ya tenían: el poder, sus posesiones,
sus costumbres…
Siempre hemos considerado como buenos a quienes
tienen y como malos a los harapientos. La vida, por esa regla de tres simple e inversa,
a los primeros les premia con más y a los segundos les castiga más que ya están.
Menos mal que el hombre indigente, si es creyente, tendrá su esperanza puesta en Dios porque sabe que Él hace
lo contrario que los hombres: [Permite ver con claridad a los pastores y
magos y ciega a los otros.]
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