Vísperas
de
San Antón
Colaboración de Paco Pérez
Capítulo
IV: El
costumbrismo, su evolución
Aunque se conservan ciertas costumbres de antes también
es cierto que se le han introducido algunos cambios. Éstos hay que achacarlos a
la EVOLUCIÓN
que ha experimentado la sociedad en los campos que inciden en la
celebración:
1.- Teníamos grandes deseos de fiesta y ahora
ya no es igual porque lo que tenemos es exceso de diversión todos los fines
de semana.
2.- Había penurias en la alimentación de
la población y estas fiestas se esperaban como agua de mayo porque las familias
hacían esfuerzos extraordinarios para mejorar en esa noche el tema, y ese
esfuerzo contribuía a que la participación fuera muy masiva. Ahora ya no
buscamos poder comer mejor porque, a diario, tiramos a la basura lo que antes
no encontrábamos en ninguna parte de la casa.
3.- Hay menos cohesión familiar y vecinal que
antaño y, por este modelo de relación, hemos pasado de lo colectivo
a lo individual. Por ello, como consecuencia lógica, estas celebraciones
encuentran ahora más dificultades.
4.- Teníamos más espíritu de sacrificio para
montar la fiesta alrededor de la lumbre y cada cual aportaba su grano de arena.
Ahora tenemos muy poco y preferimos asistir a las grandes macro-fiestas
porque nos lo dan todo resuelto y porque lo único que nos hace falta es llevar
dinero en el bolsillo.
5.- No teníamos TV en las casas y tampoco había
en el pueblo las discotecas. Estos dos elementos ayudaban a que las
mozas y los mozos que se “arrastraban el ala” tuvieran la noche de las “lumbres”
la oportunidad de convivir durante unas horas alrededor del fuego mientras comían,
bebían, cantaban, bailaban, contaban chistes y, sobre
todo, practicaban la “rueda”. Esta última era importantísima para
ellos porque les proporcionaba la oportunidad esperada para coger de la mano al
ser amado, mientras eso ocurría el deseo y la imaginación volaban
y volaban tan altos que tenían que pasarse muchos días para que dejaran de
viajar, entonces caminaban de nuevo por la tierra o por las piedras de nuestras
calles y ya vivían de nuevo la realidad de aquellos tiempos cargados de
prejuicios en el campo de las relaciones de amistad entre hombre y mujer. Como fruto de lo anterior hay que dejar bien claro que
después de esa noche muchos jóvenes se ponían novios.
ANALIZANDO el presente corroboro que en
2013, Villargordo sigue manteniendo viva la tradición de encender las
“lumbres” la noche del día 16 y que éstas siguen ardiendo en el mismo lugar
que antes, en las calles, pero también afirmo que tiene menos vigor que
en el pasado. Digo esto porque no se mantiene igual el número de ellas, ya que
ahora hay bastantes menos delante de los domicilios y muchas más en el
extrarradio del pueblo, es decir, en las zonas de cocherones y
solares.
Hace unos días el Ayuntamiento publicó un BANDO
para las fiestas de San Antón con la intención de regularlas. En él se
nos recordaba que quienes desearan organizarlas tenían que comunicarlo al Ayuntamiento
con unos días de antelación para que éste les suministrara la arena
que impediría que el asfaltado de las calzadas se deteriorara. Antes, como sólo
teníamos en ellas piedras o tierra, no se tenía que solicitar nada.
El día 14 de enero el Ayuntamiento
cumplió el plan propuesto y comenzó a repartir por el pueblo, a los vecinos que
se lo solicitaron, los montones de arena para que, una vez extendida, sobre
ella se enciendan esta noche las “lumbres”.
Los vecinos siguen trayendo del olivar el “ramón”
en los tractores o en las furgonetas, este es otro elemento
diferenciador de la fiesta. Este año, algunos villargordeños, no se han
dormido y ayer, día 15, ya estaban los vecinos de la “lumbre” que
se enciende todos los años en la puerta de la “Posada” descargando el “ramón”
con un tractor amarillo.
En los primeros momentos de encenderse la lumbre el
calor sigue siendo tremendo y el corro de los vecinos se abre mucho para
distanciarse de los efectos del fuego y una vez que se le baja el vigor al “ramón”
éstos vuelven a reunirse para comenzar con la tertulia y la celebración en un
plano más íntimo, igual que en el pasado. Llegados a este momento quienes iban
de paso se marchan y ya quedan quienes han organizado la juerga.
En el encendido de las lumbres también hay algo nuevo.
Antes, en las casas había leñeras y en todas había ramas secas y
hojarasca (las hojas secas del “ramón”) y estos dos elementos se
ponían debajo de la leña nueva para que prendiera con facilidad. Hoy ya no
tenemos esas viejas leñeras en las casas porque no se encierra el “ramón”.
Ahora no es problemático el encendido, se ponen unas pastillas de las que se
usan en las barbacoas y el problema queda solucionado.
La tertulia de la lumbre ya no es igual que en el
pasado porque antes todo era espontáneo y cada cual traía lo que podía, ahora
no. Todos se ponen de acuerdo y compran en el mercado lo necesario para la
noche.
Ya no se canta, tampoco se baila y a
nadie se le ocurre proponer jugar a la “rueda”… ¡¡¡Menuda niñería!!!
Ahora lo que sustituye a lo anterior es un buen equipo de música que inunda el lugar con los sonidos estridentes de
las últimas novedades del mercado discográfico juvenil y los más mayores, como
yo, que se acuesten y traten de conciliar el sueño, si pueden aislarse de los
ruidos.
Lo que sí se sigue manteniendo es el disparar
al aire con las escopetas cuando la lumbre está con las llamas en pleno
apogeo.
Las tradicionales “migas” casi han caído en desgracia yo apunto dos razones:
por comodidad y porque ya nadie sabe cocinar unas buenas migas de
harina, éstas necesitan una práctica que ya no se tiene debido a que antes se
hacían a diario, para desayunar, en los cortijos y ahora sólo
sabemos preparar las tostadas en el tostador, porque ya tampoco se encienden
lumbres en las casas, o la bollería de nuestros días.
He hecho el recorrido de la TRADICIÓN , las primeras fotos en la lumbre de la ermita, la que organiza la Cofradía del patrón.
Pensándolo bien… ¿He evolucionado en mis formas de
celebrarlo o es un sueño?
De inmediato ha saltado el automático del RECUERDO
y he escuchado una voz metalizada en mi interior que me preguntaba:
- ¿Ya no recuerdas que un 16 de enero de 1965, cuando estudiabas en Jaén el primer curso de
carrera, estuviste presenciando el encendido de la famosa lumbre de la cuesta
de “La Alcantarilla ”?
- Sr. Recuerdo, disculpe, usted ha tenido un
desliz. Admito que yo también fui joven, que así era en aquellos años y que por
ello, a pesar de estar fuera del pueblo, la llamada de las llamas de la “lumbre de San Antón” la escuché y acudí,
no pude dejar de responder a su propuesta. Pero por eso no me va usted a decir
que soy muy “sanantonero”, lo justo.
En Jaén, el día 17 de enero era y es laborable,
por esa razón la celebración de la noche del 16 no se equipara a la nuestra. El
estar en aquella lumbre un rato me sirvió de descanso, nada más. Digo esto
porque entonces estábamos en clase hasta bien avanzada la tarde y al llegar a
la pensión me esperaba otra jornada de esfuerzo, tenía que preparar los temas
del día siguiente.
Cuarenta y ocho
años después no tenía
que encerrarme en casa para preparar los temas del día siguiente pero sí tenía
que preparar para ustedes este trabajo. En este tránsito hay una gran
evolución:
1.- Ya no me interesa la diversión de esta noche
porque no me divierte, pero he pateado el pueblo mojándome a pesar de los
pesares.
2.- Aquella noche de Jaén cumplí con la tradición
y como estudiante y esta para ofrecerles en primicia las fotos de las pocas
escenas que se han producido. Entre ambas noches hay una gran diferencia, luego
hay evolución. Lo que hice antes fue porque era un deber y lo de ésta porque
ha sido un placer.
CONCLUSIÓN: Lo importante es hacer en cada momento aquello que
más nos ilusiona y que, si es posible, también haga felices a quienes nos
rodean. Seré feliz si lo he conseguido esta noche con ustedes y por ello les deseo que pasen una…
¡¡¡FELIZ NOCHE DE “SAN
ANTÓN”, con su lechón!!!
Ahora
las fotos que he tomado con múltiples dificultades por culpa del viento, la lluvia
y el paraguas:
1.- Al llegar a la ermita para presenciar cómo ardía
la primera lumbre.
2.- La leña ya estaba preparada, sólo faltaba la cerilla.
3.- Los problemas que pasaron los miembros de la
familia del Hermano Mayor para
conseguir que ardiera el “ramón”
mojado.
4.- Objetivo cumplido.
5.- Alfonso, padre del Hermano Mayor, nos propone un
deseo y le respondemos, las cuatro personas que estábamos: La esposa, el hijo,
Juan José García y el del disparador, con el tradicional... ¡¡¡Viva San Antón con su lechón!!!
Cuando las inclemencias pudieron con las llamas y las
apagaron Juan José y el que escribe iniciamos
el camino de regreso a casa por la calle San
Antón. No os podéis ni imaginar cómo estaba de montones de leña. Si
la noche no hubiera estado así creo que hubieran salido ardiendo los
cocherones, por la proximidad de las lumbres. Se me ha movido la foto y no ha merecido la pena
publicarla.
6.- Al llegar al fondo de la calle había una fogata en
sus inicios, nos vimos negros para pasar por las chuscas gigantes que se
desprendían en esos momentos. Tuvimos que cerrar los paraguas y mojarnos para
no quemarlos. Vean:
Después seguimos hasta 14 de Abril, Luna Alta, Pablo
Iglesias, otra vez Luna Alta, otra vez 14 de Abril, Ángel, Iglesia y Campanas. Aquí
me abandona Juan José porque ahí
tiene su domicilio.
El reportero intrépido continúa en solitario en busca
de imágenes por la plaza de la
Iglesia , Antonio López Zumaquero y Ramón y Cajal. Ahí me
encuentro de nuevo con los pirómanos de la lumbre de la ermita, los mismos
aparecen en las fotos del tractor y, debido al agua que caía en esos momentos,
todavía no arde.
Continúo por Miguel Torres y llego a casa bien mojado,
teniéndome que cambiar de ropa y calzado.
Mientras preparaba el trabajo he escuchado fuertes
explosiones, no sé apreciar su origen con precisión, pero de tenerlo que hacer
por obligación me inclinaría por afirmar que eran de cohetes.
Hasta mañana, espero que el tiempo me permita tomar
mejores imágenes y más cantidad.
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