miércoles, 23 de abril de 2014

SEMANA SANTA 2014


PREGONERO:
Santiago López Pérez
CAPÍTULO VII
SÁBADO  SANTO
Y
DOMINGO  DE  RESURRECCIÓN

El Sábado Santo es el día del gran vacío de Dios. Cristo ha descendido a los infiernos, es decir, ha compartido la misma muerte que cualquier ser humano; pero, la ha hecho nueva, ya la muerte no es el fin en sí misma, sino que, con Él, la muerte se ha convertido en la puerta necesaria que se abre para el encuentro definitivo y verdadero con Dios.

En Nuestra Parroquia se percibe ese vacío, esa ausencia, pues falta lo más importante: la presencia de Jesús en el Sagrario. El templo se convierte en un continuo ajetreo de unos y otros, en un continuo afán por embellecerlo lo mejor posible para dejarlo espléndido y celebrar, a la noche, con alegría y belleza, la Vigilia Pascual, la misa más importante de todo el año, en la que los villargordeños renovamos nuestro bautismo en las aguas que manan de Cristo, vencedor de la muerte. El pregón Pascual nos anuncia la nueva vida que empieza con Cristo, un nuevo amanecer para los hombres pues Jesús ha vencido la muerte.
El dolor y el sufrimiento de los días anteriores dan ahora paso a la fiesta de la Vida. Nuestra fe se fundamenta en la Verdad, está llena de sentido. Nuestra fe en Jesucristo, el Hijo de Dios, no es algo vacío, sino que está llena de vida. La Resurrección debería ser el gran acicate y revulsivo para vivir los hombres en la esperanza más gozosa y en el compromiso cristiano.
Las campanas del Domingo de Resurrección repiquetean y redoblan sus sones con intensidad, como queriendo compensar el silencio forzoso de los días anteriores, para anunciarnos que la imagen de Jesús Resucitado sale de Nuestra Parroquia a proclamar que la muerte ha sido vencida, que a todos nos corresponde tener confianza en la vida eterna junto a Él. Cristo nos anuncia con su presencia que Él ha resucitado y con Él toda la Humanidad. Esta victoria es nuestra seguridad y nuestra confianza, y la podemos vivir día tras día en cada Eucaristía.

DESPEDIDA

Permitidme ahora un recuerdo especial  para aquellos villargordeños que no pueden estar aquí, los que se encuentran postrados en el lecho del dolor y viven abrazados a la Cruz de Cristo, completando en su cuerpo lo que falta a la Pasión de Nuestro Señor. A ellos, que  conforman Nuestra Iglesia Sufriente,  mi más sincero abrazo y mi oración de súplica a nuestro Señor de la Salud para que les ayude y tenga compasión de sus sufrimientos.
Y a todos vosotros, muchas gracias por vuestra paciencia, por vuestro cariño y cercanía. Sabed que, como decía el poeta, “se canta lo que se pierde”, y el hecho de tener que vivir fuera de Villargordo, hace que se quiera mucho más a nuestro pueblo y a sus gentes.
Esta noche ha sido para mí todo un privilegio poder pregonaros la Semana de la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesucristo, la semana de la exaltación de la Vida. Todos los cristianos hemos de “predicar a Cristo a tiempo y a destiempo” y “¡ay de mí si no predico a Cristo!”.  Pero, no olvidemos que Semana Santa ha de ser todo el año en el corazón del cristiano.

He dicho.  
   

D. José Barnés Moral, acabada la intervención de Santiago, subió al estrado para dedicarle unas palabras de agradecimiento por su participación en el acto organizado. Intervino en representación de la Agrupación de Cofradías y Hermandades y le entregó un recuerdo conmemorativo del mismo.

A continuación también homenajearon a Pilar, su querida madre, haciéndole entrega de un ramo de flores.



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