Colaboración de Paco Pérez
Hace
ya algunos años que ocurrieron los hechos que, con el paso de los años, han
propiciado el recuerdo de unas vivencias.
Me
encontraba tomando con Alonso Jiménez
García unas copas y en el transcurso de la tertulia me comunicó que su hija
Ana Mari ya tenía carnet de conducir, había que celebrarlo y me propuso hacerlo
viajando una mañana a Mengíbar para tomar los afamados churros de la cafetería
“Zambombas” y así tendríamos la
oportunidad de comprobar su pericia al volante.
El
día elegido para poner en marcha la prueba fue el 5 de abril de 2011, a las
09:00 horas los tres pusimos rumbo hacia el pueblo vecino y Alonso me colocó de
copiloto pues quería que yo comprobara desde cerca cómo lo hacía la nueva
conductora. Viajamos por la vieja carretera y al llegar a la Casilla “El cura” el piloto del recuerdo se le encendió al gran Alonso y entonces comentó lo que le
ocurrió, hacía ya bastante años, al llegar al cambio de rasante que hay antes
de tomar el camino de la Casilla, viajando
con el inolvidable Sebastián Moral “El tonto Avelino”. Ya era muy mayor
cuando se compró un coche Seat 600 y
se metió a conductor, circunstancia que le venía demasiado grande y por eso casi
siempre iba acompañado de su inseparable Francisco
Jiménez Vallecillos “El Chápiro”,
su instructor.
Contrató
a Francisco y Fernando, conocidos popularmente como “Morenillos”, y Alonso
como albañiles para realizar unas reformas en la Casilla “El cura” y los
llevaba y traía con su flamante carro. Todos los días, el intrépido conductor
ponía en peligro su vida y la de los tres albañiles y él ni se percataba de lo
que hacía y de lo que les podía pasar. Antes de desviarse de la carretera para
tomar el dichoso camino terrero que los llevaba a la Casilla, en pleno cambio
de rasante, Sebastián viajaba por la izquierda un buen tramo y tocando el
claxon de manera permanente… ¿Por qué hacía esta absurda e irresponsable
maniobra?
Porque
de esa forma tenía un mejor ángulo de giro en el desvió y lo hacía a la misma
velocidad que llevaba, de haber ido por su derecha tendría que haber reducido
la velocidad, cambiar de marcha y, tal vez, hasta tener que pararse porque un
giro de 90º hubiera sido para él demasiado arriesgado... ¿Habría reanudado la
marcha si se le hubiera parado el coche en la rampa?
Estoy
seguro que ese hubiera sido un grave problema para él y por eso lo evitaba
haciendo esa peligrosísima maniobra.
Ellos,
se ponían las manos en la cara para no ver venir a otro coche y, mientras pasaban esos minutos, rezaban al
Señor de la Salud para que no viniera otro en dirección contraria en esos
momentos.
Como
es lógico, Alonso todavía movía la cabeza de un lado a otro para desaprobar lo
que hacía y quizás sea la única historia que cuente sin soltar una carcajada.
Todavía siente miedo con ese recuerdo.
Una
vez en la cafetería, mientras degustábamos los churros con chocolate, hablamos
de varios temas y de nuevo la mente viajó al pasado y nos regaló el recuerdo
cariñoso de las escenas que vivimos los dos con nuestro querido e inolvidable Juan Martos Torres “Chocolate” en ese mismo establecimiento…
¡¡¡Qué tiempos aquellos!!!
Yo
conducía entonces y fuimos muchas veces con él a esa churrería para que tomara un
autocar de la empresa “Sepulvedana” y se marchara a Madrid a presenciar el
partido de nuestro querido Real Madrid. Teníamos acordado que yo era su taxista
y él nos invitaba al desayuno, así estuvimos varios años.
Juan
era tan especial que no se preocupaba por nada, su principal problema cuando
viajaba a Madrid era cómo llegar a Mengíbar y cómo regresar le importaba un
comino. Que el partido acababa más tarde y perdía el tren de regreso pues
dormía allí y volvía al día siguiente. Por esta filosofía una vez fue a la
estación de Atocha y se encontró con que el tren había partido y le informaron
en las oficinas de que ya no habría nueva salida hasta la mañana siguiente. A
la salida de la estación hizo preguntas por si había otras posibilidades de
viajar esa noche y un avispado taxista se le ofreció para llevarlo hasta Ciudad
Real por la módica cantidad de 30000 pesetas, allí podría tomar el tren para
Jaén. Lo tomó como un paleto y Juan le respondió:
-
No está mal la idea pero como allí tomaré mañana el mismo tren que sale de aquí
antes pues me quedo en Madrid esta noche y me ahorro el viaje hasta Ciudad real.
Como
ya era tarde y el tren salía temprano pues decidió que esa noche la pasaría en
un bar que permanecía abierto toda la noche. Cuando entró en él se encontró
inmerso en un ambiente cutre, sin espacio para estar sentado y fue un
espectáculo escucharle sus ocurrencias cuando nos describía a los personajes y
a las escenas que protagonizaban los que allí estaban. Pillar una silla junto a
una mesa o un taburete en la barra era un privilegio, pues podías dar unas
cabezadas, pero muchos como él se tuvieron que pasar la madrugada de pie y lo
máximo que podían hacer era ponerse como los gallos, a una pata, para hacer
descansar así a la otra. Las escenas de los que estaban en las mesas y en los
taburetes de la barra eran increíbles por las posturas que tomaban durmiendo,
los cabezazos que daban y los ronquidos que se escuchaban.
Muy
temprano abandonó el local, se marchó a desayunar a la cafetería de la
estación, sacó su billete y viajó hasta Espeluy. Una vez allí llamó por teléfono
a su hermano Luís “El bala” para que fuera a por él.
Cuando
terminamos los churros regresamos al pueblo y, durante el trayecto, acordamos
continuar el viaje hasta la cortijada de Almenara
porque desde allí había buenos paisajes y los fotografiaríamos.
Al
llegar a la Casilla de “El almendrao” hicimos una parada y
estábamos tomando fotos cuando se presentaron Sebastián “Galgo viejo” y Manolo
“Coco gordo”, iban a por cardillos.
Les
informamos del motivo de nuestro viaje y a dónde íbamos, después nos despedimos.
Estábamos
ya en la cortijada, fotografiábamos a todo lo que se movía o estaba parado:
Después
fuimos hasta el cortijo de Braulio pues Alonso se llevaba muy bien con ellos y los
saludamos.
Nos
despedimos y seguimos con nuestro recorrido por aquellos parajes y entonces se
presentaron los cardilleros, ya
habían recolectado la cosecha y los sacos iban hasta la boca. Charlamos y
continuamos juntos con las fotos de los paisajes y de los aperos que los
cortijeros tenían abandonados en las eras para la chatarra.
Sin
esperarlo, el señor “Coco” se subió a un viejo tractor de cadenas y me gritó:
-
¡¡¡Échale una buena foto al “tractorista
de la Gata”!!!
Así fue cómo nació este nuevo apodo para Manuel Moreno Vivanco. Él es un experto conductor de vehículos de dos ruedas pero los de cuatro no puede conducirlos porque se lo tiene prohibido la Dirección General de Tráfico y la razón es bien sencilla, nunca intentó sacarse el carnet de conducir de segunda.
A
Manolo le gusta gastar bromas más
que a Cristiano Ronaldo meter goles. Por esa razón, el 28 de diciembre de 2014,
quiso darme la INOCENTADA con este mensaje por Washaps:
Yo
leí detenidamente lo que ponía y pasé al ataque con este texto por el mismo
medio:
Todavía
estoy esperando su respuesta, el incendio quedó apagado de inmediato.
A
continuación tomé prestado de Manolo su papel de “bromista” en ese día y se lo
mandé a un gran amigo, Antonio Martos
Serrano “Mi fisio favorito”. Alteré
su tranquilidad cuando se generó entre los dos este intercambio de mensajes, vía
Washaps. Yo siempre usé las teclas y él hizo una combinación de mensajes con
teclas y audios. Después de leerlo me respondió con este texto:
-
Paco, que eso no es verdad.
En
menos de dos minutos me envió estos audios, os transcribo sus contenidos:
1.-
Paco, que eso no es verdad chiquillo… ¿Cómo va a venir “Juego de Tronos” a
rodar en Almenara? ¿Y te lo habrás creído? ¡¡¡Me cago en la orden puta!!!
2.-
Espérate, que he hablado yo con el corresponsal de Villargordo y me ha dicho
que sí es verdad. Vamos a presentarnos al “casting” a ver si nos cogen de jefes
de bar, aunque sea de los “dragones de la Calexis”.
¡¡¡Venga,
estamos en contacto!!!
Tres
minutos después se me ocurrió la idea de continuar con la broma, entré en el
mensaje de Manolo y le reenvié al amigo Antonio el mismo mensaje:
-
Se nota que vives demasiado atrasado, de cuando eras “tractorista con la Gata
Rabiosa”.
Hace
un mes que me apunté yo para participar, lo hice en la droguería de Sebastián.
No
sé si quedan algunas plazas de muleros, yo me apunté de tabernero el jueves
pasado y quedaba una de cocinero. Me lo mandarán por e-mail.
En
dos minutos me teclea estos tres mensajes:
1.-
¡¡¡Jajajajajaja!!!
2.-
Joer, luego iré a la droguería a ver qué plazas quedan y de qué.
3.-
Yo la quiero de mamporrero, a poder ser.
Cinco
minutos después recibe de mí este otro mensaje:
-
Date prisa, quedaba una libre. Esa será tuya aunque tardes en apuntarte pues
hay demasiados caballos allí.
He
recibido, por la agencia de noticias Reuter, esta noticia por fax: <Ya le han probado el traje a Braulio y le
está chico.>
Dos
minutos después me troncho de risa cuando leo:
-
Paco, no te pillo… ¡¡¡Explique moi!!!
¿Quién es Braulio?
Dos
minutos después le respondo así:
-
¿No sabes quién es Braulio?
Pues le
preguntas a tu mama.
Yo
creía que Ana Serrano “Cotota” sí sabría explicarle a su hijo
quién era el tal Braulio, famoso cortijero de Almenara, porque en los audios
primeros se escuchaba perfectamente su voz y por eso se me ocurrió remitirlo a
ella pero descubrí que me equivoqué cuando un minuto después recibo este nuevo
mensaje por audio:
-
Paco, dice mi mama, que a ese hombre no
lo conoce ella. A mí me suena el nombre pero, dice mi madre, que ella no sabe
quién es…
¡¡¡Explícate
chiquillo!!!
Dos
minutos después vuelva a la carga con este texto:
-
¡¡¡Ya sé, ya sé… el cura!!!
Al
cura al que se refería es un señor laico al que su madre transporta cuando
viene todos los meses a la parroquia para dar una charla de formación a las
señoras mayores de la “Asociación de la Medalla Milagrosa”.
Inmediatamente
me puse a escribir un texto para contestarle y dar por finiquitada la broma
pues ahora creo que ambas partes nos dimos cuerda para pasarlo bomba con las
ocurrencias que estábamos teniendo.
Once
minutos después le envié este fin de fiesta:
-
Me iba ya pero he escuchado desde lejos el aparato y he acudido.
Todo
ha partido del “Coco Gordo”. Se quiso quedar conmigo y yo me quedé con él
mandándole el texto que después me sirvió para ti. Él es el “Tractorista de la
Gata” desde que estuvimos en Almenara y se subió a un tractor viejo y lo grabé.
Braulio
es un señor almenareño, hijo de una señora muy famosa en nuestro pueblo y
apodada la “Gata Rabiosa”.
La
tecnología, bien usada, regala momentos de felicidad como el que hemos vivido.
Todo hay que agradecérselo al “Coco”. Me he mondado con tus grabaciones y escuchando
a tu mama al lado de apuntadora.
Corto,
me voy con los caballos del ajedrez y con los otros ya trabajarás tú en el
rodaje del “casting”.
Prueba
con los tuyos la broma y te mearás.
Un
abrazo campeón.
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