Colaboración de Paco Pérez
Hace
unos años recibí un e-mail, en PDF, sobre esta historia y la curiosidad me
llevó a guardar el documento porque mi mente recordó que:
-
Quién no pronunció o escuchó alguna vez… ¡¡¡Esto es el coño de la Bernarda!!!
Este
dicho o expresión la hemos empleado cuando queríamos manifestar a otros que
lo que vivimos o vemos está desordenado o confuso. Podríamos aplicarla, en nuestros
días, a la actual situación socioeconómica o política de nuestro país si se nos
pidiera que resumiéramos en pocas palabras la impresión que tenemos de ella.
La
verdad es que nunca me había interrogado sobre el origen de la expresión pero
encontrarla ese día me llevó a meterla en una carpeta y hoy la he desempolvado
para ofrecerla como curiosidad histórica de nuestra Andalucía, tan propensa a
estas cosillas.
Contrastando
la información entré en ¡RADIO TIERRA
VIVA!, ahí estaba el mismo texto y las imágenes. Además, también informa de
que Granada, Ciudad Real y Sevilla se
reparten el origen de esta expresión y que Manuel
Talens trató la historia de Bernarda en uno de sus libros.
Tomo
prestadas las imágenes y por eso os digo… ¡¡¡Gracias!!!
Al
parecer, una mujer, de nombre BERNARDA, de la que se decía que era hija natural
del rey musulmán ABEN HUMEYA, y nacida en torno a mediados del S. XVI, en
ARTEFA, pequeño pueblo de las ALPUJARRAS granadinas, era una reconocida
santera; a caballo entre ambas religiones, en unos tiempos difíciles,
recorría las calles de ARTEFA armada con sus tablillas de oraciones, mezcla de
versículos coránicos y cristianos (quizás la única depositaria de los famosos
LIBROS PLÚMBEOS del SACROMONTE), y era la sacristana de la pequeña ermita
en la que los artefaños guardaban y veneraban la imagen reverendísima del
SEÑOR DEL ZAPATO.
[Esta es una de las
imágenes más queridas y veneradas de Granada, atribuido a Pablo de Rojas, y a
quien la tradición supone muchas dádivas entre aquellos que le rezan con fervor.]
Aunque
la fama, como hemos dicho, le venía de santera, que lo mismo enderezaba la pata
torcida de un cordero, como remediaba las más diversas dolencias, como dirigía
los rezos en ausencia del cura… por lo que era, ciertamente, mujer
conocida y querida entre sus vecinos.
Una
buena noche la mujer fue sorprendida por unos toques en la puerta de la pequeña
ermita en la que, normalmente, solía habitar en una pequeña dependencia aneja.
Asustada abrió la puerta y vio que, embozado en su capa, no sabiendo muy bien si
por el frío o por salvaguardar su intimidad, se encontraba D. AURELIO DEL ALTO OTERO, a la sazón segundo Conde de ARTEFA, que venía, pese a lo alto de la madrugada a
solicitar su consejo ya que, según él, había tenido un sueño que le tenía
profundamente alterado: [Tuve una visión
en la que vide los graneros de ARTEFA todos vacíos, y secos, con homnes e
mulleres famélicos, que ploraban lagrimas a sus puertas y nadie podía façer
nada. De repente, en medio de todos eles, aparecíase el Conde mesmo, lamentándose
por la suerte de las gentes de su pueblo, y sin poder façer nada, alzaba los
ollos al cielo esperando una respuesta, aparecióse entonces la figura, que él
creyera, de SAN ISIDRO LABRADOR y una voz en el cielo que decía desta manera:
San ISIDRO labrador, quita lo seco y devuélvele la verdor…].
Sorprendióse
la buena mujer con el relato del Conde y contóle que ella había tenido otro
sueño parecido una noche en la que se acostó apesadumbrada por haber dedicado
su vida a los demás, no haberse casado y no haber tenido hijos, pues, según
ella: [No es buena la mujer de cuyo higo
non salen fillos.].
Pero
que en ese momento apareciósele, de semejante manera, en su habitación la figura de San Isidro labrador que metiéndole la mano en la raja,
de donde gustóse tanto la santa mujer que creyera entender por fin, el
significado de la expresión “tener mano
de santo” y al punto casi de morir, por el arrobamiento experimentado,
creyó ella oír, por boca del santo labriego, la misma expresión: [San Isidro labrador quita lo seco y le
devuelve el verdor…].
Tras
compartir su sueño con el Conde, díjole:
-
Las cosas del Senyor no son para los
ignorantes entendellas, por eso fuera la divina misericordia las que las
desentrañase, si plúgole a Dios esa gracia.
El
Conde se fue, casi con la misma duda que traía, pero lo cierto es que, desde su
entrevista con BERNARDA, las cosechas de ARTEFA se sucedieron sin parar y no
hubo la hambruna temida por el Conde a raíz de su sueño.
Por
eso, el Conde, hombre religioso y devoto, donde los hubiera, compartió el
secreto de su visita a donde la BERNARDA, con el cura del lugar, D. HIGINIO
TORREGROSA, quien, en la homilía del día siguiente se dedicó a cantar, desde el
púlpito, las alabanzas de Dios que tantos “bienes
e menesteres plugóle mandar sobre esta sancta terra nuestra de ARTEFA, por
mediación de la muy noble, e sancta muller de BERNARDA, o más bien, por medio
del figo della, o sea, del coño suyo benedito”.
Con
todo, había un artefaño conocido
como Manolico “ EL tontico”, que se pasó todo el día en la plaza del pueblo
gritando a voz pelada:
-
Que non se creyera lo de la sancta BERNARDA, que ninguna muller es sancta por
donde mea, así en el infierno arda.
Indignada
BERNARDA con estas palabras mandólo traer a su presencia y allí, en la intimidad
de la ermita díjole:
-
Mete tu mano en el coño bendito, a ver si miento, en lo que siento y sea tu
escarmiento”.
Hízolo
así el pobretico Manolico “ EL tontico”, que desde entonces, pues
nadie vio el milagro escondido, se hizo el más célebre predicador del figo
benedito de su paisana artefaña por
toda la Alpujarra granadina.
Las
bendiciones se sucedían sobre el pueblo de Artefa,
diciendo las crónicas que: [Todos los
homnes, e mulleres, de los derredores, allegábanse a casa la BERNARDA,
a tocar su coño benedito, y por doquiera la abundançia manaba las mulleres
daban fillos sietemesinos fuertes como cabritillos, las guarras parían
cochinillos a porrillo, las cosechas se multiplicaban y hasta las gallinas
empollaban ovos de sete yemas…].
Más
BERNARDA murió, como corresponde a todo ser mortal, y la enterraron entre gran
llanto y duelo de sus gentes, que a partir de ese momento, como maldecidos por
la ausencia de la buena mujer, sufrieron en sus carnes todo lo que aquella,
quizás en vida evitara: Terremotos, abortos en el ganado y las mujeres,
cosechas baldías, todo parecía perderse y la vida se malograba en Artefa… Sin
embargo cuenta la leyenda que un buen día: [Una muller del pueblo, ploraba lágrimas de seus ollos al sepolcro
della, vióse sorprendida por unas luminarias que ascendían del sepolcro,
asustada e enloquecida corrió a presencia del señor cura párroco, que ordenó
desenterraran el corpo morto de la Bernarda, hallando, todos los presentes, con
el notario de Artefa al frente, que la Bernarda polvo era, como es la suerte de
nuestros padres, salvo su figo incorrupto, rojo y húmedo qual breva.].
El
párroco, D. HIGINIO TORREGROSA, ordenó el traslado del despojo santo a la
parroquia donde, enseguida, lo colocaron en un relicario, llamado desde
entonces el “COÑO DE LA BERNARDA”, por la urna de oro y la forma de lo que
dentro conservara y que no hubo nadie que al contacto del relicario no
recuperara la abundancia en cualquier empresa que emprendiera.
Tanta fe le tenían en Artefa al “COÑO DE LA BERNARDA” que el propio
párroco, y siempre según las crónicas, decidió, junto con el Ayuntamiento de la
ciudad: [Elevar el asunto a la
disquisiçión de los notables de la Sancta Madre Ecclesia Metropolitana de
GRANADA, solicitando, si pluga a ella, la sancta e pronta canonizaçión de
la santa Bernarda de Artefa.].
Al
parecer, el por aquel entonces Arzobispo de Granada, D. PEDRO CASTRO VACA Y
QUIÑONES, más preocupado en vigilar de cerca a los moriscos falsamente
convertidos a la “fe verdadera y noble
de nostro Senyor IesuChristo”, y alentando a la Inquisición, no estaba mucho por la labor de apoyar una petición de
canonizar a una santera nada más conocida en su pueblo, amén de que, como
expresivamente decía la misiva, remitida al Ayuntamiento de Artefa: [Dicen los senyores teologos e dominicos desta Ecclesia de Granada que
nunca oyóse en toda la christiandad, que el Senyor Papa gobierna, y Christo
benedice, que nada bueno saliera del coño de una muller, a no ser el
Senyor mesmo IesuChristo, de su Sancta Madre, con todo Virgen, e que por eso la
devoçión popular del “COÑO DE LA BERNARDA” era cosa perniçiosa que debía ser
desterrada, so pena de mandar la Inquisición a façer las pesquisas oportunas.].
Con
tal respuesta, D. HIGINIO TORREGROSA, según siempre las crónicas: [Una noche del 9 de Abril, del año de
Nuestro Senyor IesuChristo de 1.609, alumbrado solo por dos candelas, y con el
notario por único testigo dello, colocó el sancto reliquario del coño de la
BERNARDA, tras un emparedado debaixo de la ventana de la Sacrestía, donde
permaneciera hasta que la Ecclesia mudara su razonamiento sobre este singular
suceso, y así la buena BERNARDA trajera de nuevo la benediçión sobre el pueblo
della.].
Y no sé si verdad o mentira, esto es lo que se cuenta del célebre “COÑO DE LA BERNARDA”, con todo, si
queréis saber algo más de la historia, podeís leer la crónica, que en su día
redactara D. HIGINIO TORREGROSA titulada: [Relación
de las cosas verdaderas que acotescieron en las Alpuxarras en lo que se refiere
á una piadosa muller llamada la Bernarda, y al coño della, que fizo grandes
milagros para la gloria eterna de Dios nuestro Senyor y de la Sancta Madre
Ecclesia, escrita por el Licenciado Higinio Torregrosa, Cura Propio de la
Ecclesia del Sancto Christo del Zapato desta ciudád de Artefa.].
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