Colaboración de José Martínez Ramírez
Son las seis menos cuarto de la mañana, cada vez
madrugo más, será la edad. He soñado que estaba cazando corzos, la mañana era
primaveral y el rocío cubría los brotes verdes que le dan ese color tan
espectacular al campo. Pues bien, después de pegarle un taponazo al bicho que
por la envergadura de sus cuernas era medalla, al dirigirme con un puñado de
yerba hacia su boca para la foto, como hacen los cazadores profesionales en los
vídeos cinegéticos, resulta que era un perro más viejo que el sol y más feo que
tirarle la casa a un hijo.
Una manzana colgada de un árbol con esa frescura y
esos colores jóvenes y claros. El sueño de un niño apenas perceptible al oído.
Un cielo diáfano después de la tormenta. La manzana con el tiempo tornará esos
colores por otros oscuros y ajados y en su interior aparecerá algún gusano
gordo y desagradable. Al niño le saldrá pelo rizado y grueso, le crecerá la
tripa, se le descolgará el paladar y roncará como un león viejo. El horizonte
del cielo, en el mejor de los casos, se
pondrá negro como el carbón por la contaminación.
A los componentes de los partidos políticos les
pasa lo mismo, sus comienzos están cargados de ilusión y sueños, quieren cambiar
el mundo por otro mejor, con trabajo y tesón; acabar con el paro y el
terrorismo; proporcionar vivienda y trabajo digno para todos, etc. De ahí pasan
a decir lo que la turba quiere escuchar y a no cumplir sus promesas. Y, como último
servicio a sus votantes, trincan hasta los fondos de los huérfanos; el aire que
respiramos y a la madre que nos pario. Antes de ser procesados con sentencias
irrisorias e insultantes, por el agravio comparativo con otras de menor entidad
económica. Después llegan los juicios mediáticos, más parecidos a un circo que
a una justicia justa y coherente.
Los que hace tiempo dejamos los quince años atrás
sabemos que los sueños no suelen cumplirse con la frecuencia que deseamos. Pasan
las cosas y punto. Ya versó los sueños Calderón y no han cambiado, solo el
escenario y los actores, el deseo y el sentimiento es exacto al de antes.
Con el nuevo panorama político pasa que, los que
hemos votado al PP, muchos nos sentimos decepcionados y cabreados por dejar en
bandeja a la contrariedad las carteras ministeriales. Gracias a los continuos
escándalos de cierra ya la mano que ahora la pongo yo.
Podemos nos llega con una fuerza y un descaro
insultantes, de hecho, humilla al que parece ser su novio/a, solicitando
carteras por imposición. Muchos de sus votos son hijos de la decepción; otros
de jóvenes cabreados, atrevidos e ignorantes y, otros muchos, de seres humanos
que aún tienen la capacidad de soñar.
¿Llegará a cumplirse
ese sueño o nos añadirán más metros al “bulevar de los sueños rotos”?
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