Colaboración de Jacinto Cobo Moreno
Vivimos
en tiempos complicados, donde muchas cosas se han vuelto del revés. Yo pensaba
que el trascurrir del tiempo traería bienestar y sosiego pero nada más lejos de
la realidad. Algunas de estas realidades son consecuencia de nuestros actos más
recientes.
Pertenezco
a la década del “baby boom” (boom de
la natalidad, años sesenta), luego ya soy mayor. Conocí, en los años setenta, las
postrimerías del franquismo; eran años de escasez, miedo y falta de libertades
pero no de hambre, este hecho es anterior a mi nacimiento, pues en mi niñez
todos teníamos lo justo pero tirábamos hacia adelante. No nos sobraba de nada
pero tampoco se pasaba hambre, por lo menos la mayoría, pues la gente emigraba
para ganarse la vida bien a Madrid, Cataluña, País Vasco, Valencia o al extranjero
(mi padre y mis hermanos así lo hicieron) y, en general, todo el mundo
“tiraba”.
Con
esto sólo he pretendido hacer un breve relato de lo que ocurría entonces pero
mi reflexión no va sobre este tema y sí sobre la llega de la democracia y, con ella, las deseadas libertades. Esto de la “democracia” lo teníamos todos idolatrado, creíamos que con ella todo
se arreglaría pero nada más lejos de la realidad. Bajo mi punto de vista llegó
porque así le interesaba al “sistema
capitalista” y a sus “oligarcas”,
lo hicieron para perpetuarse en el poder después de que muriera Franco,
recordemos que él lo hizo en la cama
y, con él, su régimen.
Después
de cuarenta años de dictadura franquista,
en dos días (tres años), “nos cargamos
un régimen” y “montamos otro nuevo”
pero éste diferente… ¡Democrático y
constitucional!
Decía
la canción:
-
¡Qué alegría, por fin llegó la cosecha,
llegó la cosecha hermanos!
Se
fabricó la Constitución por las
mentes más ilustres del Reino. Una ley magna, salvadora y de obligado
cumplimiento o eso pensábamos entonces, bueno, pensaban ellos porque yo en
aquella época era adolescente. Esta ley magna tiene algunos artículos curiosos,
los cuales incumplimos continua y flagrantemente año tras año. Y digo bien,
incumplimos, ya que lo hacemos todos en general o por lo menos permitimos que
todos los gobiernos de la democracia los hayan incumplido, por ejemplo, en el Artículo 47 se dice: [Todos los españoles tienen derecho a
disfrutar de una vivienda digna y adecuada. Los poderes públicos
promoverán las condiciones necesarias y establecerán las normas pertinentes
para hacer efectivo este derecho, regulando la utilización del suelo de acuerdo
con el interés general para impedir la especulación.].
Luego
resulta que tenemos unas normas por detrás y éstas hacen que las familias más
humildes puedan ser desahuciadas de sus hogares.
También,
en el Artículo 35 se nos que dice: [Todos los españoles tienen el deber de trabajar
y el derecho al trabajo, a la libre elección de profesión u oficio, a la
promoción a través del trabajo y a una remuneración suficiente para satisfacer
sus necesidades y las de su familia, sin que en ningún caso pueda hacerse
discriminación por razón de sexo.].
Y…
Bueno, me callo.
El
capítulo de las Comunidades Autónomas
es una chapuza como un piano porque “café
para todos” menos para el País Vasco y Navarra, cómo se entiende que ahí se tribute menos que en las
demás, y ahora Cataluña dice que… ¡Por aquí!.
Ah,
y a saber, esta norma magna es más o menos intocable, excepto cuando se ve en
peligro el bolsillo de los intocables, entonces es cambiada con alevosía,
nocturnidad y en veinticuatro horas.
Otro
que encuentro gracioso es el que habla de la Corona, donde se hace al Rey
intocable… ¡Sí, intocable!
Leamos
el Artículo 56, 3: [La persona del Rey
es inviolable y no está sujeta a responsabilidad. Sus actos estarán siempre
refrendados en la forma establecida en el artículo 64, careciendo de validez sin
dicho refrendo, salvo lo dispuesto en el artículo 65, 2.].
En
ningún estado de derecho que se precie
existe una figura intocable ya que todos somos iguales ante la Ley.
Se
sabe, o se conoce, que este tipo de leyes son genéricas y que por detrás se
articulan otras leyes de menor rango que las reglamentan. Pero es que llevamos
casi cuarenta años ya con ella y esta situación no tiene visos de resolverse;
al revés, se agudizan los problemas más, como estamos sufriendo, en épocas de crisis
como la actual.
No
es de recibo que se cambie la Constitución
para asegurar el cobro de la deuda estatal,
por parte de los acreedores, y que se permitan
los desahucios, incumpliendo de este modo un artículo constitucional. No es
de recibo que se auxilie a los bancos,
sociedades privadas, y se deje tiradas a
las familias más humildes (véase desahucios, cortes de luz eléctrica, cortes de
gas, etc.).
Con
todo lo expuesto y, aun sabiendo que por encima de todo están las personas,
bajo mi punto de vista, lo más grave que nos está sucediendo en estos momentos
es el desafío independentista catalán. Si no sabemos resolver este
problema todos los demás se agudizarán. Esta autonomía incumple un día sí y el otro
también la Constitución y esto
tampoco es de recibo. Por este motivo, y
todos los demás, anteriormente expuestos, debemos cumplir y hacerla cumplir, como
norma general y básica del Estado,
esté quien esté gobernando. Si hay que modificarla para que
quepamos todos se modifica pero hay que empezar por cumplirla y hacerla cumplir, en todos y cada uno de
sus artículos.
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