Colaboración de Paco Pérez
EL ESPÍRITU SANTO ACTÚA
En
la Biblia encontramos la historia de
nuestra creencia y gracias a ella hemos podido conocer los distintos personajes
que fueron apareciendo dentro del plan que Dios
estableció para los hombres. Comienza mostrándonos esas primeras relaciones con
el Padre; un tiempo después nació Jesús, creció, desarrolló su acción
evangelizadora, murió, resucitó, se mostró a sus discípulos y ascendió a los
cielos. Después, con los hechos vividos por los protagonistas en directo y por
las gentes que había en aquellas fechas en Jerusalén, irrumpe con fuerza la
figura del Espíritu Santo.
Cuando
se manifestó a los hombres vino acompañado de los efectos propios que siempre
lo hace y en este día también tuvo sus particularidades propias.
Comenzó
con efectos auditivos, está en HECHOS
2,1-2: [Al llegar el día de Pentecostés,
estaban todos reunidos en un mismo lugar. De repente vino del cielo un ruido
como el de una ráfaga de viento impetuoso, que llenó toda la casa en la que se
encontraban.].
Después
de manera visible, también en HECHOS 2, 3-4: [Se les aparecieron unas
lenguas como de fuego que se repartieron y se posaron sobre cada uno de ellos;
quedaron todos llenos del Espíritu Santo
y se pusieron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les concedía expresarse.].
Por
último, su poder empujó a quienes lo recibieron a perder el miedo y a dar
testimonio de Dios, lo comprobamos en HECHOS
2, 5-11: [Había en Jerusalén hombres piadosos, que allí residían, venidos de todas
las naciones que hay bajo el cielo. Al producirse aquel ruido la gente se
congregó y se llenó de estupor al oírles hablar cada uno en su propia lengua.
Estupefactos y
admirados decían:
- ¿Es que no son
galileos todos estos que están hablando?
Pues ¿cómo cada uno de
nosotros les oímos en nuestra propia lengua nativa? Partos, medos y elamitas;
habitantes de Mesopotamia, Judea, Capadocia, el Ponto, Asia, Frigia, Panfilia,
Egipto, la parte de Libia fronteriza con Cirene, forasteros romanos, judíos y
prosélitos, cretenses y árabes, todos les oímos hablar en nuestra lengua las
maravillas de Dios.].
Ha
quedado patente cómo actuó el Espíritu
Santo, mostrándoles la eficacia y la fuerza de Dios para hacer cosas únicas, lo hemos comprobado con estos
ejemplos pero en otras ocasiones también actuaba, no se manifestaba con estos
formatos y nadie lo veía pero siempre estaba detrás de las acciones que
sucedieron:
Felipe fue perseguido y tuvo que huir de Jerusalén para no sufrir el martirio, el Espíritu se puso a su lado, recibió su
fuerza y sus actos para servir a Dios se transformaron en acción misionera.
Pedro fue empujado por el Espíritu a realizar
algo que estaba prohibido por el judaísmo, sentarse
a comer con los paganos pero él lo hizo con el centurión Cornelio y su familia a pesar de que
eran considerados como tal.
Este
acontecimiento se suele presentar como la conversión de Cornelio pero los entendidos afirman que la realidad es otra bien
distinta, fue la conversión de Pedro…
¿Por qué opinan así?
Porque
él fue quien cambió el comportamiento discriminador que le habían inculcado hacia
los paganos y lo hizo porque el Espíritu
Santo actuó en silencio sobre él y le hizo comprender que “Dios no hace acepción de personas”.
En
Pablo la acción cambiante del Espíritu se muestra más visible pues
pasa de perseguir a Jesús a defenderle y a predicar
su doctrina. Para él el Espíritu Santo es el Espíritu de Jesús, quien lo envió a la acción
evangelizadora y la manifestación del poder y la fuerza de Dios, luego él sólo era un
instrumento para hacer cosas.
Sobre
el Espíritu debemos recordar siempre
que: Sigue mostrando el camino a los hombres y que, a veces, éstos nos resultan
raros y difíciles de transitar; es conferido por el bautismo o por la
imposición de las manos; para escucharlo hay que atender primero el mensaje de
quienes siendo diferentes tienen algo nuevo que decirnos y que si deseamos ser
instrumentos suyos deberemos de comenzar por serle antes dóciles.
Los
ejemplos propuestos nos presentan unas actuaciones humanas diferentes pero que al
analizarlas con tranquilidad comprobamos que se pusieron en marcha porque estuvieron
inspiradas en una causa común, la
intransigencia hacia lo que desean o piensan los demás: Por eso fue
perseguido Felipe, Pablo persiguió a Jesús y sus seguidores y Pedro
hacía acepción de personas con los paganos.
Pasaron
los años pero los temas diferenciadores de entonces siguen vigentes en nuestros
días y causando el rechazo hacia los otros por el simple hecho de serlo. Ocurre
en la religión, la persecución ejercida
contra los cristianos coptos en Egipto; en la política, cuando los separatistas silban al himno en actos públicos
y cuando el color diferente de la piel ya es motivo de rechazo.
Evangelizar no es dar
publicidad al mensaje de Jesús, sino ponerlo en marcha dando ejemplo porque sólo
podremos convencer a los demás si ya estamos convencidos nosotros.
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