Colaboración de Paco Pérez
Capítulo I
SUS GRACIOSAS OCURRENCIAS
Los textos que voy a publicar sobre Francisco han sido redactados gracias a
la información aportada por Paqui y Antonia, sus hijas; por Francisco Moreno García “Frasco el Trapero”; por los relatos
que, quienes lo conocían muy bien, hacían sobre él y por la experiencia que un
día viví en directo. Las fotos han
sido gentileza de sus hijas y Ramón Jiménez Fernández “El Pulpo” ha logrado dejarlas más
visibles con su habilidad pues estaban algo deterioradas por los muchos años
que tenían.
En Villargordo se recuerda con frecuencia
a un grupo bastante amplio de personas graciosas que nos dejaron una huella
imborrable por las ocurrencias que ofrecían en el momento más inesperado a
quienes los acompañaban y, con sus intervenciones oportunas, las carcajadas
hacían acto de presencia en las reuniones. Entre ese privilegiado grupo de “Personajes locales inolvidables” se encuentra
Francisco Moreno Aranda “El Cuco”.
El
señor Francisco siempre fue así,
mientras vivió en nuestro pueblo; también cuando se marchó a Cataluña con la familia ante el nefasto
panorama laboral que aquí había y, ya jubilado, cuando regresó al pueblo en los
últimos años de su vida aún seguía teniendo el mismo toque de buen humor.
Por
ser así fue una persona querida y muy célebre pues el buen humor que siempre
llevaba con él lo regalaba de manera improvisada a quienes estaban a su
alrededor. Siempre tenía buenas ocurrencias para todo lo que sucedía en la
familia; en los tajos del trabajo, sobre todo si en la cuadrilla de
trabajadores había mengibeños, o después de concluir la jornada laboral, cuando
se reunía en el bar con los amigos para jugar una partida de cartas mientras se
bebían, compartida, una botella de vino.
Como
todo joven que ya ha alcanzado la edad razonable para interesarse por las
mozas, a él también le llegó ese momento y se enamoró de María García Moreno “Mariquilla
la Potra”. Ésta fue una muchacha que, como él, también era del pueblo y después
de unos años de noviazgo, al estilo antiguo, se casaron. Como en aquellos
tiempos tener vivienda era una posibilidad remota pues vivieron con los padres
de Mariquilla, en la casa que éstos tenían
en “El Pecho de la Ermita”, calle que antes se llamaba Queipo de Llano y hoy 14 de abril. Sus retoños nacieron en
nuestro pueblo y por la escasez de trabajo que había se marcharon del pueblo
con sus hijos para trabajar a Burdeos
(Francia). Allí permanecieron dos años y regresaron de nuevo al pueblo pero
en esta ocasión lo hicieron para dejar a los niños al cuidado de los abuelos maternos
mientras ellos se marchaban a Barcelona
en busca de trabajo, lo encontraron y fijaron su domicilio en el barrio de Verdún. Mariquilla trabajó en el “Servicio
de Limpieza” que el Ayuntamiento tenía para los centros educativos de aquel
municipio y Francisco lo hizo como
albañil en una empresa constructora.
Más
adelante, cuando los abuelos aumentaron su edad y los achaques físicos los
acosaron, se marcharon con ellos a Verdún para estar allí largas temporadas y
de manera permanente cuando uno de ellos murió, el otro quedó solo y los
achaques de salud aumentaron.
Cuando
María y Francisco se hicieron mayores y se jubilaron
regresaron
al pueblo pero en esta nueva etapa vivieron en la casa que adquirireron, hasta
que fallecieron, en el barrio conocido como “El Rulo”.
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