Colaboración de Paco Pérez
LOS TRES PILARES DE LAS RELACIONES HUMANAS
Jesús nos regaló la
Iglesia, lo hizo para que ella
guiara nuestros pasos en su ausencia y, para que aclaráramos nuestras dudas,
nos dejó su ejemplo de vida. Cuando surgieron en las primeras comunidades
cristianas sus miembros acordaron buscar respuestas para los temas que las
causaban pues en toda sociedad siempre se corre el riesgo de que la masa social
no interprete el mensaje de la misma manera… ¿Por qué?
Porque
siempre nos encontramos con personas que dan prioridad a lo tradicional y otras que son partidarias
de saber interpretar en cada momento de la historia los cambios que debemos aplicar a los hechos. La “circuncisión” se convirtió en motivo de confusión porque unos
estaban a favor, para defenderla acudían a las normas del pasado, y otros preferían
caminar amparados en la esencia del legado de Jesús.
En
Jerusalén, una vez reunidos con la
comisión que encabezaban Pablo y Bernabé, zanjaron la situación creada y,
después de hablar con los apóstoles y presbíteros, nombraron a personas de
confianza que llevaran el escrito en el que hacían constar la postura que
habían tomado, guiados por el Espíritu
Santo: […no imponeros más cargas que las indispensables: que
os abstengáis de carne sacrificada a los ídolos, de sangre, de animales
estrangulados y de la fornicación. Haréis bien en apartaros de todo esto.
Salud.]. Está en HECHOS 15, 1-2. 22-29.
En
nuestros días, los cristianos tenemos que decidir si nos encanta permanecer
anclados en las “tradiciones”, de
hacerlo demostraremos que sólo estamos en plantilla, o si “razonamos” y decidimos que debemos implicarnos con fuerza en las
cosas de Dios… ¿Cómo tomamos el camino correcto?
Preocupándonos
de descubrir si lo que hacemos se ajusta a lo que Jesús predicó o si nos limitamos a participar en “actos tradicionales” que los hombres
hemos convertido en normas que no nos comprometen a nada.
Para
Jesús, quienes cumplen sus mandatos
es porque le aman, aman al Padre y Éste los ama también a ellos. Así, todo estará
en perfecta armonía pues el amor es
el pilar que sustenta la actuación del cristiano en todos los ámbitos de la
sociedad y con él se establece una consistente cadena en la que todos se
ayudan, ahí está el secreto por el que las personas permanecen unidas.
Leamos
Juan 14,23-24:
[Jesús le respondió:
- Si alguno me ama, guardará mi Palabra, y mi Padre le
amará, y vendremos a él, y haremos morada en él. El que no me ama no guarda mis
palabras. Y la palabra que escucháis no es mía, sino del Padre que me ha
enviado.].
En Juan
14,25-26 les
anunció que iba a morir, les planteó esa verdad
como algo necesario y no como una catástrofe para quienes lo habían seguido; sería
un hecho necesario que traería beneficios a los hombres… ¡La venida del Espíritu Santo!
¿Por qué?
Porque
cuando Él les hablaba sus mensajes
no eran comprendidos y, después de su muerte, el Espíritu Santo serviría a todos de ayuda y con Él podrían recordar y comprender sus palabras.
[Os he dicho estas cosas estando entre vosotros.
Pero el Paráclito, el Espíritu Santo, que el Padre enviará en mi nombre, os lo
enseñará todo y os recordará todo lo que yo os he dicho.].
Jesús les comunicó que su muerte sería una
marcha temporal, que iría al Padre y que regresaría. Entonces les dijo que
cuando se cumplieran sus palabras, lo sucedido serviría a los hombres para que
comprendieran la razón de su venida y la grandeza del Padre. También les habló de la PAZ
verdadera y de los peligros que hay detrás de la que proponen los hombres.
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