Colaboración de Paco Pérez
ASÍ NACIÓ
CAPÍTULO III
El
inicio de este grupo fue posible porque en la calle Ramón y Cajal, conocida popularmente como “El Pilar”, vivían Luci “La Chica”, Paqui “La Trapera”, Luci “La Grande” y las hermanas
Vílchez.
Jugaban
y jugaban todos los días en el barrio con las muñecas, la goma, a la chicha, a las casicas y, como eran incansables, cuando acababan con los juegos
propios de las niñas se daban una vuelta por las eras y si en ellas había niños
jugando al fútbol pues también
participaban si eran necesarias para formar los equipos. Ellos también se
mezclaban con ellas en los juegos de “La
chicha”, “La raya de Francia”, “Los indios”… ¡¡¡Qué ilusión le hacía a Luci “La Chica” jugar a los “Los indios”!!!
Ellas
siempre iban preparadas para participar en este juego, llevaban una pluma, pero
Luci era la mejor porque tenía unas
trenzas que la convertían en una auténtica india y las otras, como tenían el
pelo corto, pues sólo se hacían unos pequeños rabillos.
Estaba
jugando Luci “La Chica” en las eras
con Alonso, el hermano de Paqui “La Trapera”, éste tendría entonces unos tres años y, sin saber cómo
ocurrió, la verdad es que le metieron fuego a un almiar que tenía Antonio
“Peñon” allí… ¡¡¡Menudo revuelo se
metió con el fuego en la calle “El Pilar” y en el pueblo!!!
Un
día regresó al pueblo Juanita, la
hermana de Cristóbal “El Pintor”, ambos hermanos tenían que
ir ya al colegio y al vivir con su familia en la cortijada de “Sanchiníguez” no podían estudiar allí.
Por
esa razón sus padres fijaron su residencia en la casa que tenían en la calle “El Pilar”, ella comenzó a juntarse con
las niñas que vivían cerca de su casa y en estas nuevas amigas encontró un
ambiente infantil único para jugar.
Loli “La torrejonera” vivía con sus padres en
la cortijada “El Torrejón”.
Ella,
durante el verano, se venía a Villargordo
con sus abuelos maternos, conocidos como “Los
Graneros”. Esta familia también vivía en la calle “El Pilar”, cerca de la casa de Paqui
“La Trapera” y por esa
circunstancia ella recuerda que, cuando los vecinos se salían en las calurosa
noches de verano a la calle para tomar el fresco, las dos jugaban en la calle.
Un
tiempo después, cuando tuvo que empezar a ir al colegio, comenzó a vivir con
los abuelos casi todo el año y ella se integró totalmente en el grupo de amigas
de la calle. Así estuvo hasta que sus padres compraron una casa en la calle La Parra y, como estaba cerca de la Paqui, esa proximidad hizo que la
amistad continuara, con ella y con todas, hasta hoy.
La
obligación de ir al colegio no fue sólo para Juanita y Loli sino para
todas, así fue cómo se les complicó el mundo infantil de los juegos que habían disfrutado
hasta ese día sin horario y que tanta felicidad les había regalado cuando volaban
libres como los pájaros por las eras o la calle. Cuando entraron en las aulas
lo pasaron mal porque tenían que cumplir con un horario rígido y eso no les
gustó porque tuvieron que abandonar sus costumbres diarias.
Otro
problema que no esperaban tener fue que no coincidieron en la misma aula y como
también tuvieron limitadas sus horas de juego pues cuando entraban ya estaban
deseando que llegara “el recreo”
para juntarse todas y jugar al “Balón
prisionero”, la “Goma” o la “Chicha”.
Recuerdan
con cariño que algunas tuvieron de maestra a Dª Maruja.
Ésta
fue su vecina en la calle y recuerdan una anécdota curiosa de aquel tiempo que
estuvieron con ella en su clase.
Comenta
Luci “La Grande” que la maestra les
decía:
-
¡¡¡Nenas, vamos a leer!!!
El
grupo de niñas acudía hasta la mesa, la maestra
permanecía sentada en su sillón y las alumnas
se ponían de pie alrededor de la mesa con el libro de lectura abierto sobre sus
manos. Como leían una a una, la maestra tenía también su libro abierto y ellas,
mientras les llegaba el turno de hacerlo, se fijaban en el libro de la maestra
y así fue como se acostumbraron a leer los textos al revés.
El
recuerdo imborrable que tienen de la escuela de aquella época es… ¡¡¡Pocos deberes y mucho juego!!!
Mari Carmen comentó que uno
de los juegos que se inventaron estuvo inspirado en esa destreza que
adquirieron en la escuela de Doña Maruja
para leer las palabras al revés. Dijo que un día estaban de cachondeo y a una
de ellas se le ocurrió la idea de comunicarse los mensajes pronunciando las
palabras que usaran al revés.
Yo,
mientras ella lo contaba, me quedé sorprendido y le hice ver que no sabía de
qué iba el mensaje y entonces, para que entendiera bien en qué consistió el
juego, me puso este ejemplo:
- Lucía =
acilu
– María =
arima
–González =
lezzagón
– García =
acigar
En
los juegos de la escuela conocieron a otras niñas pero con quien hicieron muy
buena amistad fue con Mari Carmen “La de Ojirres”.
Ésta
vivía en otro barrio y para jugar alternaba la calle donde estaba ubicada la
casa paterna, Marqués de Mondéjar o
“El Santo”, y la calle José Antonio del Moral Garrido, más
conocida en aquellos años como calle de D.
Antonio “El Practicante”. Acudía
a ésta porque en ella tenía casa su abuela paterna, en la que ella vive ahora.
En aquellos años visitaba a su abuela todos los días e incluso se podría
afirmar que no paraba de ir y venir pues como ambas casas estaban muy próximas
ese movimiento no le resultaba pesado y, además, porque en esta calle jugaba
con dos buenas amigas: Anita, la
hija pequeña de “Cabeza Pepino” y Paqui, “La de Vitor”.
Estos
dos grupos de amistad un día se fusionaron y tuvieron a Mari Carmen como nexo de unión pues ella tenía amigas en ambos y
esa fue la razón por la que todas comenzaron a juntarse cuando eran niñas para
jugar y de mayores para salir los días de fiesta al “Paseo”.
A
pesar del paso del tiempo y de no vivir todas en Villargordo la amistad sigue firme.
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