Colaboración de Manuel Sánchez García
La plaza del pueblo lucía su bandera
y el sol de la mañana la envidiaba
cuando bailaba el aire de su cadera
un joven con una flor se arrodillaba.
y el sol de la mañana la envidiaba
cuando bailaba el aire de su cadera
un joven con una flor se arrodillaba.
La rosa amanecía con el sol en la era
y en la plaza de la urbe triste cantaba
todo el pueblo cuando el joven dijera:
la bandera de la niña no danzaba.
Y fue el alcaide de imperiosa manera
quien ordenó a la monja que rezaba
en el scriptorium bajo la lúgubre cera,
un canto llano al pueblo que gobernaba
en la basílica del olvido muera
el romance negro que al pueblo apenaba.
Muy bonito Manu
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