Colaboración de Paco Pérez
EL ESPÍRITU SANTO NOS AYUDA A CAMBIAR
En
esta fiesta religiosa se nos recuerda el gran valor del Espíritu Santo.
Pentecostés es celebrada
por los judíos y los cristianos.
Los
judíos recuerdan que cincuenta días después de abandonar Egipto,
Moisés recibió en el monte Sinaí los Mandamientos de la Ley de
Dios.
La
misma fiesta tiene un significado diferente en el judaísmo y en el
cristianismo pues ellos permanecen aferrados al inmovilismo de la tradición
religiosa y eso les hizo, y hace, que aún no hayan comprendido que la vida nos
pide que evolucionemos, es decir, que cambiemos lo inservible por lo útil en
cada momento para avanzar a otras nuevas, pero en religión también.
Para
los cristianos, desde el primer momento, Pentecostés fue muy
importante para los discípulos pues se transformaron interiormente por
la acción del Espíritu Santo y les hizo comprender cuál era la misión
que debían realizar, evangelizar a las personas.
Debemos
comprender que evangelizar es convencer a otros pero antes será
necesario que nosotros estemos convencidos de lo que vamos a transmitir, en los
discípulos el Espíritu Santo operó ese cambio tan radical que
experimentaron y que es necesario… ¿Lo hemos experimentado nosotros?
Como
ejemplo de las bondades que el Espíritu Santo regaló a los apóstoles tenemos
el cambió que experimentó Pedro, un judío aferrado a la tradición
que enseñaba erróneamente no mezclarse ni comer con los paganos,
ocurrió cuando Cornelio lo llamó para que fuera a su casa y él
acudió sabiendo que eran romanos. Así fue cómo derrumbó las barreras que lo esclavizaban
a su pasado judío, cuando entró en su casa se rompieron las cadenas, la comprensión
del mensaje de Jesús fue total y comenzó a predicar la igualdad, el
perdón, la ayuda mutua, el escuchar a quienes acuden a nosotros para comprender
sus problemas…
Quienes
asimilan que enterrar el pensamiento viejo es una necesidad ya
dan el primer paso para mejorar el suyo, cambiar el comportamiento será
el siguiente y entonces ya estaremos en el buen camino para evangelizar pero
sin olvidar nunca que decir y después seguir haciendo lo mismo no
es el camino que nos enseñó Cristo.
El
Espíritu Santo se manifestó en el Bautismo de Jesús y en Pentecostés,
cuando estaban reunidos los apóstoles. La primera fue de manera suave y
la segunda con la violencia que genera el fuerte viento que acompaña a la
tormenta, como solía hacerlo Dios.
Los
que saben de estas cosas nos aclaran las dudas cuando nos proponen tomar como
referencia la aceptación incondicional de Jesús al cumplimiento
de su misión y la segunda porque algunos de los discípulos no veían
con claridad el papel del Espíritu Santo en nuestras vidas. A pesar
de ello Dios los premió con la recepción del Espíritu Santo y se
trasformaron saliendo del escondite con valentía para predicar el mensaje de Cristo,
hablaban con el “don de lenguas” recibido y así cada uno que los
escuchaba lo entendían en su propia lengua.
Pablo evangelizó,
fundó comunidades cristianas y escribió esta carta a la de Corinto para
corregir los problemas que surgieron en ella al considerar sus miembros que
ellos eran suficientes para continuar con la evangelización sin la ayuda de
nadie y entonces él les escribió para recordarles que el papel del Espíritu
Santo es guiar a los miembros de la comunidad a nivel individual o
colectivo y es tan grande su influencia en nosotros que si reconocemos a Jesús
como Señor es por esa acción invisible. También les recordó, poniéndoles
como ejemplo el cuerpo, que la Iglesia de Cristo tiene muchos miembros
pero cada uno tiene su misión que cumplir y ese conjunto de actuaciones, bien
armonizadas, son las que nos permiten mostrar acertadamente el mensaje de Jesús.
Juan
García Muñoz nos
ayuda a REFLEXIONAR y a COMPRENDER, él parte de HECHOS 2,2-3:
[De repente, un ruido del cielo, como de un viento recio, resonó
en toda la casa donde se encontraban.
Vieron aparecer unas lenguas, como llamaradas, que se repartían,
posándose encima de cada uno.].
El
acontecimiento se describe con unas imágenes que resultan familiares a
los hombres de la Biblia: el ruido y el fuego forman parte del
escenario utilizado para descubrir la manifestación de Dios.
Lucas nos quiere
decir que todo lo que sucede viene de arriba, de Dios. Lo que
ocurre es ciertamente obra de Dios: los lugares y las personas
se llenan de Espíritu Santo. La reacción de los testigos confirma
que se trata de la irrupción de Dios en el mundo de los hombres: se
quedan perplejos, incapaces de comprender: ¿Qué es lo que puede ser esto?
Los
signos.
Nuestra vida está llena
de signos (el saludo, el guiño, el abrazo, el beso, la mano que ayuda y no
retiene, la visita que cura, la palabra que acoge...) Dios también nos habla a
través de los signos. Los que tienen la
fe y el corazón alerta, encuentran mejor los signos del Resucitado.
Pero hay que tener eso, fe y el corazón abierto. Si supiéramos
contemplar la vida con ojos de fe, toda ella nos hablaría de Él.
-
¿Descubro a Dios a través de las cosas, de los
acontecimientos de cada día?
- ¿Miro desde el corazón
sencillo y abierto o más bien desde el prejuicio, las apariencias?
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