4º Domingo
de
Adviento
Colaboración de Paco
Pérez
En este último domingo de Adviento la lectura de Miqueas V, 1-4ª nos anuncia el nacimiento de
Jesús y nos muestra cómo Dios siempre
busca las cosas sencillas y cómo se nos manifiesta con un espíritu humilde,
lo contrario de lo que hacemos los hombres. La mayoría hemos vivido, por nuestro déficit de humildad, por
encima de nuestras posibilidades económicas y por ello la sociedad atraviesa la
situación actual de crisis. Los poderosos nos están ahogando, es cierto, pero
nosotros también hemos jugado a ser grandes y por eso es ahora más grave la
caída:
[Así dice el Señor: “Pero tú, Belén de Efrata, pequeña entre las
aldeas de Judá, de ti saldrá el jefe de Israel. Su origen es desde lo antiguo,
de tiempo inmemorial. Los entrega hasta el tiempo en que la madre dé a luz, y
el resto de sus hermanos retornará a los hijos de Israel. En pie, pastoreará
con la fuerza del Señor, por el nombre glorioso del Señor, su Dios. Habitarán
tranquilos, porque se mostrará grande hasta los confines de la tierra, y éste
será nuestra paz.]
De no ser Dios así hubiera elegido para el
nacimiento de su Hijo un palacio y una ciudad majestosa y por el contrario lo
hizo en una población humilde, Belén.
En LUCAS I, 39-45 encontramos a dos
mujeres como protagonistas. Isabel
es bendecida con un hijo e iluminada por Dios para profetizar el nacimiento de Jesús.
María se nos muestra como un
ejemplo de responsabilidad con el acto de acudir a casa de Isabel para estar donde nos necesitan en el momento preciso. Ahora
nos desplazamos con suma facilidad, antes no. A pesar de ello acude para cuidar
a su prima:
[En aquellos días, se levantó
María y se fue con prontitud a la región montañosa, a una ciudad de Judá; entró
en casa de Zacarías y saludó a Isabel.
Y sucedió que, en cuanto oyó Isabel el
saludo de María, saltó de gozo el niño en su seno, e Isabel quedó llena de Espíritu Santo; y exclamando con gran voz,
dijo: «Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu seno; y ¿de dónde
a mí que la madre de mi Señor venga a mí?
Porque, apenas llegó a mis oídos la voz de
tu saludo, saltó de gozo el niño en mi seno.
¡Feliz la que ha creído que se cumplirían
las cosas que le fueron dichas de parte del Señor!»]
Estas
dos mujeres son un ejemplo palpable,
para mí, de que la actitud que han tomado ciertos colectivos de féminas contra
la religión es un error y que siendo cierto que en ciertos pasajes bíblicos no quedan bien consideradas en éste
encontramos una prueba de lo contrario… ¿No
será que el hombre siempre interpreta mal el deseo de Dios y lo aplica históricamente
según sus conveniencias?
Creo
que sería bueno comenzar a pensar, por estos y otros ejemplos, que la mujer no
es, ni fue, marginada por Dios.
En
el texto de HEBREOS 10,5-10 encontramos la noticia por la que se nos regala el
motivo razonable que nos mueva a estar ilusionados con la llegada de la Navidad :
[Hermanos: Cuando Cristo
entró en el mundo dijo: “Tú no quieres sacrificios ni ofrendas, pero me has
preparado un cuerpo; no aceptas holocaustos ni víctimas expiatorias. Entonces
yo dije lo que está escrito en el libro: “Aquí estoy, oh Dios para hacer tu
voluntad”. Primero dice: “No quieres ni aceptas sacrificios ni ofrendas,
holocaustos ni victimas expiatorias”, que se ofrecen según la Ley. Después añade:
“Aquí estoy para hacer tu voluntad”. Niega lo primero, para afirmar lo segundo.
Y conforme a esa voluntad todos quedamos santificados por la oblación del
cuerpo de Jesucristo, hecha una vez para siempre.]
De esta lectura podemos
sacar la conclusión de que Jesús, en el momento de
nacer en la “Noche Buena” adopta una
actitud positiva para el hombre al ofrecer su existencia al Padre en favor de los seres humanos,
nosotros.
Esta noticia nos regala la
ESPERANZA de que el sacrificio de Cristo tiene lugar de una vez para siempre y no
consiste tanto en la inmolación de una víctima, cuanto en la comunión con el
Padre, a la que todos somos invitados.
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