(La apuesta de los
penaltis)
En nuestros
mejores años mozos,
jugando en
las eras a peloteros,
Botana y
YO, éramos los primeros,
la pelota
nos colmaba de gozos.
En
Villargordo, de maestro titular.
Era D. Luís
Pérez, entrenador sin par.
Botana
fuerte el balón chutaba,
y Yo, muy
hábilmente, paraba.
En el
rústico campo pelotero,
que frente
al Cuartel estaba,
a la
pelota, siempre se jugaba,
Él de
delantero y Yo de portero.
Hecha esta
introducción,
oíd el caso
de cierta ocasión.
Hace ya
bastantes años,
un secretario,
con apaños,
vino al
Ayuntamiento,
ocupando el
cargo al momento.
D.
Alejandro, era el letrado,
con un
vástago del cual presumía,
que de
portero en el Madrid ejercía,
a D. Luís
le dijo, que lo alineara
en puesto
mío, ya que estaba alado,
para que
así en mi lugar él jugara.
A lo cual
D. Luís le contestó,
que Yo,
Adriano, era el titular,
y no me
dejaba sin jugar.
Pero, para
su tranquilidad,
una apuesta
le concertó,
con la
máxima equidad.
El reto,
esto, decía de fijo:
A Adriano y
a tu hijo,
diez
penaltis le tirará,
Botana, el
centrocampista,
quien más
pare ganará,
tendrán que
agudizar la vista.
El portero
menos goleado,
de premio
cien pesetas recibiría
y sería en
el partido alineado…
¿Qué sería
lo que ocurriría?
Ved, qué
pasó con la apuesta hecha:
Yo, le dije
a Botana,
tira tres
tiro a la derecha,
a media
altura y con gana,
y dos a la
zocata,
sin darle
fuerza a la pata.
Así los
chutas sucesivamente,
hasta que
la serie se acabe,
sabiendo
dónde va el balón,
lo pararé
limpiamente
y adornaré
el paradón,
pues
nuestro amaño nadie sabe.
Cuando le
chutes al madrileño,
la pierna
que sea un leño
y una bala
el balón será,
que el
pícaro no parará.
De esta
forma ganaremos
y vino de
gratis beberemos.
Y así pasó,
que Yo paré nueve
y al
madrileño le coló nueve.
Los veinte
duros ganamos
y de vino
nos hinchamos.
Gran
cogorza pillamos
y esta
canción cantamos.
Tres por la
derechaaaaa,
dos por la
izquierdaaaaaa.
tres por la
derechaaaaa,
dos por la
izquierdaaaaa.
Nos ha
hecho coger esta mierda:
Tres litros
de vino,
cuando
Alejandro vino,
de Madrid
con su hijo pillo,
lo
engañamos como a un pardillo,
picaron el
anzuelo,
el padre y
el chicuelo,
picaron el
anzuelo,
el padre y
el chicuelo.
Tres por la
derechaaaaa,
dos por la
izquierdaaaaaa.
tres por la
derechaaaaa,
dos por la
izquierdaaaaa.
José Carlos Castellano
Villargordo, diciembre de 2012
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