José Calles Almagro. A ti.
“La
muerte no es verdad,
cuando
se ha cumplido bien la obra de la vida”.
J.
Martí.
Hace
ya un año, que partiste y no podemos evitar la tristeza, el desconsuelo, la
congoja y el dolor que nos ha causado tu irremediable pérdida, aunque
sabemos que tú no hubieras querido penas
añadidas.
En
este tiempo, hemos aprendido de
tu entrega, tu fortaleza y la serenidad con la que afrontabas todo. Fuiste
siempre una lección de valor y tesón.
Nos
regalaste tantos y tantos momentos que, al menos, éste
quiero que lo tengas tú. Es cierto que nos has dejado, pero sé
que estarás con cada uno de nosotros: Tu esposa, tus hijos, tu nieto, tu madre,
tus hermanos...tu familia y amigos, siempre estarás vivo
en nuestros corazones.
Por
eso, inicio estas líneas en nombre de todos los
que te conocimos y compartimos experiencias. Muchas cualidades admiraba en ti,
entre ellas, tu generosidad, tu cordialidad, tu ingenio, tu sencillez y tu
pronta disposición a participar en toda iniciativa que pudiera ayudar en
ámbitos variados: humanitarios, religiosos, agrícolas, políticos... de nuestro
municipio, Villatorres.
Y
en eso, te has marchado muy satisfecho, porque toda tu vida ha sido una constante
sucesión de “saber hacer” buenas obras hacia
los demás. Tu recuerdo siempre estará presente.
Cuando un pueblo honra a alguno de sus
hijos, se honra a sí mismo; y de ello no me cabe duda alguna. Por esto es por
lo que me sumo complacida, a la par que sinceramente felicito a quienes
tuvieron la brillante iniciativa, y la justa decisión desde El Excmo. Ayuntamiento
de Villatorres al haberte concedido el GALARDÓN AL BUEN VECINO. Otorgándote
este reconocimiento por tu trayectoria
en la vida y por tu ejemplo para sus conciudadanos.
Desde
la nostalgia, me he tomado hoy la licencia de dibujar variopintos matices que trazan un inmejorable perfil FAMILIAR Y HUMANO. Tu
tarjeta de visita, “tender puentes”, “mediar en diferencias”, “derrochar
tolerancia”, “sonreír todos los días”, “tener detalles” y nunca dejar de soñar,
con un proyecto enérgico en el que las pequeñas cosas son las que originan
grandes cambios.
Porque
José era, a su manera, un mecenas. Un mecenas de la vida, y de las buenas cosas
que hacen que este mundo sea mucho más fácil. Él ofrecía lo que tenía, en aras
de conseguir una convivencia armónica entre la gente que le rodeaba...cada
dificultad era una oportunidad disfrazada.
Fue
un innovador constante. El valor de las cosas no está en el tiempo que duran,
sino en la intensidad con que suceden; por eso existen momentos inolvidables y
personas incomparables como Pepe.
Por
su historia de vida entendemos la calidad del ser humano que hemos conocido. “La
vida es un arte y él la sentía”. GRACIAS por habernos enseñado miles de cosas
que nunca se aprenden en un libro.
GRACIAS
por enseñarnos el camino adelante, y mostrarnos que los momentos crepúsculos de
la vida hay que afrontarlos con un puñado descomunal de vitalidad y alegría, y
con toda la esperanza y entusiasmo, nada disminuido, para los avatares de
nuestra última andadura.
Ahora,
pasado un año, volvemos a ti para susurrarte aún con el tiempo de los
sentimientos fragmentados, que la serenidad no es estar a salvo de la tormenta,
sino encontrar la PAZ en medio de ella.
A
ti, pues, querido primo te rindo hoy pleitesía, para que el germen de los
valores y virtudes que te caracterizaban
arraiguen en todos los que tuvimos la fortuna de estar a tu lado,
compartiendo tus enseñanzas y afecto.
D.E.P.
Ana María
Calles Calles
UN
VILLARGORDEÑO DE POSTÍN
Pepe fue una
persona muy querida y respetada por todos los que tuvimos la oportunidad de
tener algún trato con él.
El
no ser de su círculo de amigos no impidió que tuviéramos unas excelentes
relaciones y eso nos llevaba a saludarnos siempre que nos encontrábamos o a
alternar en las ocasiones que las circunstancias lo propiciaron en las
tertulias del bar.
Recuerdo
que en una ocasión fui a buscarle porque necesitaba pedirle un favor y, la
verdad, no había acabado de exponerle que necesitaba de él su autorización para
poder ocupar durante un tiempo el solar que su familia tenía junto al nuestro
para colocar en él la grúa y los materiales que emplearíamos durante el periodo
de obra de las viviendas de mis hijos cuando ya tenía el permiso desinteresado
para hacer en él todo lo que necesitáramos.
Su
vocación de servicio quedó plasmada en los años que trabajó para Cruz Roja y en
su trayectoria como concejal en nuestro Ayuntamiento.
En
ambos desempeños siempre fue valorado por todos los vecinos muy bien, en
política incluso por quienes tenían otra ideología. Una prueba de lo que digo
es que pocos políticos locales han permanecido en activo tanto tiempo como él y
las únicas razones que le encuentro a ese hecho tan significativo es que hay
una gran diferencia entre subirse al
carro para buscar algo a cambio (abandonando
cuando no lo consigo o cuando ya recibí el premio, que los hubo), buscar sólo el servir al pueblo desde
sus ideales (él y unos pocos de otros colores) y retirarte cuando consideras que ha llegado tu momento y no porque considerara el partido que no le servías
adecuadamente (su caso y otros cuantos).
Las
cosas que he recordado tuvieron lugar porque su bondad fue grande y ella lo llevaba a actuar siempre en la
dirección acertada, si llegaba al bar a tomar una copa y no estaban sus íntimos
amigos él no tenía problemas para arrimarse a cualquier grupo que en ese
momento hubiera porque era recibido con los brazos abiertos.
Un
día coincidimos en el bar “Tropezón”, él estaba alternando con sus amigos en un
extremo de la barra, junto al teléfono, y yo con mi junta en la otra punta,
junto a la puerta de la calle. Con nosotros estaba Adriano Jiménez Mendoza
“El Chápiro” y Juanito, que tenía unas ocurrencias geniales, cuando fue requerido
por la peña de Pepe para que les
llenara otra ronda, al hacerlo, se le ocurrió darles una broma y para ello les
comunicó esta noticia:
-
Esta ronda la paga Adriano, el primo
de Pepe.
Juanito me comentó
unos días después que él nunca se podía imaginar que aquella broma iba a desembocar
en el resultado final tan gracioso que tuvo.
Como
Pepe no iba por la vida con la
guardia montada y sí muy relajado y confiado, pues por eso le ocurrió esta
anécdota tan graciosa.
Él,
al recibir la noticia de que los invitaba su primo Adriano, consideró que debía darle las gracias por su gesto, para
hacerlo fue hasta nosotros y le dijo:
-
¡¡¡Muchas gracias primo, has sido muy amable!!!
Adriano, que no sabía
de qué le hablaba, le preguntó:
-
¿Por qué me das la gracias primo? ¿Qué he hecho yo para eso?
-
Nos ha dicho Juanito que habías
invitado a la peña de amigos a una ronda.
-
¡¡¡Eso es mentira, yo no he invitado a nadie!!!
Adriano
comenzó a llamar a Juanito a voces para que viniera hasta nosotros y así poder
aclararle a Pepe que eso no era verdad, Juanito se alejó en dirección contraria
riéndose y entonces nos percatamos de que todo había sido una broma de las
suyas.
Cuando
Pepe se dio cuenta del montaje de su
amigo Juanito se mondó de risa y,
desde entonces, cuando nos acordábamos de aquella escena nos carcajeábamos de
lo lindo. Esta faceta también la tenía aprobada él porque, en vez de ofenderse,
pasó a divertirse con lo ocurrido.
Gracias
por tu ejemplo, por los momentos agradables que compartimos y por lo bueno que
recibí de ti.
¡¡¡Hasta
siempre, allá donde estés!!!
Paco Pérez
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