Colaboración de José Martínez Ramírez
Cada
vez que en verano
visita
Villargordo, para liarla,
levanta
y mueve su mano
al
llegar a Las Infantas.
Saluda
al tendido muy ruano,
a
modo de ordenanza,
dando
vueltas y nunca en vano.
Obediente,
el viento se levanta
casi
sin querer, pasado “El Llano”,
es
una ola de aire fresco, casi helada.
Nunca
se despeinaba el humano.
De
lateral izquierdo, era un grano
para
el delantero que lanzaba
su
ágil carrera muy en vano.
Héroe
tácito de las finanzas,
hacía
de un duro, cuatro,
Botín
a su lado era nada.
En
las distancias cortas, claro.
De
sus noches, a la vieja usanza,
cuentan
que tiene muchas hechas
y
muy pocas pagadas.
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