Colaboración de José Martínez Ramírez
Se
escuchan los ecos del agua del Guadalquivir,
desde
los verdes arrayanes de la Alhambra.
La
nieve, pasea con los tristes, del Albaicín
y
el Darro. Mientras los novios se abrazan.
La
brisa bosteza triste en el río Genil.
Como
cada otoño la luna se disfraza.
Mira
la novia, el puente de Elvira, parece abril,
es
el embrujo del Guadalquivir, en Granada.
Quiero
ir más lejos, algo falta, luz de candil.
Como
los moros, buscando amores, alumbraban.
El
duende de un viaje al pasado, luna infantil.
El
Guadalquivir, Granada se muere por ti.
Desnuda
de dioses, tus pies se bañaban,
con
la pureza de no pensar en el porvenir.
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