jueves, 1 de diciembre de 2016

TOBY

Colaboración de José Martínez Ramírez

Un perrito que murió atropellado. 
Ya no tendré más tus lametones,
ni te mearás en el recinto oficial,
porque te has ido como los ladrones,
de forma inconsolable y brutal.

Cómo no recordar cómo de los cajones
sacabas las ropas, no tenías rival,
y corrías con aires de virales bribones,
en busca de dónde, para irritarme, cagar.

¿Qué haré yo sin mis espinosos cambrones,
de  tus ladridos y tu andar tan nupcial?
Las noches que dabas, sin más opciones,
que quedarme triste a dormir en el sofá.

Hoy te despido con mil y una canción,
de un hasta luego querido e inmortal,
y, para que no te lleven temibles halcones,
te enterraré bajo una piedra colosal.

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