miércoles, 21 de diciembre de 2016

VIAJANDO AL SANTUARIO MARIANO DE LOURDES

Colaboración de Pedro Berrio Melguizo
No soy muy aficionado a la lectura de todo lo que cae en mis manos pero sí me gustan las poesías de los autores clásicos del Siglo de Oro y las de algunos otros del Siglo XX como García Lorca, Rubén Darío, Miguel Hernández... Si alguna poesía me gusta mucho la releo y termino aprendiéndola de memoria.
Pero hay otros temas por los que me siento muy atraído, aquellos que encierran algún enigma o misterio de espiritismo, fantasmas, el Triángulo de las Bermudas, de ahí que los domingos vea el programa de Íker Jiménez, “Cuarto Milenio”, y, sobre todo, los que guardan relación con las APARICIONES MARIANAS. Por eso viajo con frecuencia a esos lugares, el más reciente este de Lourdes.


Sobre éstas, a lo largo de la historia, siempre ha habido muchas personas que dijeron haber visto y hablado con la Virgen. Los entendidos afirman que muchas de ellas son falsas y que esas personas sólo han buscado el interés económico pero, como las mentiras tienen unas “patas muy cortas”, pues cuando la Iglesia se ha puesto a investigarlas ha demostrado su falsedad. Dicho esto, en otros casos, han ocurrido fenómenos y prodigios durante las apariciones que fueron vistos por cientos de testigos y a los que el hombre no ha sabido dar respuesta, recordemos el “Milagro del Sol en Fátima”.
En Lourdes, un pueblo pequeño del pirineo francés que estaba  habitado por unos tres mil habitantes, ocurrió una de estas apariciones inexplicables para el hombre en 1858. En él vivía una familia llamada los Soubirous, tenían cuatro hijos y la mayor era una niña de 14 años llamada Bernadette.
El día 11 de febrero era jueves y ella, lo mismo que había hecho otras veces, salió a buscar leña junto a su hermana y una amiga. Al volver se descalzó para pasar el río Gabe y, mientras lo hacía, oyó un ruido parecido a una ráfaga de viento. En aquel lugar estaba la gruta de Massebiele, en ella vio a una señora vestida de blanco que se ceñía con un cinturón azul y se adornaba con una rosa en cada pie.
Ese día comenzaron las “Apariciones de Lourdes” y terminaron el 16 de julio del mismo año. Fueron 18 y os voy a mostrar las que son más importantes, según los entendidos, porque ponerlas todas ocuparía mucho espacio.
En la TERCERA, la Señora habla por primera vez a la niña y le dijo: [Si acudes a este lugar durante 15 días te prometo hacerte feliz  pero no en esta vida sino en la otra.].
En la OCTAVA, trescientas personas acompañaban a la niña y ésta entró en éxtasis. El mensaje de la Virgen fue: [¡Penitencia, penitencia, penitencia! Besad la tierra en señal de penitencia.].
La NOVENA ocurrió en la “Fuente Milagrosa”.
En ella, la Señora dijo a la niña que fuera a beber agua a ella, le señaló con el dedo dónde estaba, allí sólo había agua con fango y suciedad, la niña pudo beber después de removerla tres veces ara aclararla, entonces le dijo que comiera hierba y los testigos que había decían:
- ¡Está loca, está loca, está loca!
La Señora desapareció y, al día siguiente, en el mismo lugar había un manantial de agua pura, limpia y cristalina que salía de la gruta.
En todas las apariciones la niña le preguntaba a la Señora:
- ¿Quién eres?
La Señora sonreía pero no le decía su nombre.
En la DECIMOSEXTA, le reveló su nombre.
La niña le preguntó por tres veces seguidas sobre quién era y no recibió respuesta, se atrevió a repetirla por cuarta vez y en ésta la Señora elevó los ojos al cielo, juntó las manos en el pecho y le dijo:
- Soy la “Inmaculada Concepcion”.
Estas palabras nunca las había oído la niña y no sabía lo que significaban; fue hasta el párroco de Lourdes, el señor Peyremale, para comunicárselas y éste informó al obispo de Tarbes. Estas fueron las últimas palabras que la Virgen dijo a la niña.
En la DECIMOSÉPTIMA había ocho mil testigos. Apareció la Señora y llevaba en la mano derecha un cirio encendido y la llama de éste se pasó a la mano izquierda sin quemarla.
Allí estaba presente el doctor Dazous, que presenció el fenómeno y dijo:
- Ahora creo, he visto con mis ojos.
Una vez que fueron aprobadas las “Apariciones de Lourdes” se  comenzó la construcción de la Basílica. Ésta consta de tres partes:
De la Inmaculada, del Rosario y la Cripta.
Cuando fue canonizada Bernardette le hicieron otra iglesia, ésta es de arquitectura moderna y, para mí, es un edificio muy feo.
En Lourdes hay otra basílica muy importante es subterránea y es conocida con el nombre de San Pio X, con capacidad para quince mil personas, y en ella se celebra una misa internacional los miércoles y domingos.

Es grandiosa y digna de verse por dentro, delante de ella hay una gran explanada. Si entramos a ella por la puerta principal nos encontramos con un monumento que es conocido con el nombre de “El Calvario”.
Hay otro que está dedicado a la “Virgen Coronada”.
Enfrente está la llamada “Basílica de Lourdes”. En ésta son muy visitadas la “Gruta de las apariciones” y las “Piscinas”. En estas últimas la gente se sumerge revestido de unas túnicas que reciben allí, estando separadas para hombres y mujeres. Ante de entrar a ellas hay que esperar durante un buen rato. 
Todos los días, por la tarde, hay dos procesiones; la primera es con el Santísimo y después la de los enfermos, éstos van ayudados por familiares o personal especializado. Esta última culmina en la basílica subterránea de San Pío X, allí escuchan misa y, a su conclusión, reciben la bendición y se marchan hacia la gruta.







Un tema muy controvertido de este lugar son las “Curaciones inexplicables” de enfermos incurables que sanaron allí milagrosamente. Se comenta que fueron entre seis y siete mil las que hubo aunque la iglesia solo ha reconocido, como milagros de la Virgen, SESENTA y SIETE.
A lo largo del año acuden a este lugar unos seis millones de peregrinos y, por esa realidad, Lourdes es la ciudad francesa que tiene más hoteles después de París.




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