Colaboración de Paco Pérez
La
actividad laboral de muchos personajes que aparecen en la Biblia es la de pastor. Instruirlos sobre la actividad
que desarrollaban estos señores no era lo que buscaba Jesús cuando les hablaba
del pastoreo porque ellos conocían bien lo que éstos hacían con el ganado.
Entonces… ¿Por qué los proponía como
ejemplo?
Jesús
les ponía ejemplos que fueran entendidos por quienes lo escuchaban y así,
usando el método de la comparativa, les hablaba de lo que hacía el buen pastor con las ovejas del rebaño confiando
en que entendería mejor cómo se preocupaba el Padre de las personas. Les
hablaba así porque este formato le podía servir a quienes ejercían en la vida
política o religiosa para gobernar.
En
términos bíblicos debemos entenderlo como el cuidado que Dios da a los hombres
pero la realidad de su intención no fue, ni es, entendida así por las personas.
Los
pastores eran considerados entonces como personas de condición humilde, que sólo
se preocupan de trabajar y que no conocían la ley ni la practicaban. Pues, tomando
como ejemplo este comportamiento, Dios nos enseñó que las personas siempre nos
fijamos en lo externo, en lo que no vale, pero Él no actúa así porque mira en
el interior y por eso valoró el buen comportamiento que tenían ellos con los
animales cuando los cuidaban. En reconocimiento de ello los premió concediéndoles
el privilegio de ser los primeros que recibieron la noticia del nacimiento de Jesús…
¿Entendemos estas sutilezas de Dios con
el hombre?
Si
somos observadores podemos ver que Dios no desea que hagamos cosas ostentosas pero
sí se comprueba que ama mucho a quienes cumplen bien y fielmente con la
realidad del quehacer diario profesional, el ejemplo del pastoreo nos sirve
para hacerlo extensivo a todas las profesiones pues lo que realmente le importa
a Él es que trabajemos con honradez y buen espíritu de servicio con el prójimo.
El
“buen pastor” deberá reunir unas
características especiales: No explotará a las ovejas, las servirá; las conocerá
a todas, las querrá y ellas le responderán también así; no serán para él una
carga sino que el acto de ayudarles le servirá para darle verdadero sentido a
su vida; no lo hará por interés personal y sólo le preocupará que tengan los pastos
que les permitan crecer y vivir.
Los
profetas anunciaron la venida del “pastor
bueno” al final de los tiempos para conducir a su pueblo y les relataban
las buenas cosas que éste haría a las personas.
Si
en Jesús confluían las condiciones del
buen pastor y, a pesar de ello, las gentes de Israel lo llevaron a la muerte. Los
apóstoles, después de los hechos portentosos de su Resurrección, comprendieron la
realidad de lo sucedido; lograron sobreponerse del impacto recibido; les
hablaron de la experiencia que vivieron a su lado y utilizaron entonces un
método diferente al suyo, éste consistía en recordarles lo que habían hecho junto
a Él en su vida pública. En recuerdo de aquello les aconsejaban que ahora
debían bautizarse para que sus errores fueran perdonados y así el Espíritu
Santo descendería sobre ellos.
La
personas suelen decepcionarse mucho cada vez que sufren un contratiempo y les
ocurre porque no comprenden que la vida no es un camino que se anda sin
dificultades, es todo lo contrario, y el ejemplo perfecto lo tenemos en Jesús.
Él, pesar de que tuvo un comportamiento perfecto lo mataron y por eso debemos
entender que los problemas que tengamos debemos sobrellevarlos con el
sufrimiento, la dignidad y la aceptación que nos enseñó en el “Huerto de los
Olivos”. Debemos de entender nuestros problemas así porque si a Él lo trataron tan
mal, siendo un “buen pastor”… ¿Nos podemos sorprender de lo que nos hagan
a los que somos unos pastores poco cualificados?
Antes
de Jesús el hombre andaba descarriado pero con su muerte Él le dio sentido a su
caminar terrenal y ahora está en nuestras manos no desperdiciar el regalo que
nos hizo.
Como
despedida os propongo leer 1 PEDRO 2,
20B-25:
[Queridos hermanos:
Si, obrando el bien, soportáis el sufrimiento, hacéis una cosa hermosa ante
Dios. Pues para esto habéis sido llamados, ya que también Cristo padeció su
pasión por vosotros, dejándoos un ejemplo para que sigáis sus huellas.
Él no cometió pecado ni encontraron engaño en su boca; cuando lo insultaban, no
devolvía el insulto; en su pasión no profería amenazas; al contrario, se ponía
en manos del que juzga justamente. Cargado
con nuestros pecados subió al leño, para que, muertos al pecado, vivamos para
la justicia.
Sus heridas os han curado.
Andabais descarriados como ovejas, pero ahora habéis vuelto al pastor y guardián
de vuestras vidas.].
No hay comentarios:
Publicar un comentario