Colaboración de Paco Pérez
MIS VIVENCIAS
CON UNA “BUENA PERSONA”
Capítulo II
Retomo
de nuevo el camino del recuerdo y exploro el dossier elaborado por la Junta Rectora para la celebración del “60º ANIVERSARIO”; gracias a él viajo
hasta los orígenes de nuestra Cooperativa
“San Juan”, lo hago leyendo el Acta Fundacional que se incrustó en uno
los folletos difundidos, y, por esa acción, he podido comprobar que mi familia también
estuvo implicada en dicha aventura desde el primer momento… ¡¡¡Qué alegría me llevé al leer en ella el
nombre de mi abuela materna!!!
Estuve
flotando un poco y, cuando puse los pies en el suelo otra vez, la mente se me
desbordó de nuevo y comenzó a lanzarme interrogantes que yo no podía responder.
Estuve luchando en ese frente de irrealidad y, cuando acabé esa batalla inútil,
fui abordado por otro tema que sí es una realidad incuestionable en estos tiempos,
el papel relevante que ocupa la mujer en todos los ámbitos sociales. En
nuestros días es lo normal pero en 1957 no era muy corriente que en Villargordo
ellas participaran en actividades ajenas a las domésticas o ayudando a los
maridos en las labores agrícolas en periodos de recolección y, mucho menos, que
tomaran decisiones de importancia en temas ajenos a la administración de la
casa.
Al
recorrer ese camino explorador comprobé cuando se consolidó nuestro momento
histórico fundacional cooperativo, reflejado en ese documento fundacional, que
a pesar de la cultura discriminatoria generalizada que había hacía la mujer
nuestra incipiente S. C. A. “San Juan” había marcado un antes y un después en
el trato hacia ellas y lo afirmo porque aparecían relacionadas en él Dª Marina
Castellano Jiménez y Dª Rosa Antonia
Martos Mendoza, mi abuela. Haciendo honor a la verdad he de exponer que su gran
mérito fue estar ahí, algo que ellas nunca hubieran deseado si hubieran vivido
sus maridos pero enviudaron muy jóvenes y tuvieron que trabajar muy duro para
sacar adelante a sus hijos, Marina SEIS y Rosa Antonia TRES.
No
pude asistir al acto conmemorativo de nuestra fundación debido a unos
compromisos familiares y por esa razón no sé si en él se mencionó esta realidad
incuestionable que acabo de exponer o si la figura de la mujer fue olvidada una
vez más. Si la organización las tuvo en cuenta se apuntó un buen tanto pero si
no lo hizo considero que cometió un error porque pasaron por alto la oportunidad
de haberse ganado el reconocimiento de todos los presentes, y ausentes, y, como
no, estar en la espumilla de los tiempos demostrando que tenían una gran
sensibilidad hacia la situación de discriminación que sufre la mujer, aún en
nuestros días. Estas dos mujeres no intervinieron
en la fundación por motivos reivindicativos y sí por el hecho lamentable de
tener que estar al frente de sus negocios para sacar adelante a sus hijos.
Unos
años después, el 26 de noviembre de 1961, se nombra nueva Junta Rectora, en ella D. Antonio
Moral García fue el Presidente y mi tío materno D. Pascual López Martos el Tesorero. Su paso por las labores
administrativas fue breve porque el 4 de agosto de 1962 falleció.
En
la Asamblea del 18 de noviembre de 1962 D.
Antonio Moral García presentó un certificado médico, cesó en el desempeño
de su cargo y le sustituyó D. Cristóbal
Torres Almagro.
En
mi anterior escrito hablé de 1963 y
lo hice porque el 24 de noviembre de ese año también hubo Asamblea y el
Presidente propuso a los asistentes que nombraran, en sustitución suya, a una
persona que estuviera preparada y que pudiera dedicarle tiempo a la gestión,
aceptaron su propuesta y se procedió a elegir nuevo Presidente. Efectuada la
votación se contabilizó este resultado:
-
D. Luís Pérez Navarro ................ 41
votos.
–
D. José Delgado Fernández .......... 18
“
- D. Juan Cañas Martínez
.............. 12 “
- D. Trinidad Berrio Moreno
........... 1 “
- D. Antonio Moral Pérez
............... 1 “
– En blanco ………………………………………. 1
“
Expongo este hecho porque es el
momento histórico, al menos para mí, en el que Luís Pérez Navarro, mi padre, fue elegido Presidente de la Cooperativa
“San Juan”, estuvo en el desempeño
de esa función durante 21 años, hasta el 23 de septiembre de 984.
Esta labor la estuvo desempeñando, de manera ininterrumpida, en estrecha
colaboración con Manolo “El Contable” y con todos los socios que integraron las Juntas Rectoras durante
esos años, lo hicieron en unas condiciones poco favorables porque teníamos unas
instalaciones muy primitivas y por eso tengo la obligación de resaltar a favor de ellos que, aunque
lo hicieron en unos momentos muy complicados, gracias a su línea de actuación
intachable y de extrema dedicación siempre pudieron presentar unos resultados
tan buenos o mejores que “El Cristo de
la Salud”, con fábrica de nueva planta.
Por esta sana competencia saco a
escena los rifirrafes que mantenían D.
Tomás García Jiménez “Zamorita” y mi padre cuando, tomando
café, hablaban de los temas cooperativos y entonces iba Tomás y le decía a mi
padre, para sacarlo de sus casillas:
- D. Luís, convénzase ya de que “San
Juan” es una borriquilla y “El
Cristo de la Salud” una yegua, esa
es la verdad.
Este símil le ponía a mi padre los
nervios de punta y Tomás se lo pasaba bomba.
Por arrancar su gestión en esas
condiciones los problemas que se les ocasionaban durante la campaña en el
funcionamiento de las máquinas eran frecuentes y eso les hacía tener que
preocuparse de ellos a todas horas. Por esa realidad recuerdo que en más de una
ocasión me pidió que lo acompañara, después de cenar, a la fábrica para ver si
ya se había normalizado el trabajo. Si ahora se pueden pillar manchas en una
visita que hagamos a la cooperativa durante la molturación en aquellos tiempos
esas posibilidades se multiplicaban una enormidad, por eso llegaba mi padre a
casa lleno de lámparas y mi madre no paraba de limpiarlas… ¡¡¡Y de meterle unas
buenas broncas cuando se las mostraba!!!
En esas circunstancias Manolo “El Contable” y mi padre comenzaron a tener un trato diario y más
profundo que antes de su elección por las circunstancias que les ocasionaba la
gestión de la Cooperativa “San Juan”.
Yo, en esa fecha, tenía 15 años recién
cumplidos y desde ese momento en las conversaciones que en casa mantenía con mi
padre, antes de acostarnos, solía aparecer con frecuencia Manolo… ¿Por qué? Por los problemas relatados sobre la molienda al
ser una instalación anciana y como se lo tomaban como cosa propia pues estaban
inmersos en esa problemática muchas horas cada día.
En esas conversaciones de casa fue
como comencé a tener conciencia de quién era esta “Buena persona”. Puedo afirmar que mis relaciones con él siempre
fueron cordiales y era imposible hacerlo con él de otra manera porque siempre
me trató como si fuera un adulto y eso no se me puede olvidar.
En esa línea trabajaban, ésta les hizo
estar muy unidos y, además, en las horas de “La liguera” se reunían para tomar unas cervezas o vasos de vino en
“El Tropezón”.
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