Colaboración de Paco Pérez
Y NOS MUESTRA “EL REINO”
En
todos los momentos históricos Dios
siempre está pendiente de nosotros, aunque no nos percatemos, y lo hace con
formatos diferentes. En la época de los “Reyes
de Israel” les manifestaba sus deseos por
mediación de los profetas y también lo hacía hablando a las personas o en
los sueños.
En
el pasado también había intrigas palaciegas y una prueba de ello la tenemos en
aquella que culminó proclamado a Salomón
rey con sólo 14 años y, como es lógico, a esa temprana edad él se sintió
preocupado por la responsabilidad de tener que gobernar a su pueblo. Dios lo escuchó, no lo abandonó en esa
dura situación y se le apareció mientras dormía para ayudarle, por eso le
comunicó que le pidiera lo que deseara. Lo llamativo de este hecho histórico estuvo
en la respuesta tan acertada que Salomón,
siendo tan joven, le dio y a Él le
agradó mucho escucharla pues estaba limpia de los egoísmos que tanto están
presentes en las personas.
Su
petición se la concedió en un grado máximo, hasta el punto de que ninguna otra
persona, anterior o posterior a él, lo superaría en responsabilidad al gobernar
pues serviría a sus gentes con “un
corazón sabio e inteligente” que le
permitiría estar abierto a todos para escucharlos, comprender sus realidades y
actuar después con justicia.
Pasaron
los años y llegó el momento cumbre del hecho religioso con la manifestación
pública de Dios a los hombres a
través de Jesús. Con Él todo cambió y una muestra de ello la
encontramos en las parábolas que les contaba para despertar en quienes le escuchaban la necesidad de plantearse
interrogantes sobre el Reino para
que así las semillas de sus enseñanzas arraigaran y dieran buenos frutos. A
pesar de ello el pueblo llano no lo entendió y lo rechazaron. Los discípulos sí
estuvieron a su lado, Él les explicaba
el sentido de ellas, les revelaba los misterios
del Reino y así fue como comprendieron
su mensaje.
Las
personas que encontraron el “tesoro
escondido” y la “perla” nos enseñan
cómo debemos reaccionar si
descubrimos algún día la realidad del Reino
que predicaba Jesús, por esa razón la alegría de quienes lo encuentran y la reacción de acapararlos para sí es el camino aconsejado pues el Reino es lo más valioso que podemos tener
y no debemos dejar pasar la ocasión de conservarlo para siempre.
En
Israel, al acabar la jornada
laboral, los pescadores tenían que separar unos peces de otros pues la ley levítica les prohibía comer
aquellos que no tenían escamas al ser considerados impuros y por eso los
clasificaban. Partiendo de esta realidad histórica, con la parábola de la “red”, se nos muestra un anticipo de lo
que ocurrirá al final de los tiempos si no mantenemos un comportamiento
correcto.
Las
personas que aman a Dios de verdad siempre
intentan ayudar a los demás y dicho esto me pregunto… ¿Todos amamos de igual
forma a Dios?
Yo
creo que no y para opinar así me apoyo en una realidad: Quienes asimilan de
manera perfecta el mensaje de Jesús
son aquellos que lo dejan todo y lo siguen para servirlo allí dónde Él los necesita para ayudar a los más
necesitados.
No
dudo de que todos somos llamados pero si hay distintos grados de respuesta
deberá ser porque nuestro amor hacía Él no está en los mismos niveles.
A
los que Él escoge ya vienen
predestinados a dar testimonio de su Hijo
siendo el primogénito Él y los demás sus hermanos. Estas
personas son llamadas, justificadas y glorificadas por Dios.
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