Colaboración de José Martínez Ramírez
RECUERDOS DE LOS PRIMEROS AÑOS DE LA DÉCADA DE LOS SETENTA
Años
setenta, pantalón de campana,
cinturones
anchos de cuero,
muchas
calles había empedradas.
El
“Pilar redondo” allí tan quieto,
Eva
María se fue al sol de la playa,
Nino
Bravo nos dejaba huérfanos,
tan
guapa Cecilia, también se ausentaba.
Los
veladores rojos, el naranjo de ensueño
de
“El Tropezón”, su vida también acababa.
el
patio interior sombreado de “El Recreo”,
cierto
es, todo se transforma o acaba.
Hasta
los más exquisitos alimentos
cuando,
a sus hermanos invitaba,
mi
querido Domingo Carretero,
de
cena, a la familia llevo a su casa.
Benjamín, que no era
nada serio,
siempre
a su acordeón abrazaba,
Salvoris con su
delgadez llevó hielo,
Pascual chorizos y
morcillas largas,
Sebastian un quiero y
no puedo,
Antonia dice que Domingo los engaña,
y
Tere se sienta, que ya hablará
luego.
Cerveza
bien fresquita de “El Alcázar”,
de
Los Marcos es el tinto lugareño,
buen
aceite para casar con las ensaladas
y,
de plato estrella, el buen condimento
de
un riquísimo pescado en salsa,
de
Rosa y Miguel el pescadero,
aunque
antes tomaron unas gambas,
entre
risas, chistes y algún intento,
por
quitarse la silla entre hermanas
y
que alguna diera con el culo en el suelo.
Se
morían los hermanos de ganas,
una
vez saciados por los alimentos,
de
saber qué contenía esa rica salsa.
Se
levantó Domingo de su asiento,
con
dos dedos sujetaba la sábana
que
envolvía las tres camisas, diciendo:
¡En
la Casilla del Cura fueron atrapadas,
estas
tres culebras, estos tres suculentos
manjares,
que habéis comido en la salsa!
Y
entre los vómitos de Maruja, por ese
suceso,
José Carretero echaba de
menos una espada,
un
cañón, una bomba, una horca de cuero…
La
mesa fue divertida, jamás olvidada.
Aunque
hay quien pensara, por supuesto,
que
Domingo muriera antes de la mañana.
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