Colaboración de Paco Pérez
Jesús, en el “Sermón del Monte”, nos enseña la
esencia del comportamiento cristiano. El evangelio nos recuerda aquella escena
en la que estando con sus discípulos se le acercó una multitud procedente de
diferentes lugares, unos eran judíos y otros paganos. Se sentaron y les habló,
siendo el conjunto de las enseñanzas que les dio conocido como “Las Bienaventuranzas”. Para comprender
mejor sus palabras será conveniente diferenciar entre informar y enseñar. Quienes
informan nos dan a conocer una
relación de cosas pero lo hacen sin generarnos una responsabilidad de compromiso
con la que después ayudemos a resolver los problemas de otros y quienes enseñan sí nos muestran caminos nuevos con
los que, a diario y durante nuestra vida, ayudemos
a los necesitados. Esto último es lo que hacía Jesús y nosotros tenemos la obligación de practicar su ejemplo de vida, lo que sí hicieron los discípulos.
Ese
es el fundamento de la propuesta de Jesús,
el que fue y es el único camino para alcanzar la felicidad pero debemos saber
que ésta no se consigue con los valores
materialistas que se nos proponen en el mundo que nos rodea. También
deberemos considerar que seguirle nos acarreará incomprensión, rechazo y
persecución… ¿Somos conscientes de esta realidad? ¿Estamos dispuestos a seguirlo o sólo lo escuchamos?
San Juan nos consuela
cuando nos comunica que, a pesar de todos los errores que cometemos, el Padre nos llama hijos de Dios, condición que adquirimos con nuestra fe en Él y recibiendo el Bautismo.
Nos aconseja que no perdamos la fe en esa verdad porque si el hombre fue perseguido,
y aún lo es, es porque los perseguidores nunca conocen al Padre y por eso no aceptan que seamos sus hijos.
No
sabemos qué nos vendrá después pero nosotros nos mantendremos firmes en nuestra
creencia y así, el día que nos presentemos ante el Padre, conoceremos cómo
es, comprobaremos que somos semejantes a Él y que por ser así nos purificaremos.
Es
posible que hoy nos preguntemos algunos… ¿Qué
relación tiene hoy el texto del Apocalipsis y el Evangelio?
Es
posible que su lectura no comunique el mismo mensaje a todos. Unos, al
comenzarla, se sentirán perdidos porque no comprenderán bien qué mensaje se
muestra en él y abandonarán; también los habrá que a pesar de recibir esa
impresión continuarán, entre ellos me encuentro, y al acabarlo consideran que
su contenido es un anticipo de las desgracias que sucederán antes del fin del
mundo y, por último, estarán quienes tienen una formación adecuada para
analizar su contenido y ver lo que realmente comunica.
Si
nos dejamos guiar por estas personas entendidas es posible que nos cambie la
percepción que tenemos de él cuando nos muestren otra visión diferente de la que
teníamos y ajustada a la realidad que aparece en su contenido.
Siguiendo
sus consejos he comprobado que el contexto
histórico de los hechos que se estudian es muy importante para comprender
la realidad que deseamos conocer y por eso vamos a partir de cuándo fue escrito,
entre los años 90 y 100 d.C. Entonces, en las escuelas del Imperio Romano
se enseñaba que el emperador era el
Señor del mundo y por ello los primeros cristianos se opusieron a ese
planteamiento defendiendo que “Jesús era
el único Señor de todos los Señores” y por esa proclamación fueron perseguidos
y martirizados.
Como
en aquellos momentos de la historia, los cristianos
no se comportaban en un plano teórico sino totalmente práctico pues creían de
verdad que Dios era el Padre de todos y por ello vivían como
hermanos formando una amplia familia que defendía su libertad de conciencia empujados por la fe.
Por
esto, podemos afirmar que los partidos políticos no se deben adjudicar en
nuestros días la defensa de la libertad
de expresión y de conciencia, porque
hace casi dos mil años los cristianos
se les anticiparon defendiendo ese derecho ante el Imperio Romano durante más de tres siglos y entregando sus vidas. Aquella
oposición frontal a los romanos defendía a Dios
y la convivencia libre dentro de un modelo social en el
que se les imponía lo contrario con la fuerza de las armas y sin respetar a Dios, la dignidad y la libertad de
las personas… ¿Por qué?
Porque
el modelo que ellos practicaban chocaba con Roma y ahí tenemos el origen del problema, el invasor no quería perder su posición favorable y para mantenerse en
el poder ordenaron la persecución contra ese modelo pacífico, esa fue la
respuesta irracional que dieron a los cristianos pero ellos siguieron
defendiendo su dignidad.
Cuando
se escribió el texto del Apocalipsis
el autor estaba viviendo en una situación de crisis institucional y social y esas vivencias fueron las que influyeron
en el contenido del relato que nos legó. Por una parte estaban los problemas internos de las comunidades cristianas fundadas, por
eso les escribía Pablo sus cartas de
ayuda para que solucionaran las discrepancias, y por otra estaban los problemas externos que les generaba el Imperio Romano mediante las persecuciones, comportándose los
invasores como instrumento en manos del “maligno”.
Ante
estas dos realidades el Apocalipsis
presenta con radicalidad al lector cristiano la acción destructora
ininterrumpida que realiza el “maligno”
sirviéndose de los instrumentos humanos que en cada momento de la historia le
ayudan a conseguir sus fines destructores. Ante esta realidad el cristiano
tiene que elegir ante esta doble opción: Adorar
de corazón a Cristo o hacerse
esclavo de él.
Nos
toca decidir y, por desgracia, en nuestros días el “MAL” se está imponiendo –en España
y en el mundo- y, quienes
decimos ser cristianos, no tenemos la valentía necesaria para gritar con fuerza…
¡Basta ya!
El
texto de hoy nos anima a seguir el ejemplo de aquellos cristianos que lucharon contra quienes estaban al servicio del mal,
los presenta con vestimentas blancas
en un acto en el que son acogidos en el Reino
como triunfadores, quienes son sus verdugos terminan destruidos.
En
España se viene aplicando desde hace
unos años lo que Roma hacía hace 2 000, enseñar en nuestros colegios públicos
lo que interesa a los gobernantes para domar las voluntades.
La
Biblia nos ENSEÑA pero nuestro comportamiento cristiano no sigue sus consejos
porque preferimos los cumplimientos festivos de las tradiciones, los que no nos
comprometen a nada.
Ni
nosotros ni los clérigos damos pasos para llamar “al pan pan y al vino vino”, anulando
lo que no está en las enseñanzas de Jesús y empezar a viajar por el camino
de la verdad.
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