Colaboración de Paco Pérez
NADA OCURRE POR CASUALIDAD
Las
personas somos muy dadas a encontrar respuesta para las cosas que nos ocurren y
dependiendo de nuestra religiosidad o de nuestra increencia siempre las
encontramos en Dios, en las personas o en la casualidad pero yo no soy partidario de recorrer esos sencillos
caminos porque considero que el tema no es tan simple y por eso me suelo
preguntar… ¿Las respuestas que damos a las cosas que nos pasan están basadas en
hechos objetivos o son fruto de nuestra subjetividad?
Podríamos
analizar muchas situaciones pero voy a centrar mis planteamientos en los dos
temas que más preocupan en nuestros días a los españoles, la “pandemia” y la “crisis económica”. Ambas, cogidas de la mano, se siguen paseando por
nuestros pueblos y ciudades sin mostrarnos la más mínima intención de dejarnos
a pesar de haber atropellado brutalmente a muchos españoles y mandarlos a la UCI y, la verdad, ahora no sabemos
cuándo podremos salir del caos en que estamos, si tardaremos poco o mucho tiempo
en conseguirlo, si lo haremos caminando con normalidad, si pasaremos a cuidados
intensivos o a planta, si nos recuperaremos lentamente, si saldremos en silla
de ruedas y con bastones o si será una situación irreversible que dará por
concluido nuestro paseo terrenal. A quienes pasan por este trance final y no lo
superan sólo les queda confiar en que Dios
los acoja y que sus familiares cumplan con los actos sociales que las personas
realizamos en estos casos: El funeral, según sus creencias, y después la visita
al crematorio o llevando los restos al Campo
Santo en coche fúnebre normal o según la antigua usanza, en un carruaje tirado
por unos magníficos caballos negros.
¿Cuántas personas de España tuvieron que
pasar, y pasan a diario, por cualquiera de esas situaciones? ¿Estaríamos sufriendo en España, ahora, la
misma situación sanitaria y económica si hubiéramos estado gobernados por otros
dirigentes?
Nadie,
a mi entender, puede afirmar que los actuales son los culpables porque hay
muchas variables que inciden en los acontecimientos de la vida pero si somos objetivos, algo que nuestros gobernantes y sus votantes no lo son, entonces encontraremos las razones que ayudarán
algo a esclarecer los hechos.
En
España, probar la culpabilidad de
alguien se ha convertido en algo casi imposible cuando hay que juzgar las
travesuras de nuestros dirigentes pues algunos políticos, fiscales y jueces actúan con total impunidad adecuando la normativa legal para que
las modificaciones “ad hoc” que improvisan,
introducen y después aprueban con sus mayorías viciadas favorezcan al infractor
que quieren salvar y así lo que logran legalmente es que triunfe la MENTIRA gracias a la ayuda de las variables
con que las aprueban… ¡Les importa un
comino que decisiones de este tipo huelan a pescado podrido!
¿Por qué actúan así?
Porque
llevaban años abanando la parcela que ahora les está dando estos frutos destructores
y a los demás sólo les queda el derecho de dar voces, opción que tiene poco
recorrido, lo que está sucediendo hoy en el Congreso.
Si
hacemos un esfuerzo mental e intentamos razonar un poco entonces comprobaremos que
cuando sucede algo así o parecido “no es
fruto de la casualidad” sino la consecuencia
lógica de una “concatenación de
elementos” que se han ido enlazando silenciosamente y sin pausa desde hace
años para que en el momento más inesperado confluyan en un punto y el
silencioso proyecto que hasta entonces estaba en marcha sea presentado en
sociedad como única posibilidad de gobierno y pronto se convierta en una
realidad desconocida e incontrolada… ¿No es eso lo que ha ocurrido después de aquel paseo de ambos dirigentes
por Madrid y que años después acabó con el televisado abrazo?
Es
evidente que la “pandemia” se inició
en China y, según han contado
algunos valientes, las autoridades tardaron en reaccionar un tiempo precioso
que después fue vital para que les pasara factura a ellos y a nosotros. Cuando
lo hicieron pusieron en marcha el aislamiento
de la población, edificaron un hospital gigante en unos días y lo que nos parecía un drama después
resultó ser bastante menos grave, si hacemos una comparativa con lo ocurrido
después en otros países, por ejemplo, en EEUU, Brasil, Bélgica, Reino Unido,
Italia o España.
China tenía en 2019 una
población de 1.395.380.000 y el 9 de
agosto de 2020 contabilizaba 4.634
fallecidos y 84.619 contagiados mientras que España, en las mismas fechas, tenía una
población de 46,94 millones y el Ministerio de Sanidad informó de 28.503 fallecidos y 305.855 contagiados. Según lo publicado, ambas
informaciones no se ajustaban a la verdad.
Cuando Covid19 se manifestó en China
se notició que el foco había estado en un mercado porque se comercializaban
animales vivos y que éstos habían transmitido el virus, unas fechas después
empezaba a divulgarse que éste tenía su origen en un laboratorio de Wulhan y que un fallo humano había
propiciado que saltase hasta la población civil e incluso se habló de que ellos
lo habían fabricado, lo que no ha sido demostrado por los divulgadores.
Cuando en los primeros días de 2020 todos los países veían, desde la
lejanía, el problema planteado en China como algo circunscrito al lugar
iniciado creíamos, yo el primero, que era cosa exclusiva de ellos porque vivían
muy alejados de Villargordo. Ese
pensamiento hizo que unas fechas después me pillara el toro tan desprevenido
que no teníamos en la familia ni mascarillas que ponernos y salíamos de casa
totalmente desprotegidos. Por esa misma razón, supongo, que a los demás ciudadanos
de a pie también los cogió la incipiente pandemia sin tomar conciencia de la
realidad que se nos venía encima pues desde el Gobierno no se nos previno
de la gravedad real del virus que entraba a diario desde fuera por aeropuertos, puertos, ferrocarriles o
carreteras a pesar de que en los
altos estamentos de la gobernanza mundial sí conocían esa realidad y su consecuente
peligro, de ahí que la OMS informara
a los gobiernos, al nuestro también, de los protocolos preventivos que tenían
para tomar medidas en situaciones de pandemia pero… ¿Hizo nuestro GOBIERNO, en esas primeras fechas, los deberes a pesar de
las advertencias e informes recibidos?
Creo que no estuvo acertado porque quedó
demostrado en su día que no habían hecho lo correcto al NO informar verazmente a los españoles y SÍ permitir las concentraciones
multitudinarias de personas en toda España
para celebrar el “Día de la mujer trabajadora”
y un “Mitin de Vox” en Madrid, ambas
ocurrieron unos días antes de implantarnos el “estado de alarma”; NO acudir
en su momento a los mercados para aprovisionarse del material sanitario de
protección, necesario y adecuado, para los Cuerpos de Seguridad del Estado, los
sanitarios y la población civil; afirmar
que se realizaban en España más pruebas de diagnóstico que en el
extranjero y no era verdad, nos engañaron; tomar
decisiones basadas en los consejos que les sugería el COMITÉ de EXPERTOS, más adelante afirmaron que nunca existió; COMPRAR, apremiados por las urgencias,
un material que no cumplía con las normas de seguridad exigidas; MENTIR
para ocultar las cifras reales de fallecidos; UTILIZAR el estado de confinamiento para aprobar con urgencia
normas que están poniendo en peligro nuestra democracia; APARTAR la MONARQUÍA de
sus funciones como si fuera un florero inservible; ELEVAR a los DELINCUENTES a la categoría de señorías aforadas que les
permite no ser tocadas ni acudir a declarar a los juzgados si son requeridas
para esclarecer sus presuntos DELITOS…
¿Se puede ser más incongruentes por lo
que predicaban antes de llegar al poder y lo que hacen ahora cuando ya están
aposentados en él?
Si después de todas estas realidades no
somos capaces de ver con claridad que nada de lo que nos está ocurriendo es
fruto de la casualidad sino de una
manipulación sectaria pues no reaccionaremos a tiempo para parar
democráticamente el “sunami dictatorial”
que se nos viene encima y por esa razón nos merecemos lo que nos venga después
porque el desenlace final sólo lo pueden parar los votantes sensatos y Dios,
si considera que nos merecemos su ayuda.
Salvando las distancias, Gabriel García Márquez escribió “Crónica de una muerte anunciada”, un
relato basado en un suceso real en el que desde el comienzo el lector conoce
qué va a ocurrir, es decir, quién va a morir, quién ejecutará el acto y el porqué.
En nuestro caso también sabemos bien que
la víctima elegida desde hace
algunos años es la DEMOCRACIA que nos
regalamos los españoles, después de morir FRANCO,
cuando el 15 de diciembre de 1976 el pueblo español acudió a las urnas para
votar, en Referéndum y libremente, si apoyaba o no el Proyecto de Ley para la Reforma Política que
se había aprobado en las Cortes y
resultó que el 94,17% de los votantes dijo SÍ,
con una participación del 77,8% del electorado.
Esta evolución del modelo político de
gobernanza fue una evidencia tangible de cambio pero debió doler mucho a las personas
inmovilistas que no aceptan jamás que sus ensoñaciones trasnochadas dejen de
tener vigencia porque el estado del
bienestar que ellos tanto han vociferado y hemos tenido hasta ahora no está
implantado en ningún país que los apoya para que se impongan sus modelos dictatoriales
de gobernanza en otros lugares, en este caso sería nuestra amada España.
¿Estamos dispuestos a permitir que se
repita el relato de Gabriel García Márquez
sabiendo ya que las víctimas
seremos los españoles y los ejecutores del cambio político dictatorial quienes
nos gobiernan?
Si nuestra indolencia nos hace seguir
mirando para otro lado no tendremos que cruzar el Atlántico para vivir pronto
como en Cuba o Venezuela, por poner dos ejemplos de gobernanza que tienen
encandilados a nuestros gobernantes actuales. Si esto ocurre no nos quedará otra
opción que recordar la expresión que tanto repetía mi abuelo cuando presentía
que un peligro inminente se acercaba:
¡Que
el Señor nos encuentre confesados!
Espero que seamos sensatos y
no nos olvidemos de lo que nos están haciendo ahora estos políticos, sectarios
y poco preparados para el cargo, cuya profesión principal o de más largo
recorrido haya sido la de militar en partidos que sólo pretenden llevar a España a la destrucción y a los
españoles a un nuevo enfrentamiento
social
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