martes, 5 de febrero de 2013


LAS RETORNAS
DE
“GALARDONES 2012”

Colaboración de Paco Pérez

Hay quienes aconsejan, por experiencia, que siempre es bueno no despertar a quien duerme pero el 17 de enero, con la mejor intención, lo despertaron en el “Salón de Actos” del Ayuntamiento.

Eras, para los tuyos, una noche demasiado larga,
larga porque no conseguían dormirte,
dormirte les resultaba bastante difícil,
difícil porque eras tío, cuñado y hermano del alma.
Se despertó con fuerza, sí…
¡¡¡ El RECUERDO de mi gran amigo, del alma!!!

No es un reproche y sí la manifestación de la realidad vivida por la familia y por muchos de los allí presentes.
Cuando Manolillo desdobló sus arrugados folios, leyó su contenido y sacó del baúl los momentos que tan entrañables que pasabas con algunas de las personas con las que platicabas a diario o cuando mencionó algunas de las cosillas que  viviste en ese cuadro pues, la verdad, lo pasé muy mal. Me sentí zarandeado de pronto porque iba preparado para escuchar cosas de ti y no para recibir, sin esperarlo, el impacto de tus vivencias diarias con mi padre, ahí ya me derrumbé querido amigo.
La verdad, hubiera preferido que se te hubieran reconocido en vida tus méritos y no a título póstumo. Reconozco que es un sentimiento egoísta y no objetivo porque de haber sido así te habría felicitado con un abrazo, se me entiende mejor ahora. 




Con la vieja guardia lo hubieras celebrado, como siempre: Mojándonos un poquillo, Alonso nos habría alegrado la noche protagonizando alguno de sus muchos cuadro graciosos, habríamos recordado las inolvidables escenas que protagonizamos junto a nuestros queridos Tomás CastellanoCalderas” y Agustín Moreno SaetaPicatoste, hubiéramos lamentado no tenerlos a nuestro lado esa noche…
Nos lo habríamos pasado bomba una vez más, la repetición de esa estampa de amistad habría sido la constatación de que el grupo seguía escenificando los momentos inolvidables de nuestra juventud y, lo más importante para tu familia y amigos, seguías junto a nosotros.
Por unos momentos viajé al “País de la Ilusión y del Deseo”, era el día 18 de enero, sin saludarnos y sin pedirte nada te acercaste, traías en la mano derecha una copa y en la izquierda la botella de “Diamante”, charlamos mientras me servías, te retiraste con tu carrera inigualable por la tarima de la barra para ir a la cocina y traerme la tapa. En el momento libre que te permitió el servicio, viniste con tu Coca Cola, comentamos algunas de tus noticias únicas, tuve que agudizar bien el oído por el ruido y por esa forma peculiar que tenías de hablar, susurrando, seguiste atendiendo a los otros clientes  sin perder la contabilidad de las distintas peñas allí presentes y, a la primera oportunidad, regresaste de nuevo y me contaste nuevas historias.
Cuando sonó el despertador lo pasé mal porque volví al mundo real y comprendí que todo lo vivido había sido el SUEÑO parido como fruto del deseo y, como es eso, ya no me quedaba otra solución que recordar, ahora, estas vivencias para que los jóvenes comprendan que con pequeñas cosas nos divertíamos y, sin darnos cuenta, forjamos algo grande… 
¡¡¡Ser AMIGOS PARA SIEMPRE!!!
No fuiste muy hablador, y elevaste el “SILENCIO” a la condición de virtud y siendo fiel a ella, hasta los últimos días de tu permiso en esta vida, te ganaste el respeto de todos.
Tu familia te adoraba y a ellos, de esto no creo que nadie tenga duda. En más de una ocasión he sido testigo de escenas que pocos conocen de ti. Te recordarán de cualquier manera menos abrazando detrás de la barra a los peques de la familia, los sobrinos o los hijos de los sobrinos. Como es lógico estos hechos ocurrieron en tu medio, detrás del mostrador. Era muy enternecedor presenciar cómo los abrazabas con aquellos brazorros llenos de vello que la genética te concedió, lo hacías mientras te agachabas para ponerte a su altura y después los levantabas, apoyados en tu gran panza, para ponerlos a la tuya y susurrarles, no sabías hacerlo de otra forma, cualquier mensaje bonito, supongo, porque en esas ocasiones jamás escuché nada de lo les decías. Deberían de gustarle tus frases porque esas escenas las presencié más de una vez.
No exagero si digo que a casi todos tus paisanos les caías bien, lo conseguiste por múltiples razones. Si algún pícaro local te la colaba, tú te hacías el tonto de vez en cuando, él sabía que lo sabías y que preferías evitar los líos. Tal vez aquí estuviera una buena parte de tu éxito y el otro en la elegancia y el saber tratar a todos de igual forma.
Una muestra de lo que digo es la escena que vivimos un cierto día con aquel cliente que, con cierta frecuencia, se hacía el no se qué y dejaba de declararte la totalidad o parte de lo consumido, nunca le decías nada y así pasaron los años. Un cierto día tuvo la valentía de pagarte con 50 euros el importe de lo que había consumido. Tus continuos paseos de un sitio para otro justificaban que no le llevaras el dinero sobrante y, como ya pasaba un cierto tiempo, te llamó la atención:
- ¡¡¡Juanito, la vuelta!!!
No le contestaste, seguiste el plan que te habías trazado en décimas de segundo y él volvió a insistir en su petición. La respuesta que recibió fue magistral y consistió en ponerte frente a él sin hablar, llenarle otra vez el vaso, mirarlo muy serio mientras lo hacías y al acabar, levantaste las dos manos juntas y con las palmas hacia abajo y, una vez así, las separaste en dirección contraria, a izquierda y derecha.
Así le comunicaste que sus travesuras anteriores habían quedado saldadas en ese momento.
Te fuiste pronto pero tengo la sensación de que viviste muchísimo debido a que hiciste juego con muchas generaciones y, como la mayoría eran mayores que tú, esa circunstancia te hizo aprender, de manera anticipada, lo que las circunstancias te impidieron vivir. 
En ese trato amigable trataste a Tomás “Calderas”, Agustín “Picatoste”, mi padre, José Losilla, Alonso, Juan Antonio y tantos otros puntales del día y de la “noche villargordeña”.  A los que estábamos solteros nos llevaste al altar y tú de palanca.
Han pasado muchos años desde entonces y hace unos días me enteré, porque ellos me lo contaron en la noche de los “Galardones”, que hasta el final fuiste un buen camaleón, yo diría que buenísimo… ¿Por qué?
Aunque en tus últimos años se cambiaron las tornas, tú eras el mayor de las reuniones y ellos los jóvenes, también hiciste juego con ellos en estos tiempo tan distintos los nuestros, sé que te lo pasabas con esta juventud muy bien y que, a pesar de ello, empezaste de nuevo con tu afición… ¡¡¡A casarlos!!!
José María Delgado Castellano es el ejemplo de lo que digo, donde lo hubieras tenido más duro es con José Manuel Gutiérrez Navarro “El romano”, estoy seguro que éste te hubiera llevado a ti al altar.
Juan, por todo, fuiste irrepetible y por eso tuviste arrestos para seguir divirtiéndote, siempre a tu manera, hasta el final de tus días. El quedarte de palanca te permitió estas licencias y, la verdad, lo que no me llegaste a contar nunca es si estabas arrepentido de haber permanecido libre como el viento.
La última vez que hablamos fue dos noches antes de que fueras internado. Estaba sentado, en la terraza, frente a Mari y de espaldas a la puerta del salón, nos divisaste desde tu santuario, la barra, la abandonaste, te acercaste a nosotros y nos percatamos de tu presencia cuando escuchamos tu saludo. Te sentaste, charlamos y nos propusiste adquirir un jamón de “cinco jotas”, nos ofrecías una oferta buena ya que el precio había bajado al 50%. Te encargamos uno y ya no volvimos a hablar más. Increíble pero real.
De aquella expedición de jamones tus hermanos no tenían ni idea, llegaron un tiempo después y creyeron que los habías pedido para el negocio. Un día me comentó Luisito ese hecho y, de casualidad, fue como supo él del origen de ese gran pedido y de quienes tenían que retirarlos.
Así eras con tus amigos y ellos sabían perfectamente de tu desprendimiento, jamás negociabas a costa de la amistad, eras todo lo contrario. Eras así porque nada se pierde en esta vida, tus padres te lo regalaron. 
El corazón de tu padre era muy grande y yo, a pesar de ser el amigo de sus hijos, tuve muchas conversaciones íntimas con él. Este hecho me permitió conocerle a fondo y por ellas supe lo amante que era de la VERDAD y, cómo repudiaba los abusos tan grandes de sus tiempos, me contó algunas estampas de ellos y, mientras lo hacía, se lo llevaban los demonios y lloraba. También lo conocí por las conversaciones con mi padre, ambos eran ariscos y tenían mal genio, pero la generosidad que llevaban dentro les hacía ser únicos y por eso se querían de verdad.
Para que conozca el pueblo de qué material te hicieron tus padres: Un día estaba tu padre trabajando y un amigo muy íntimo entró al establecimiento, le comentó que se encontraba desesperado porque su mujer estaba muy enferma y le confesó que no tenía una peseta para llevarla al médico. Manolo, tu padre, no le contestó, se fue a la caja, cogió todo el dinero que tenía en ella, se lo puso encima del mostrador y le propuso:
- Cógelo, lleva a tu mujer a Madrid, cúrala y ya nos entenderemos.
Así era Manolo “TROPEZÓN”, el padre de mis amigos y fundador de la marca. Podría seguir contando historias de bondad suyas pero sería demasiado largo el relato.
Pepe “Tropezón”, el hermano pequeño, publicó el poema “Pasar… pasar…” cuando estuvo en Cataluña y Mª Carmen me dejó el libro un día para que lo leyera, yo no conocía el hecho.
Me has impresionado querido amigo porque te has mostrado en él como una persona sensible ante los grandes problemas que azotan a la humanidad: guerras, hambre… Has cantado a tu Andalucía, al amor enfermizo que siempre traen y llevan los poetas, , y, sobre todo, al conocimiento profundísimo que tenías de tu hermano del alma.
Me voy a permitir, querido amigo, la licencia de tomarte prestadas unas estrofas de tu poema, las que le harían a Juanito emocionarse si las pudiera volver a leer:
[…
Sólo vive quien sueña
despacio y en silencio,
un farolillo de neón,
con el corazón abierto
sin tener un nombre
que expulsar al viento.

Una roca de seda
de tu corazón hermano
emerge desde tu silencio
con tus ojos muy cansados.

¡¡¡Qué sencillez la tuya
para vivir la vida!!!
Surges como la ortiga,
de papel sus espinas.

Dime cómo te lo montas
si no se te ve el pelo
ni en los días de verano,
ni en las noches de invierno.

Eres feliz con un cigarro
nunca te duele nada
no te quema ni el ascua
tirando miles de cañas.

Das todo lo que tienes
aunque no tengas nada,
la sombra de tu sonrisa
un ensanche del alma.

Si oscura es la noche
haces clara tu batalla
y si te coge lluviosa,
siempre llevas paraguas.

Hoy es un día lluvioso
pero no tengo paraguas
si te lo pido prestado
me darás hasta el alma.

Si alguna vez lees esto…
¿Quién te verá llorando?
Ni las rosas de tu sangre,
ni las mieles de tus labios.

Me voy corriendo hermano
pues el día es muy amargo,
si me sorprende lluvioso
quiero que estés a mi lado.

Manolo y Rosa, Mari Carmen y Paco, Luís, Pepe y Rosario y sobrinos, ahora os toca volver a dormir el RECUERDO, a estar de nuevo tranquilos y a remar unidos para lograr llevar el barco que él tanto amaba en este nuevo viaje de regreso al puerto
Juan fue un gran timonel en singladuras pasadas, no menos difíciles que ésta, y supo capear, como buen torero que era, los temporales que se os presentaron. Ahora, los jóvenes timoneles y los capitanes veteranos explorarán en el “cuaderno de bitácora” de vuestro barco familiar, en él escribieron vuestros desaparecidos lo que unos sólo tenéis que recordar y otros aprender. De hacerlo así lucharéis contra todo lo que os pueda azotar y, no lo dudéis, venceréis.

Juan, Alonso y Paco… ¡¡¡Amigos para siempre!!!

Por favor, tengan la bondad de hacer CLIC en AMIGOS. Gracias.

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