Colaboración de José Martínez Ramírez
Dedicado a nuestro querido hijo.
Buscaré para ti el viento
que trae
lluvia ingente
y un cielo estrellado
que cubra el océano
de tus ojos celestes.
La sombra, del privado
enebro, de un cuento.
Aquella yerba verde
que brotaba en el vado,
entre zarcillos y sarmientos.
Para que nunca te acuerdes
de este mundo trufado,
de amaneceres sangrientos.
Pondré mis labios en tu frente,
te dejaré el sueño blindado
a las hogueras del tedio.
Y con tu sueño vueles,
en la pureza guiado,
por tus perdices de ensueño.
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