Colaboración de José Martínez Ramírez
Para mi estimada Mari y su amado Paco
Ese silencio que brota inmenso,
entre la maleza de la memoria,
de aquellos primeros besos.
Ese ruido a flores del tiempo,
mientras acaricia la gloria,
él contempla sus ojos negros.
Y aún vibra su piel migratoria,
cuando contempla sus destellos.
Descansa la vida en un resuello.
Mientras, sigue girando esta noria.
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