Colaboración de Paco Pérez
El
"Retrato de los Abuelos"
es una escultura que está ubicada en
la Plaza de la Constitución de Torrelodones (España), es el homenaje
de ese pueblo a los mayores.
Hoy
es un día especial y se conmemora dentro del marco de la familia. Esta jornada se celebra sólo en algunos países y
con diferentes nombres, motivos y fechas.
En España, Brasil, Panamá, Honduras y Venezuela esta festividad se celebra
el 26 de julio. A nivel internacional existe una
celebración promovida por la ONU para
homenajear a las personas mayores en general: El Día Internacional de las Personas de Edad. La ONG Mensajeros de la Paz celebra
también, desde 1998, el “Día del abuelo”
en esta fecha. Esta organización entiende que, en
los casos en que los padres no pueden brindar el cuidado adecuado a sus hijos,
los abuelos pueden tener el papel de mantenedores o tutores y de ahí el
fundamento de su gesto.
En
España se celebra en esta fecha
porque en ese día es la onomástica de San
Joaquín y Santa Ana, padres de la Virgen María según la tradición cristiana y, por tanto, abuelos de Jesús.
El
hombre es tan amante de las celebraciones que llegará un día en el que faltarán
fechas para colocar las nuevas y por este camino ya no habrá días libres para
trabajar porque el calendario estará totalmente ocupado con los actos
programados en ellas. Esta sospecha no es fruto de un calentón y sí la
consecuencia de haber denunciado, durante mi etapa profesional y en cada
comienzo de curso, la inclusión en el “Plan
de Centro” de nuevas celebraciones. Lo hacía porque me repateaba mucho el
que cada curso tuviera más dificultades para acabar las programaciones.
¿Por qué procedo así si de lo que se trata
hoy es de hacer circo y comenzar con la fiesta en su honor?
Porque
en casa también somos abuelos y hasta hace unos días no nos hemos enterado de
ello. Hoy, sin que la festividad fuera el motivo, hemos mantenido una
conversación telefónica con mi madre y, como despedida, le dije:
-
¡¡¡Felicidades mamá, hoy es el día de
los abuelos!!!
Menuda
sorpresa se llevó… ¡¡¡Se ha enterado de ello
a los 88 años y yo a los 65!!!
Esta
es la cultura que hemos recibido de nuestros padres, ellos de los suyos… Como
es lógico ni mis hijos ni mis nietos se han enterado de tal evento familiar
todavía y, si lo hicieron, le han dado la misma relevancia que yo. Hoy nos
hemos comunicado por Whatsapp pero
por temas de familia y no por imposición de los intereses creados por esos “grupos mediáticos” que manejan “Los MERCADOS” y joden nuestras
maltrechas economías.
Un
abuelo, yo lo soy, no desea recibir un bote de colonia, por ejemplo, porque para
él es más gratificante que sus descendientes lo respeten siempre que estén
juntos, que le pidan su opinión cuando tengan que tomar decisiones de calado y
que cuando llegue el día en el que el viejo tejado de la casa comience a tener
goteras ellos acudan con presteza para reparárselas o para buscar las
soluciones en el exterior.
Para
mí, esta idea es la que realmente debe de proliferar entre los descendientes pero,
por desgracia, vivimos en unos tiempos en los que las viejas costumbres de
colocar a los mayores en primera línea de playa todos los días del año se está
perdiendo, en pocas familias se conserva ese trato… ¡¡¡Ese es el homenaje real que necesitan los abuelos todos los días y no el
llevarlos al circo durante unas horas cada 26 de julio!!!
Para
reconocer a los abuelos su mérito es necesario comenzar por el desmontaje del circo que nos han organizado los que CHUPAN… ¡¡¡Una fantasía ideada por unos cuantos para que los hijos y nietos
compren regalos, para que después se escenifique ante los viejos la entrega de
sus regalos por los muchos descendientes y donde otros muchos abuelos vivan durante
unas horas una escena familiar normalizada!!!
¿Y después qué?
Cuando
acaba el espectáculo montado los espectadores= abuelos se quedan de nuevo solos en
sus viejas casas, los hijos y nietos se marchan a las pomposas casas
que ellos les regalaron con sus ahorros y, de nuevo, su vida cotidiana continúa
otra vez igual, es decir, unas horas de función y 364 días de soledad,
ocupaciones impuestas por los que se marcharon para que no se aburran, voces
cuando chocheen ante sus amistades más de la cuenta…
Es
verdad que en la viña del señor hay abuelos muy bien atendidos y donde no hay
desaires, descuidos o un mundo ideal pero… ¿No será mejor poner las cartas encima de la mesa y comenzar a jugar la
partida?
El
día 27 los abuelos vuelven a la rutina del día a día, es decir, seguir cumpliendo
la rigurosidad de los horarios que los ataron durante tantos años. La
diferencia está en que antes lo hacían para dar de comer a su familia y ahora
para ayudar a criar a los hijos de sus hijos, es decir, a sus queridos nietos y
para que, de paso, ellos no se aburran
pues este tema les preocupa mucho a los hijos modernos.
Para
alcanzar este objetivo les programan actividades en las que los abuelos y sus
nietos se lo pasarán bomba cuando realicen visitas:
1.-
A los museos, en ellos les explicarán los detalles más significativos de los temas
expuestos y donde recordarán juntos qué variaciones han experimentado desde que
los visitaron cuando ellos eran niños.
2.-
Al aquarium, ahí podrán disfrutar de un ambiente marino poco frecuente.
3.-
Al parque, donde se lo pasarán muy bien con el mobiliario de recreo propio para
ellos y donde los abuelos añorarán no poder subirse porque correrían peligro
sus maltrechos huesos y las artrósicas articulaciones.
En
las guarderías y centros educativos también se programan actividades donde los
abuelos se convierten en protagonistas durante unas horas. Siguiendo con el
programa antiaburrimiento los llevarán y los traerán de manera puntual al
colegio, guardería, catequesis, actividades deportivas, tenerlos en casa
mientras regresan los padres del trabajo…
Cuando
acaba su vida laboral el guerrero/a se congratula de ello y hace planes para
pasar a disfrutar de una vida de relax pero, unas fechas después, descubren que
los hijos les tienen preparados los apretados programas de actuaciones descritos.
¿Preguntan los
hijos a los abuelos qué desean hacer ahora, qué pueden hacer y qué no o si
están enfermos para soportar esas nuevas labores propuestas?
Viajando
al pasado me topo con el recuerdo de que no hace mucho tiempo nos desayunamos
con la noticia de que un mayor fue abandonado en una gasolinera por los hijos
en su viaje hacia la playa, también me vienen a la mente esos otros que fueron
recluidos en residencias y que ahora han sido retornados a casa por el tema de
la crisis económica y no por responsabilidad filial, es decir, para
beneficiarse de las “pensiones” y de
“las ayudas de dependencia”.
En
nuestros años nenes nadie se planteaba qué hacer con los mayores, formaban
parte de la unidad familiar y su papel no se cuestionaba jamás porque ellos nos
marcaban el camino. Como todos vivían bajo el mismo techo esa cultura se mamaba
desde niños y ya sabían todos qué hacer siempre con ellos. Entonces, como comer
era el reto, nadie se acordó de que el 26 de julio era el “Día de los abuelos”, para qué, no iban a comprarle regalos.
Hace
unos días recibí por Internet este REGALO
de otro mayor amigo que también es abuelo y lo guardé para este día, es el
regalo que hago a quienes quieran comprender que hay caminos viejos que ayudan
a viajar en busca de la verdad más que las autopistas.
Este
relato corto es el fiel reflejo de una realidad desconocida por los jóvenes
pero muy real para quienes tenemos los pelos blancos desde hace ya un montón de
tiempo y lo hago para que viajen al pasado y comprendan que hay algo muy bueno
en estas cosillas.
El delantal de la abuela
Autor: Desconocido
¿Te
acuerdas del delantal de la abuela?
Su
principal función era proteger el vestido que estaba debajo. Pero, además, también
le servía de agarradera para retirar la sartén caliente del fuego. Era una
maravilla secando las lágrimas de los niños y, en ciertas ocasiones, limpiando
sus caritas sucias.
El
delantal servía para transportar desde el gallinero los huevos, los pollitos
que necesitaban terapia intensiva y, a veces, los huevos golpeados que
terminaban en el horno. Con él se recogían los frutos que caían de los árboles
al terminar el verano.
Cuando
llegaban visitas, el delantal de la abuela servía de refugio a los niños
tímidos y, cuando hacía frío, la abuela se envolvía los brazos en él. Aquel
viejo delantal, agitado sobre el fuego, oficiaba de fuelle. Y él era el que
cargaba con las patatas y la leña hasta la cocina.
Servía
también de canasto para llevar las verduras desde la huerta.
Cuando
se acercaba la hora de comer, la abuela salía a la puerta y agitaba el
delantal, y entonces los hombres que estaban en los campos comprendían de
inmediato que el almuerzo estaba listo.
Después
de usarse en la cosecha de la cebada, le tocaba el turno con los repollos.
Cuando
alguien llegaba inesperadamente, era sorprendente la rapidez con que el viejo
delantal podía sacar el polvo de los muebles.
La
abuela también lo usaba para colocar en la ventana la torta recién sacada del
horno, para que se enfriara. Actualmente, por el contrario, la nieta coloca la
torta en el mismo lugar, pero para que se descongele. Pasarán largos años antes
de que alguien invente un objeto que pueda reemplazar aquel viejo delantal que
tantas funciones cumplía…
Aunque
quizás ya no hay abuelas que tengan que proteger el vestido, dado que hoy hay
muchos, y tenemos máquinas que los laven. Las agarraderas de las sartenes ya no
queman. Las caritas de los niños las lavamos con toallitas húmedas. El fuego lo
avivamos con un botón o una llave. Y el polvo lo quitamos con bayetas
ecológicas que repelen el polvo…
En
recuerdo de mi abuela, hoy tengo colgado en mi cocina un DELANTAL, que me
recuerda a aquella persona tan querida y que tantas cosas fue capaz de hacer
con el delantal y, sobre todo, con mucho cariño.
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