Colaboración de Paco Pérez
Capítulo II
Una
mañana más, la penúltima de este año porque el día 1 de agosto partimos para
Roquetas de Mar, hemos compartido un tiempo de chirigotas e historias con
nuestros amigos nerjeños. Antes de que nos acompañaran Antonio y Paco, en el
móvil, le mostré a Miguel la publicación que hice el día anterior con sus
relatos. Se la leí y a la conclusión me dijo:
-
Has reflejado fielmente lo que ocurrió pero un día de estos me van a llevar a
la cárcel por escribir tú esas cosas que te conté.
Hoy
vino Antonio “El inglés” con un álbum de fotos y nos mostró la vivienda que
compró cuando vino a Nerja en
compañía de su esposa, ya difunta. Cuando Antonio tenía juventud en todos los
bolsillos se marchó a Inglaterra, vivió en ese país durante 40 años por razones
laborales, allí trabajó, conoció a su esposa y se casaron. Tuvieron tres hijas,
todas están felizmente casadas y viven en EEUU, Australia y Nerja.
La
vivienda que adquirieron es un viejo cortijo que hoy forma parte del complejo
urbanístico residencial que es conocido con el nombre de “La Noria”. Dicen los lugareños que tiene una antigüedad de más de
dos siglos y medio. Ellos lo rehabilitaron y lo convirtieron en su lugar de
residencia.
Un
tiempo después decidieron hacerse empresarios de la hostelería y le dieron una
orientación rústica más acuciada, aprovecharon los elementos estructurales que
ya tenía y le incorporaron otros nuevos, así alumbraron el Mesón-Restaurante “La Noria”.
Para
quienes deseen visitarlo les acompaño un sencillo gráfico:
El
restaurante tiene una terraza de 60 m2 desde la que podemos disfrutar de unas
vistas muy bellas al atardecer y cenar rodeado de una temperatura de ensueño en
las noches de verano.
También
dispone de unas estancias interiores muy bien decoradas, acogedoras y cómodas en
las que el cliente puede disfrutar con las excelencias de su gastronomía.
Veamos el local en una visita rápida:
Ahora,
como hemos venido a una hora adecuada, sentémonos en una mesa y degustemos algunas
de sus ofertas culinarias:
El
local funciona de lunes a sábado, desde las 19:30 horas hasta muy entrada la
madrugada. Los sábados ofrece a su clientela una velada flamenca.
Desde
1982, durante unos años, el matrimonio atendió el negocio y esa circunstancia
les permitió mantener estable una inmejorable relación entre la calidad del
servicio y el precio pero, cuando falleció la esposa, Antonio ya no tuvo
fuerzas para seguir solo con la aventura empresarial que ambos iniciaron y por
eso decidió alquilarlo.
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