lunes, 21 de julio de 2014

EL BRACHYCHITON ACERIFOLIUM

Colaboración de Paco Pérez

Casi todas las mañanas, cuando el sol no calentaba tanto, solíamos caminar por los márgenes del río Chíllar y alternábamos las zonas soleadas con las de sombras, teníamos donde elegir. Si la mañana era fresca pues cruzábamos por el puente que hay junto a la desembocadura y transitábamos por el corredor soleado por estar alejado de las edificaciones. Cuando iniciábamos el recorrido algo más tarde de lo habitual o la temperatura era más elevada lo hacíamos por el que discurre junto a las edificaciones y lo hacíamos en un punto de temperatura ideal, ni frescos no acalorados.

Una mañana estábamos a punto de concluir, en subida, el primer kilómetro y un poco más por arrancar desde casa; lo hacíamos por la zona de protección calorífica; llegamos hasta la caseta del recinto de las pistas de petanca miramos el reloj, entonces comprobamos que un día más nuestro ritmo de marcha había sido el mismo pues seguíamos haciéndolo en dieciocho minutos.
Estaba felicitando a Mari por sus progresos andarines cuando grita y escucho esta expresión admirativa:
- ¡¡¡Mira, qué árbol tan bonito y totalmente rojo!!!
Giré el cuello en la dirección que me señalaba y, efectivamente, no eran desproporcionadas sus palabras porque nunca habíamos visto un árbol de aquellas características únicas.
Al estar ubicado el arbolito en el interior del complejo deportivo, como las pistas están rodeadas de una cerca y a una distancia suficiente para que este andarín sólo distinguiera desde lejos su masa rojiza pues nos limitamos a observar y a comentar su belleza durante el camino de retorno, en bajada.
Todos los días habíamos pasado por el mismo sitio y no habíamos reparado en esa belleza natural. Este fue uno de los temas de conversación que tuvimos en los dos kilómetros siguientes, bajada y subida.
Al concluir la segunda subida observamos que el encargado de las pistas ya estaba en su labor matutina de acondicionamiento y me dirigí a él para preguntarle por el árbol. Así fue como conocimos a Rafael, un señor encantador que nos atendió con gran amabilidad y nos abrió las puertas del recinto para que pudiéramos fotografiarlo. Como ese día no iba preparado con la cámara nos limitamos a observarlo desde cerca, a escuchar la pequeña historia que él conocía de ese ejemplar de la naturaleza y nos despedimos.
Unas semanas después volvimos y grabamos las fotos. Desde ese día Rafael es una persona muy apreciada por nosotros y con la que intercambiamos opiniones sobre cualquier tema pues es un tío con el que se puede dialogar, algo poco corriente en nuestros días.
Este señor fue quien nos dijo que ese árbol se llamaba Brachychiton. Una vez en casa entramos en Google, conocimos algo más del árbol y lo juntamos con sus aportaciones y nuestras fotos.
El  Brachychiton acerifolium, conocido también como “árbol de fuego illawarra”, es un árbol originario de las regiones subtropicales de la costa este de Australia que ha llegado hasta Nerja. En este pueblo malagueño sólo hay dos ejemplares localizados, uno está en las pistas de petanca del Parque “Verano Azul” y el otro en la zona de “Cuevas y Maro”.
Es conocido comúnmente como kurrajong, árbol de fuego, árbol de la llama, brachichito rojo, árbol botella y esterculea.
También se escribe con la variación ortográfica de "brachichito".
Es famoso por sus brillantes flores rojas acampanadas, que con frecuencia cubren todo el árbol cuando aún está sin hojas.
Necesita vivir en zonas de clima templado; normalmente crece hasta una altura comprendida entre 8 y 15 m, aunque también puede alcanzar una altura máxima de 40 m cuando lo hace en su hábitat originario de clima cálido. Crece con gran rapidez y vive durante muchos años.
Sus hojas son variadas, con hasta 7 lóbulos profundos. Es de hoja caduca, perdiéndolas después de la estación seca. La floración ocurre a finales de primavera.
En áreas donde el invierno no es seco su ritmo natural puede llegar a sufrir modificaciones, incluso puede florecer sólo parcialmente.
En Nerja tiene una característica muy particular pues, según Rafael, florece una vez cada tres años y entonces las hojas no aparecen. Esta originalidad se puede comprobar en las fotos. Sólo tenía una hoja y estaba seca, vestigio de cuando estuvo cubierto de ellas la última vez.
Sus flores son campanicas de color escarlata con 5 pétalos parcialmente fusionados. Una de las razones por las que es cultivado el Brachychiton acerifolium por muchos lugares del planeta es por su belleza.
Los frutos que regala al hombre tienen forma de vaina y técnicamente se conocen como folículos, son anchos y su color es pardo oscuro.
Sus semillas son de color amarillo, muy nutritivas, y por esta razón las comen los nativos australianos después de tostarlas.
La fundamentación etimológica de Brachychiton acerifolium es:
Brachychiton es un nombre genérico que se deriva del griego brachys = corto y chiton = túnica.
Si nos detenemos un poco comprobaremos que hace referencia a sus semillas cubiertas.

Acerifolium es un epíteto que procede de Acer, nombre genérico del arce, y folius, cuyo significado es "follaje"; una alusión a la semejanza foliar entre estas plantas. 

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