Colaboración de Paco Pérez
Capítulo I
Cuando
la tertulia está a tope de miembro siempre surgen temas graciosos desde todos
los sillones y de todas las clases. Miguel
es el veterano y, además, un hombre que nació, creció y desarrolló su actividad
profesional siempre en Nerja. Esa
circunstancia le hace conocer la historia del lugar y cuando se comenta algún
tema él lo enlaza con hechos reales que ocurrieron aquí, algunas veces las
historias que comenta guardan una similitud enorme con hechos de Villargordo y
se las relatamos nosotros a él.
Una
mañana comentábamos que algunas personas
son muy fantásticas y esa forma de ser las lleva a contar historias
personales que no se corresponden con la realidad que viven a diario.
Me
voy a tomar la libertad de llamar a ese breve relato “El asesino del Mar Muerto”.
Miguel tomó la
palabra porque quiso confirmar que lo que estábamos comentando era cierto y
para ello pasó a recordar los hechos de una historia que vivieron hace ya un
tiempo no muy lejano, como testigos, Paco
“El veleño” y él, siendo los
protagonistas de la escena Manolo “Mataperros” (un señor muy amigo de
Miguel, al que conocíamos nosotros, y que falleció hace un mes) y Manuel “El del puente” (un anciano de 86 años, muy conocido nuestro y de
otros muchos villargordeños, que ha estado en nuestro pueblo de caza en varias
ocasiones).
Manuel “El del puente” se acerca algunos días hasta
la tertulia, nos saluda, nos acompaña durante unos minutos y se marcha. Parece
ser que un día fue a saludarlos y se metió de tertuliano con ellos, se debatía
el tema de “Los viajes”.
Cuando
intervino Manuel les comunicó que él
había viajado mucho y que había conocido muchos lugares. Como suele ocurrir en
los pueblos, todos nos conocemos y sabemos bien quienes van de verdad y quienes
van de farol. Parece ser que éste tiene fama de farolero.
Manolo “Mataperros” aguantó mientras pudo sus
fanfarronadas y en un momento de la conversación saltó como una costilla y atajó
a Manolo “El del puente” así:
-
Tú no has viajado más allá del estanco y lo más grande que has hecho en tu vida
ha sido “MATAR al MAR MUERTO de una
hostia”.
Otra
historia real que nos contaron los lugareños fue la de los “Hombres de la sierra”.
En
el pasado, muchas familias vivían en cortijillos diseminados por la sierra
circundante y por eso ésta estaba muy poblada. Esas familias se buscaban la
vida en las pequeñas propiedades que tenían cuidando sus rebaños de cabras,
algunas vacas para el consumo de la familia, cultivando los productos propios
de las huertas, con las viñas y sus derivados… Vivían pobres, es cierto, pero
todos coinciden en afirmar que la mayoría marchaban razonablemente en lo
económico y eso les hacía ser muy felices.
En
el entorno de la “Loma de la cuadrilla”,
paraje serreño, vivían varias de esas familias y esta historia fue
protagonizada por Juanillo “El marranero” en su intento de entablar
relaciones con una muchacha de la familia conocida con el apodo de “Las porras de hierro”. Este señor quiso
entablar relaciones formales de matrimonio con ella, le insistió tanto que la
muchacha se sintió agobiada por su forma de proceder y en una ocasión le pidió
que la dejara en paz o se vería obligada a decírselo a los “hombres de la sierra”, nombre adjudicado
en Nerja a los conocidos como “maquis”,
para que le dieran un escarmiento.
Juanillo se mofó de las
amenazas recibidas y le dijo:
-
Los “hombres de la sierra” me cortan
a mí los huevos.
Como
no cesó en su acoso ella cumplió lo que le dijo y comunicó al grupo guerrillero
lo que le ocurría y lo que Juanillo
le había dicho de ellos.
Un
día bajaron unos cuantos hasta la vivienda de la familia de Juanillo, lo cogieron, lo maniataron,
hicieron una cruz de madera, lo ataron a ella en la era, comenzaron a afilar
las navajas en su delantera y, cuando acabaron esta labor, le comunicaron que
le iban a cortar los huevos.
El
padre les pidió clemencia para su hijo porque era muy bueno y se ofreció a que
eso se lo hicieran a él, no lo escucharon.
Para
ejecutar su acción comenzaron por bajarle los pantalones con la intención de dejarle
los huevos al aire y entonces se encontraron con la sorpresa de que una bola
enorme de mierda le cubría el culo y los cataplines.
Entonces
optaron por finalizar el asunto sin hacerle daño y, como el calendario marcaba
el mes de enero, lo zanjaron con un cubetazo de agua fría en sus partes más
sucias.
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