Colaboración de Paco Pérez
SEGUIR A JESÚS ACARREA SUFRIMIENTO
“Tomar
la cruz” es seguir fielmente a Cristo
y aceptar las consecuencias dolorosas que se derivarán de este seguimiento: rechazos, padecimientos y daños. Éstas
ocasionan mucho sufrimiento a las personas
que se deciden a seguirlo, esta realidad se repite siempre aunque los niveles
que les afecten no sean los mismos.
Como
la vida es un circo en el que todos somos unos buenos actores pues nos esmeramos
en representar, para cada momento y ocasión, el guión que más nos interesa
mostrar al público y así nos presentamos ante los demás en un estado ideal
donde todo es felicidad pero la verdad es que no suele cuadrar con nuestra realidad
íntima porque el dolor siempre nos acompaña aunque lo haga con distintos formatos e intensidad,
de ahí que estas variables nos lleven a reaccionar de manera diferente cuando
recibimos un impacto inesperado y por eso la respuesta que le damos, a veces,
es fruto del desconocimiento que tenemos de la realidad del hecho religioso y
por él algunas personas pasan a culpar a
Dios de sus problemas.
Hoy
lo podemos comprobar en Jeremías 20, 7-9:
[Me sedujiste, Señor, y me dejé seducir; me forzaste
y me pudiste.
Yo era el hazmerreír todo el día, todos se burlaban de mí.
Siempre que hablo tengo que gritar: Violencia, proclamando: Destrucción.
La palabra del Señor se volvió para mí oprobio y desprecio todo el día.
Me dije: No me acordaré de él, no
hablaré más en su nombre; pero ella era en mis entrañas fuego ardiente,
encerrado en los huesos; intentaba contenerlo, y no podía.].
Otras
adoptan el camino de aguantarlo con dignidad, resignándose, y también
encontramos a quienes consideran que después de recibirse el impacto se debe
huir del ambiente enfermizo del primer momento normalizando de inmediato las
costumbres personales y disfrutando de las cosas que nos ofrece la vida a diario.
Después
de estas realidades considero lógico plantearnos, desde nuestra condición de
cristianos, esta pregunta… ¿Qué postura tomó Jesús ante el sufrimiento?
En (Lucas 22, 39-46) queda claro que Él no quiso que su sufrimiento
afectara a los demás pues cuando
se retiró a orar en el huerto los dejó que durmieran y así cargó con su cruz
solo.
No
obstante, a pesar de esta realidad histórica, su comportamiento con los demás
fue totalmente contrario pues escuchaba los padecimientos de todos los que se
le acercaban, los sufría como suyos y les ayudaba.
Las
personas también solemos comenzar a sufrir cuando nos aflora el temor de que
nos puede pasar algo malo más adelante cuando es evidente que debemos
acostumbrarnos a vivir disfrutando con la realidad de la vida, esa que nos
regala Dios en cada momento. Jesús nos enseñó su actitud de vida en Mateo
6, 34: [No os agobiéis por el mañana, porque
el mañana traerá su propio agobio. A cada día le bastan sus disgustos.].
Él
nos propuso este camino pero, para actuar así, tendremos que confiar en el Padre de manera ciega y esperar en que
Él actuará después. Nos lo enseñó en Lucas
23, 46: [Padre, en tus manos encomiendo mi
espíritu.].
Los
hechos evangélicos, con el paso de los años, no han sido interpretados de
manera acertada y un ejemplo palpable está en los mensajes de Jesús, por ejemplo, cuando nos invita a
“tomar la cruz”.
¿La interpretación que damos los cristianos
a estas palabras es la correcta?
Hacerlo
genera sufrimiento pero en Jesús no
encontramos ese otro formato que tanto está presente en nosotros y que no
acertamos a ver, nos ocurre porque el nuestro está motivado por algo que a Él
no le afectaba: la envidia, el resentimiento, el apego a lo material… Si queremos seguir a Cristo los sufrimientos que nos ocasionan esas debilidades debemos evitarlos
apartándolas de nosotros.
Jesús no buscaba el
sufrimiento, ni para El ni para los demás, porque al actuar así estaríamos dando por bueno que es grato a Dios y, consecuentemente, que
es necesario para nuestra salvación.
Es
una equivocación creer que seguimos con más cercanía a Cristo si buscamos sufrir y, además, haciéndolo sin necesidad
alguna. Debemos entender que lo que agrada a Dios no es el sufrimiento sino la actitud que las personas toman ante la vida cuando asumen que lo
hacen como seguimiento fiel a Cristo: Un compromiso
serio con la verdad y con los problemas de los demás.
Jesús, además,
se comprometió a hacer desaparecer de entre los hombres el sufrimiento que se
esconde en la enfermedad, el hambre, la injusticia, los abusos, el pecado, la
muerte… Los que
quieran seguirle no podrán ignorar a los que sufren, porque viven entre esas
realidades, y por eso su primera tarea consistirá
en intentar ayudar a Jesús a cumplir su compromiso con los débiles… ¡¡¡Eliminar
el sufrimiento que la vida ocasiona a los hombres!!!
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