viernes, 8 de septiembre de 2017

UN VILLARGORDEÑO INOLVIDABLE

Colaboración de Paco Pérez
Capítulo I
JUANILLO “EL REINO”
Juan Moral Romero, conocido popularmente como Juanillo “El Reino, murió recientemente en nuestro pueblo, fue una de las personas más buenas que he conocido y creo que no he exagerado al ponerle ahí su nivel de bondad porque también opinan así de él todos las personas que lo conocieron y trataron.

Su forma de ser le hacía ser confiado con todo el mundo e inocente a la hora de actuar, por estas cualidades procedía de manera muy particular cada vez que debía tomar una decisión en cualquier faceta de su vida, de ahí que sus respuestas fueran tan originales, hasta el punto de que han quedado como cuadros graciosos y únicos para la posteridad en la historia de Villargordo.
En el mundo del trabajo era un profesional responsable que, al ser poco hablador y estar dotado de una fortaleza física envidiable, se mostraba incansable en el desarrollo de su trabajo y eso le hacía ser querido y admirado. Tuve conocimiento de esta faceta de Juan en una conversación que una cierta vez mantuve con Adriano Jiménez MendozaEl Chápiro” durante la “liguera”, en ella me habló sobre él. Parece ser que cuando Adriano tenía que cavar las olivas o los árboles frutales que tenía en el huerto de su casa siempre lo llamaba… ¿Por qué?
Porque, según él, nadie era como Juan. Cuando hablaba de él lo hacía por saber bien cómo trabajaba y lo elevaba a las alturas por la admiración que le tenía. Para que sus palabras fueran más creíbles le llamaba:
- La excavadora humana.
Estuve viviendo unos años en Jaén y cada mañana viajaba a Villargordo para acudir a mi trabajo, desde entonces nunca he olvidado la estampa que me regalaba Juan cuando lo veía venir y, desde lo lejos, lo reconocía porque le hacía inconfundible. Nos cruzábamos en el kilómetro 2, él caminaba hacía Las Infantas y yo viajaba para el pueblo. Jamás lo vi subido en un vehículo pues siempre iba a pie por el arcén, la azada colgada al hombro por la pala y sujetando con una de sus manos el mango, la talega con los alimentos colgada en el otro hombro y el típico caminar ágil y vivo que siempre llevaba mientras se contoneaba levemente de un lado a otro.
Por razones laborales él se mezclaba con otros villargordeños, tanto en los tajos laborales de las fincas circundantes del pueblo como cuando viajó varias veces a Francia para la vendimia. En el desempeña de su trabajo, como obrero agrícola o peón de albañil, le ocurrieron anécdotas que han sido contadas por los compañeros de trabajo en repetidas ocasiones, nadie las mostró para reírse de él sino como muestra de que atesoraba una genialidad inigualable para crear, sin proponérselo, estampas jocosas únicas e irrepetibles.
El día que murió, en el “Tanatorio”, hablé con su hijo Miguel de él con total normalidad, hasta el punto de que acordamos acompañar la publicación de estas historias con algunas de las fotografías que él conservaba de su padre.
Había transcurrido bastante tiempo desde aquella conversación y un día decidí acercarme hasta su domicilio para recoger las fotos prometidas porque ya tenía las historias redactadas. Miguel me abrió la puerta y me invitó con su amabilidad de siempre a pasar. Una vez dentro le mostré el motivo de mi presencia, recordándole lo hablado antes y el acuerdo que teníamos, pero me llevé una sorpresa mayúscula cuando tomó la palabra y me dijo:
- Lo siento mucho Paco, no te voy a dar las fotos.
- ¿Ha ocurrido algo desde aquel día? – le pregunté.
– Un día, estaba sentado con mi padre en la mesa camilla y me dijo que todas esas historias que la gente contaba de él eran mentira – me contestó.
Ante su respuesta no me quedó otra solución que aceptar su decisión y me marché.
Un tiempo después, las circunstancias hicieron que la verdad resplandezca siempre y eso fue lo que ocurrió con las historias de Juan cuando, hablando un día con Bartolomé Alcalde UcedaZapatero” y otro con Juan José Castillo Mata El Espartero”, contaron las que ellos conocían… ¡¡¡Estaban presentes cuando ocurrieron!!!
Cuando les conté lo que me sucedió con su hijo ellos dijeron que no tenían inconveniente en atestiguar los hechos, además, fueron presenciados por más personas.
Otra historia muy curiosa me la contó PericoCabulleras” pero también está ya fallecido para que pudiera reafirmarse en lo que me contó. Ante esa circunstancia pregunté a una de sus hijas, dijo no recordar nada de esa historia, me remitió a una hermana y ésta me dijo lo mismo. Un tiempo después me encontré con ellas por la calle, de manera separada, y, sin que yo les dijera nada, me hablaron del tema aceptando que sí habían viajado a Francia con él pero sospecho que prefirieron guardar silencio. Cuando nos separamos saqué la conclusión de que no estaban satisfechas con lo que me contestaron. Ya no hemos hablado más del tema.
Un día medité el asunto y decidí que sí lo publicaría porque si mi entrevista con Miguel supuso para mí un frenazo a la publicación, por respeto hacía el recuerdo de su padre lo hago casi dos años después, yo no podía dejar de hacerlo porque sería desmerecer el recuerdo de Perico, si no la publicaba, pues sería una forma indirecta de darle la razón a Miguel; entonces esas historias quedarían olvidadas y Pedro, al estar también fallecido, no podría defender lo que me contó hace muchos años.
Lo siento amigo Miguel, mi abuelo y mi padre también están fallecidos y sus historietas son las primeras que se publicaron, y seguirán publicándose. El mismo respeto que me merecieron ellos al exponerlas en esta ventana es el que hoy le doy a tu padre y publicar sus historias será para enriquecer la cultura popular de Villargordo, así será recordado y no pasará al olvido cuando desaparezcamos los que todavía conocemos algo de nuestros antepasados.
















No hay comentarios:

Publicar un comentario