Colaboración de Paco Pérez
Cuando
somos jóvenes nos queremos comer el mundo planteándonos alcanzar unas elevadas
metas personales, en ese empeño luchamos sin descanso durante unos años para
alcanzarlas pero, como consecuencia del deseo y del esfuerzo que ponemos en su
logro, nos desesperamos más de lo deseado porque el referencial del TIEMPO nos
muestra el avance de las agujas del reloj aunque creamos que éstas no lo hacen
al ritmo que nos apetece, deseamos que sea rápido, y también consideramos que las
hojas del calendario caen con una lentitud desesperante cuando preferimos que
éste pase con prontitud. Una vez alcanzados nuestros deseos estabilizamos el
espíritu y esto nos ocurre cuando quedamos acoplados a un puesto de trabajo,
formamos nuestra familia, consolidamos nuestras relaciones sociales en nuestro
entorno, viajamos…
Así es como entramos en una dinámica vital estable y normalizada,
con momentos de luces y sombras, en la que se nos van pasando los mejores años
de nuestra vida hasta que un día nos encontramos al levantarnos con el hecho
real de que ha concluido nuestra etapa laboral y entonces pasamos a vivir otra
nueva … ¡La jubilación!
En
esta otra quienes se buscan alguna ocupación relajante podrán ganar mucho en
salud porque se les pasará el tiempo rápido. Es bueno que les ocurra esto
porque así no piensan que han tomado el camino del “Chorreadero” pero si un día revisan su vida mentalmente es posible
que entonces pongan los pies en el suelo y que comprueben, sin proponérselo, que
se les ha incrementado de manera brutal la cuenta corriente de los años y que
ha ocurrido con una rapidez impresionante. Debemos estar prevenidos para no
hundirnos cuando vivamos esta experiencia pues suele presentarse sin previo
aviso. Cuentan los que pasaron por ella que tiene la manía de hacerlo por la
mañana, cuando entramos al baño ligeros de ropa, y nos asomamos al espejo para
peinarnos la melena y entonces comprobamos que cada vez tenemos menos pelo o que
debemos decidir si nos tintamos los mechones que nos quedan porque, sin pedir
permiso, ellos han decidido unilateralmente tintarse con el color de la camiseta
oficial del Real Madrid; que tenemos las piernas con poca masa muscular, parecen
un palillo de los dientes; que nuestra piel se ha relajado y vamos a tener que
darle unos cuantos recortes y montar con ellos una fábrica de bolsos… Antes,
cuando le ocurría esto a nuestros mayores, nadie se preocupaba porque entonces
todo se veía con naturalidad y se aceptaba el nuevo look sin sufrir porque no
había que mostrar buena imagen ante la sociedad. En nuestros días ya no es
igual y tanto los hombres como las mujeres, en su mayoría, intentamos arreglar
el desperfecto natural recurriendo a los potingues que ofrece el mercado o a
los recortes de piel pero lo curioso es que se ha convertido en moda. Hace ya
bastante tiempo que pasé por esa vivencia y no creo que haga falta explicar lo
que hice porque mi look siempre fue el mismo y está a la vista de todos, mi
cabeza está más blanca que los “mojones”
que ponen los agricultores entre las parcelas en el campo.
Enmascarar
el paso de los años sobre la persona necesita de un tiempo y como no siempre se
logra el fin buscado pues no pierdo el tiempo en esos menesteres y prefiero
dedicarlo a otros menesteres más relajantes: leer, escribir, pasear, contactar
con la personas para charlar y, en esos encuentros, siempre surgen
conversaciones en las que éstos me regalan sus vivencias del pasado o actuales.
Como
somos algo mayores pues nuestras conversaciones son siempre con personas de
similar edad y en más de una ocasión recibieron de sus antepasados REFRANES que nos transmitieron y que merecen
ser recordados aquí:
1.-
ERES UN PIOJO REVIVÍO.
Esta
forma de calificar a otras personas era utilizada con frecuencia por los
mayores para recordarle a quienes se portaban mal con ellas sus orígenes.
Solían hacerlo con quienes nunca habían tenido posición económica y, por las
circunstancias extraordinarias de la vida, un día ésta los favoreció y ya todo
fue para ellos de color de rosa. Estas personas suelen olvidarse pronto de la
posición social que tuvieron en el pasado y ponen todo su empeño en que los
demás también lo hagan. Quienes así piensan y actúan se comportan muy mal con
quienes sufrieron junto a ellos los rigores de la penuria y después, para
marcar los territorios, no dudan en pisotearles sus derechos para que sepan
quién es quién.
Para
estos “riquillos nuevos”, en nuestro
pueblo también tenían nuestros mayores estos otros REFRANES:
-
LOS TIEMPOS CAMBIAN PERO LAS PERSONAS NO.
O
este otro:
-
NUNCA PIDAS A QUIEN PIDIÓ NI SIRVAS A
QUIEN SIRVIÓ.
O
también:
-
EL QUE NUNCA HA SIDO COSA Y LUEGO COSA
LO HACEN… ¡JESÚS, QUÉ COSAS HACE!
2.-
EL AMIGO, Y EL MÁS AMIGO, TE LA PEGA… ¡NO
HAY MÁS AMIGO QUE DIOS Y UN DURO EN LA “FALTIQUERA”!
FALTIQUERA= Un bolso de tela que llevaban
cosido las mujeres en la parte interior del vestido.
3.-
NO COMPRES YEGUA COJA CREYENDO QUE VA A
SANAR PORQUE SI LA QUE ESTÁ SANA ENCOJA… ¡LA COJA QUÉ SERÁ!
La
recordaban los padres, cuando sus criaturas estaban ya en edad de buscar
esposa/o, para prevenirlas de que debían conocer bien a quienes eligieran
porque así, si lo meditaban bien antes de tomar la decisión final, en el futuro
podrían ahorrarse muchos disgustos.
4.-
EL HOMBRE ES UN GUITARRITO QUE TOCA LA
MUJER Y, SI AL TEMPLARLO TIENE ARTE, DESPUÉS HACE LO QUE QUIERE CON ÉL.
Consejo
dado por las madres a las hijas para que supieran tratar al novio, sobre todo
si éste era un poco revoltoso.
5.-
YA HA LLEGADO EL CARRO A LA “POSÁ”.
Se
suele decir cuando alguien ya no puede hacer más porque sus conocimientos o
cualidades han llegado al límite.
Un día, en nuestro
pueblo, dos personas hablaban con normalidad y una de ellas usó un tono irónico
con la otra; ésta se sintió muy ofendida con los repetidos dardos lingüísticos
que le lanzaba su vecino, entonces se vio en la obligación de defenderse y le
dijo:
-
¡Menudo acompañamiento llevaba ayer el alcalde! ¡No te vi!
–
Pues junto a él iba yo –le respondió el irónico.
–
Pues escuché decir a una vecina que todos eran contrabandistas y ladrones
–insistió el primero.
–
Ya me había ido yo.
En Nerja también hemos escuchado algunos REFRANES muy usados por sus vecinos:
1.-
SI NO QUIERES QUE UN RAYO TE PARTA
ARRÍMATE A LA SUEGRA PORQUE NO HAY RAYO QUE LA PARTA.
Éste surgió cuando
un tertuliano, hablando de los mosquitos que le habían amargado la noche, otro
le dijo:
- Yo no tengo esos
problemas porque pongo una fotografía de la suegra en la ventana y no entra ni
uno.
Nos causó mucha risa
la ocurrencia y después un mayor nos contó este refrán.
2.-
AL BURRO Y AL BANCAL LO QUE SE LE PUEDA SACAR.
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