Colaboración de José
Martínez Ramírez
Para mi compañero Ramírez por los buenos momentos que me regala
José
Ramírez Molina
compañero
de viaje.
De
paso por esta vida
desde
el campo salvaje
a
la barra fue un día,
para
siempre quedarse.
Con
la frente marchita
no
puede olvidarse
del
balón y su alegría,
su
pecho aún es un tanque.
Con
la briega encogía
al
adversario en el aire,
era
un ángel que sufría
derramaba
mucha sangre.
El
volaba más que corría
sus
cabriolas con donaire.
Si
alguien entristecía
majestuoso
su empaque,
con
un movimiento hacía
un
jugadón con cuaje.
José,
que poderío tenía
en
el centro era muy grande,
caminando
por la vida
besó
el infierno una tarde.
Emergió
como un auriga
no
le tembló el semblante.
Lanza
en ristre de guía
su
batalla es poco amable,
sin
armas y sin porfías
venció
al fuego con arte.
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