Colaboración de José Martínez Ramírez
El
día nueve de mayo, después de asistir a misa en Mancha Real, viajé junto a mi
familia a Villargordo para celebrar la Comunión del niño Andrés Cobo Moreno. El evento tuvo lugar en el Restaurante de mis primos, El
Recreo, y nos atendieron muy bien Lucía y Nuria. Los exquisitos platos,
como dice mi primo Miguel, fueron una explosión de colores y sabores y, como es
de todos bien conocido, pues sólo nos invita a probarlos una vez más.
Me
alegré de ver a todos los presentes y saludé a unos antiguos compañeros de
colegio, éstos son matrimonio y viven en Vados de Torralba, ella se llama
Antonia y el nombre de él no lo recuerdo pero, cuando lo vea por las vegas del
Guadalquivir, lo saludaré, se lo preguntaré y todo quedará en su sitio.
También
salude a los hermanos Gómez Marfil: Paco, Pedro y José que fue profesor mío.
En
la misma tertulia estaban Juanito “Jimmy” y su amada Dolores.
Durante
unos minutos nos estuvimos calentando en la “Fragua de Vulcano” y le dije a José que me encantó ese niño que
andaba el camino hacia ella, siguiendo una hilera de piedras de las aceras de
entonces para ver a su Padre, un hombre vigoroso que se dejaba la piel en
aquella fragua, junto a sus hijos, bajo aquel horizonte en blanco y negro.
El
libro es un texto cargado de sentimiento que recrea la vida cotidiana de cualquier
persona de la época, el atranque generacional con un padre que ha vivido una
guerra, la despedida de un compañero en Nerja y la convivencia en el duro
trabajo. Un libro digno y entretenido, de los que gusta releer. Escrito desde
el corazón de las vivencias y con la sabiduría de todo lo que es cierto, como
su autor.
También
saludé a mi prima Antoñita, la que está cada vez más joven, su amigo Juan Carlos,
a Brigi y a Fernando. Coincidimos mi amigo Avelino y yo en que cuando Fernando
“Raspín” palme, como tenga el cuerpo tan duro como la cara, los gusanos no
podrán consumirlo. A veces siento deseos de tornarme caníbal para devorarlo
personalmente, sobre todo, el día que me dio un beso con la lengua… ¡El h... ….!
Di
un montón de abrazos y besos a Mariví, la mujer de Vicente “el Litri”; a mi
primo Juan y a su mujer Inés; a Juani y también salude a la pareja de Cayetano
Gálvez.
Pedrín
“Porroncho” y un servidor bailamos con mi prima Mari Carmen y su amiga, no
recuerdo la canción.
También
recordé a mis seres queridos, esos que ya no están y que cada vez los echo aún
más de menos.
Cuando
anocheció siguió la fiesta. Nos fuimos al “Pub Alos” y allí salude a gente muy
joven. Cuando mi mujer y las de los demás ordenaron retirada nos subimos al
coche y al pasar por el “pilar redondo”…
¡Cerré
los ojos, siempre lo hago!
Porque
así siento sus aguas cristalinas recorrer mis venas, como siento la sangre que circula
por mi cuerpo. Sus aguas son el principio y el final de todo.
Giré
hacía la calle Ramón y Cajal para regresar a la Mancha , una vez más.
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