Colaboración de Paco Pérez
Los
hombres mostramos una propensión natural a juzgar
con ligereza a las personas y a condenarlas,
los publicanos y pecadores fueron tratados así por los escribas y fariseos pero
Jesús adoptó una posición contraria, queriéndolos
y relacionándose con ellos. Su comportamiento
es una enseñanza sobre cómo tratar a quienes son marginados por aquella parte
de la sociedad que se considera superior a la otra. Como Jesús no seguía la corriente
social imperante que practicaba esa filosofía de vida pues lo criticaban y rechazaban. Él no se defendía y les respondía, cuando la ocasión
lo requería, con parábolas: La oveja
perdida; la mujer pobre o la del
hijo pródigo, el evangelio de hoy.
El
camino de la “parábola” fue la
metodología que usó para comunicar sus enseñanzas. En los tres ejemplos se plasman unos elementos comunes:
a)
La pérdida de algo que, siendo muy dispar entre sí, era muy importante para sus
protagonistas: Una oveja, una moneda y un hijo.
b)
Todos muestran una gran preocupación por lo que han perdido y se esfuerzan por encontrarlo.
c)
Cuando recuperan sus pérdidas se alegran mucho.
Los
escribas y fariseos son el ejemplo de lo que no se debe hacer porque, conociendo a fondo los preceptos religiosos,
se comprueba que desconocían lo que es el amor
de Dios hacia los hombres. Su comportamiento religioso hacia las personas,
en este caso a los pecadores y publicanos, tenía un mercantil y por eso, como
consideraban que no pagaban el precio religioso adecuado, cumplimiento de los
preceptos, entendían que el judaísmo debía considerarlos como personas indignas
de recibir un trato justo como tales.
Jesús
les demostró que nadie debe de considerarse superior o mejor que lo demás y con
estos ejemplos les mostró la forma en que Dios AMA y PERDONA a los
hombres.
El
AMOR de Dios por su pueblo siempre
estuvo presente en sus acciones y por eso les prometió: Liberarlos de la esclavitud que sufrían en Egipto; no abandonarlos, les dio de comer y
beber en el desierto, y llevarlos de
regreso a una tierra rica en alimentos.
Hoy
se nos recuerda el cumplimiento de las promesas que el Señor les hizo, Él nunca
incumple lo que promete.
Cuando
llegaron a la “Tierra Prometida”
comenzó para ellos una nueva situación, ya podían valerse por sí mismos y así fue
como recuperaron la libertad que tenían antes de la deportación a Egipto.
Jesús
es una fuerza transformadora que hace cambiar a quienes creen en Él, pasando
éstos desde la condición de hombres viejos a nuevos. Es la consecuencia de
alcanzar la reconciliación con Dios, lograda cuando aquel que no había cometido
pecado alguno padeció por nosotros en la CRUZ.
Conseguir
esta nueva situación nos obliga a realizar una transformación total en nuestro
comportamiento y, previamente, deberemos alcanzar la paz con el Padre.
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