Colaboración de Paco Pérez
Francisca Barriga
Mateos,
es muy conocida popularmente como Paquita “La pelá” o “La guindilla”,
ambos apodos son de origen familiar, siendo más conocida por este último. De no
haber sido ese su origen cualquiera que la conozca bien podría decir que se lo ha
ganado como premio por las expresiones tan espontáneas y directas que se le
ocurren en cualquier escena que protagoniza cuando se para a charlar con alguna
persona, algo habitual entre nosotros, porque en el pueblo se lleva muy bien
con todos y, cuando le pinchan un poco de manera intencionada para que suelte
una de las suyas ella no se hace esperar, responde de inmediato y, además,
tirando de manera certera al blanco.
Tiene tanta espontaneidad que le salen sus
respuestas con más facilidad que a los churreros las rosquillas y, a pesar de
ello, lo que contesta le cae bien a todos, siempre tiene sentido y por eso
considero que los disparos que suelta tan directos son los que le han dado esa
popularidad y le hace ser apreciada por todos.
Opino
así porque lo que se hereda de los padres se valora muy poco, lo recibimos sin
esfuerzo y, por esa razón, no hubiera alcanzado su gran popularidad actual. En
cambio, como bien sabemos todos, el auténtico mérito les debe venir a las
personas por lo que ellas se propician con su esfuerzo y, en su caso, entiendo
que en esta faceta de las relaciones sociales sí se lo ha currado ella muy
bien, de ahí el mérito y la fama bien ganada.
Creo
sinceramente que si los villargordeños trataran a Paquita con respeto, siempre,
se percatarían de que ella también les respondería así y seguiría siendo igual
de graciosas pero habría una diferencia papable… Sus respuestas graciosas no
las dirigiría al que intenta ser gracioso con ella sino al tema que se ha planteado
en la conversación y entonces, el interlocutor, podría disfrutar con más intensidad
su ocurrencia al no sentirse tiroteado.
Ahora
les voy a mostrar algunas de sus ocurrencias, tiene muchísimas, pero habrá que
ir rescatándolas:
EL PAPEL HIGIÉNICO
Escena contada por su cuñado Ramón.
Un
día, Paquita fue al supermercado “Ekomar” a comprar, con el carro iba recorriendo
los expositores y, mientras lo hacía, se topó con uno de los
empleados del establecimiento y le dijo:
-
¡¡¡Mira, tú, búscame un papel del wáter
que sea bueno!!!
–
El que tenemos es bueno, aunque hay de diferentes clases y, como es lógico, de
diferentes precios. Tú sabrás el que usas.
–
¡¡¡No seas cabronazo y no me engañes!!!
–
Yo no te engaño, es la verdad.
–
La verdad es la mía. Con el último que me llevé, me daba siete vueltas en la
mano y, cuando me limpiaba el culo, siempre me llenaba de mierda la yema de los
dedos… ¿Eso es verdad o es mentira?
El
empleado, un muchacho joven, no la conocía bien y al escuchar su respuesta
soltó una carcajada muy grande y estuvieron riendo los dos un buen rato.
EL CARETO DE JOSÉ ANTONIO, SU HIJO
Ésta fue relatada por su primo Antonio Mateos “El Minico”.
Era
invierno, hacía un día tremendo de frío y un grupo de muchachos, entre los que
estaba su hijo José Antonio,
charlaban en la esquina de CajaSur,
en la parte que da a la calle 14 de
abril, pues así se resguardaban del viento que venía por la Cañailla. A su hijo, que es un muchacho
bastante delgado y con la cabeza algo alargada, se le ocurrió explorar el
ambiente de la otra parte y asomó por la esquina nada más que la cabeza y miró
hacia la puerta de la entidad bancaria, en el preciso momento en que Paquita salía de ella y lo vio. Ella,
al ver la cara que apareció por la esquina quedó impresionada y le dijo:
-
¡¡¡José Antonio, vete a la casa ya mismo
y te calientas, que estás muerto de frío, tienes la cara muy larga y se parece
a un haz de pollas!!!
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